Vía BBC Mundo Hace unos años fui al teatro con unos amigos. Mi esposo llegó tarde y un poco borracho, pues había pasado la tarde tomando vino en la fiesta de Navidad de la oficina. Por suerte, la obra que estábamos viendo era una comedia, pero él se rio tanto que hasta al elenco le […]
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Vía BBC Mundo</strong>
Hace unos años fui al teatro con unos amigos. Mi esposo llegó tarde y un poco borracho, pues había pasado la tarde tomando vino en la fiesta de Navidad de la oficina. Por suerte, la obra que estábamos viendo era una comedia, pero él se rio tanto que hasta al elenco le sorprendió su entusiasmo.
Durante el intervalo le compré café para desembriagarlo antes del segundo acto. Para cuando bajó el telón final ya estaba más callado. Pero, ¿es correcto pensar que fue el café lo que le devolvió la sobriedad?
El efecto sedativo de grandes cantidades de alcohol está bien establecido. Durante la primera hora y media más o menos, cuando las concentraciones de alcohol en la sangre son altas, la gente está más alerta.
A partir de las dos horas de haber consumido el alcohol y hasta las seis horas, las medidas objetivas de somnolencia se incrementan.
La cafeína hace lo opuesto: vuelve a la gente más alerta. Eso ha llevado a la atractiva idea de que una taza de café puede cancelar los efectos de un vaso cerveza.
Sin embargo no es tan fácil.