Vía Kienyke La comida y el estado de ánimo tienen una relación estrecha. Los alimentos más allá de tener un valor nutricional y servir para satisfacer una necesidad básica diaria, juegan un papel emocional, social y placentero. Pero nada tiene que ver con su composición nutricional, cada individuo de acuerdo a su cultura, hábitos, gustos […]
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La comida y el estado de ánimo tienen una relación estrecha. Los alimentos más allá de tener un valor nutricional y servir para satisfacer una necesidad básica diaria, juegan un papel emocional, social y placentero. Pero nada tiene que ver con su composición nutricional, cada individuo de acuerdo a su cultura, hábitos, gustos y preferencias le imprime su propio significado a los alimentos. Esto puede generar gusto o disgusto y hacer que cada persona disfrute más un alimento que otro.
“La estimulación está en el placer que significa comer. Es una sensación, no solo una necesidad básica. También se trata de satisfacer los sentidos. Eres feliz cuando una comida tiene un sabor que a uno le gusta, está bien presentada, tiene combinación de colores, sabores y texturas. Despierta, estimula y causa placer en los sentidos”, dice Claudia Contreras, especialista en nutrición clínica.
¿Pero qué hay de cierto en que el chocolate nos hace felices, la comida rápida deprime y el borojó es un afrodisiaco?
El chocolate y las sensaciones placenteras
Claudia Contreras, miembro de la Asociación Colombiana de Nutrición Clínica, asegura que el chocolate tiene en su composición una sustancia que estimula la producción de endorfinas, que son sustancias que generan sensaciones placenteras como la tranquilidad, plenitud, satisfacción y felicidad. En este caso, hay una explicación fisiológica de lo que sucede y puede decirse que ayuda a contrarrestar estados de tristeza de manera transitoria.
Algo similar pasa con el alcohol en pequeñas dosis como el primer trago. Por ejemplo, que las personas se desinhiban, se sientan relajadas y capaces de expresar sus emociones. Además genera placer y modifica el comportamiento. Pero cuidado, definitivamente no se recomienda el consumo excesivo de alcohol.
Comida rápida y el estilo de vida actual
Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y la Universidad de Granada indicó que comer productos horneados (magdalenas, croissants, donas) y comida rápida (hamburguesas, perros calientes y pizza) está relacionado a la depresión. Los resultados revelan que los consumidores de comida rápida, en comparación con aquellos que consumen poco o nada, son 51 por ciento más propensos a desarrollar depresión. Así lo publicó Sciencedaily.com.
El estudio también explicó que quienes comen este tipo de alimentos tienen más probabilidades de ser solteros, menos activos y tener malos hábitos alimenticios, que incluyen comer menos fruta, frutos secos, pescado, verduras y aceite de oliva. Además fuman y trabajan más de 45 horas a la semana. Fueron algunas de las características predominantes de los 8.964 participantes del estudio.
La especialista Contreras hace énfasis en que deben analizarse estas investigaciones para tener en cuenta el número de pacientes, variables estudiadas y condiciones bajo las cuales se sacan conclusiones, pues la depresión y los malos hábitos alimentarios tienen diferentes causas.
Explica que la comida rápida nace de la necesidad por hacer todo en el menor tiempo posible incluyendo comer. Hasta hace muchos años la comida era un ritual y un momento de familia. Las amas de casa cocinaban durante todo el día, eran alimentos elaborados y se dedicaba más tiempo a consumirlos.