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Cultura

25 de Septiembre de 2013

Alerta: Las profundas diferencias entre ser flaite, cuma, cuico-flaite, choro, pato malo, o cogotero

En la continuación de nuestra popcultural zaga que ya alertó sobre las diferencias entre ser “weón, aweonao, etc”, hoy nos lanzamos de lleno a aclarar las dudas en torno a los léxicos usados históricamente por nuestra sociedad para referirse a lo marginal y discriminado. Con la colaboración del distinguidísimo profesor Jaime Campusano, precisamos el origen, contexto, y desarrollo de los epítetos referidos al lumpen del bajo pueblo, tan bien descritos en la obra del historiador Gabriel Salazar. Usted no lo diga.

Por

Cogotero

Término surgido en los años 20, usado para señalar al delincuente que depositaba su “cuchilla” en el cuello de las personas con pertenencias visiblemente ostentosas y arrebatárselas. Es el ladrón de más baja estirpe, emergido desde el lumpen expuesto por la teoría marxista. Pobreza delincuencial.

En nuestros tiempos más próximos, el mejor ejemplo del cogotero fueron “Los Caquitos”, personajes creados por Chespirito, el Jorge Pedreros mexicano. Un cogotero, conocido mundialmente como el caricaturesco ladrón de bancos, vestía de la misma forma que el Chompiras, el Botijas y el Peterete. Esto es: beatle, suciedad, saco al hombro y POR SOBRE TODO un sencillo gorro azul marino o negro con un pom pom en la cima.

Pato malo

Personaje clásico de la cultura nacional durante las últimas décadas del siglo XX. Surgido a fines de los 70 (según el mito urbano a partir de “Patricio”, un popular delincuente acusado de ser el más malo de los malos) se impuso como sinónimo de crimen; en compañía del viejo del saco, a su vez padre de todos los demonios infantiles.

En lo estético, el mejor expositor de lo que es un pato malo fue el personaje “El Malo” de Daniel Muñoz, que brilló en “Venga conmigo”, programa de la gloriosa tele de aquellos años. Entre “Mi tío y yo” y la Generación 2000, aparecía “El Malo” para cerrar el círculo del talento en el espacio conducido por José Alfredo Fuentes, quien se enfrentaba a este agresivo delincuente-tipo concebido en tiempos dictatoriales.

El pato malo aparecía así en las calles de la Patria: blue jeans gastado, lentes de sol deportivos (tipo Zamorano en el Inter), pelo semi largo y mojado, zapatillas blancas o zapatos de colegio. En invierno, usaba chaqueta de cotelé con chiporro y/o de mezclilla versión instalaciones eléctricas. Caso aparte es el tajo con puntos expuestos, que podía hallarse en cualquier sector del rostro circunspecto.

Camisa cuadrillé o guayabera, cigarro en la oreja ¡y a robar!

Choro

El choro, que viene de “chorro”, es el punga, el que roba, lancea o asalta. Es la más básica definición del ladrón descrito por el escritor chileno Manuel Rojas y por la banda de cumbia argentina “Los pibes chorros”.

Lo interesante acá son los códigos que preservan una ética del delincuente. El choro, muchas veces orgullo poblacional, es el que roba para comer, para ayudar a la abuelita o a los vecinos. Se jacta de no ser narco y, por consiguiente, no cagarle a vida a su propio pueblo.

“El loco era respetado, porque de traficante a ladrón hay una gran diferencia”

El que no salta es Gendarmería.

Cuma

Rey marginal del año 2000, símbolo de la periferia post apertura económica en el gobierno de Frei. Ordinario; rasca ropa, rasca comportamiento; vulgar en el hablar, no refinado en el actuar. Torreja, privilegia cantidad en vez de calidad, adicto a los chunchules y el colesterol. Rinde culto a las zapatillas grandotas y luminosas; y al teñido de chasquilla con blondon, como el futbolista Martín Palermo. El cuma era un verdadero guachaca; todo lo opuesto al actual monarca de La Piojera, Polo Ramírez.

La definición del cuma pasa más por un perfil estético y una forma de vida pichanguera, aunque también se refiere a la ejecución de delitos para conseguir esta apuesta visual.

En la última década del milenio pasado, al cuma se lo podía reconocer por anchos pantalones tapizados en bolsillos y cierres, calzado exageradamente coloriento y con resortes al más puro estilo camioneta 4×4; devoción por los estampados de Bugs Bunny; jockey por doquier y camisas con diseños de dragones orientales o de algún deporte gringo. En la tele, su principal precursor es Charly Badulaque (KUMA CHANNEL).

Al cuma le daba lo mismo ser discriminado, estaba conforme con su estrato, no aspiraba a nada mejor; sólo vivía su mundo feliz.

Flaite

El flaite es la más profunda y apasionante de las denominaciones hasta ahora enumeradas. Posee múltiples dimensiones, ya que de ser una más de las palabras para discriminar al pobre-delincuente, se diversificó hasta convertirse en un tipo de moda y una tribu urbana que hasta hace poco compitió de tú a tú con los pokemones, otakus y etc.

En su origen, el flaite estaba ligado a la droga; era el que delinquía para la pasta base. El léxico, viene del “to flay”, aunque hay otra teoría que dice que viene de las zapatillas “flaiter”. En un comienzo, el flaite era el volao de baja escolaridad; delincuente menor que vestía como el uniforme carcelario de la zapatilla, el jean y la polera.

Sin embargo, al andar del siglo XXI se fue transformando y dando grandes avances hacia una presunta elegancia que se alejó del desparpajo visual del cuma. El flaite se puso pantalones pitillos, piercing, se depiló cejas, se echó perfume y se compró las prendas más caras de marcas europea. Incluso, en los suburbios nacionales se dio espacio para una inusitada libertad para experimentar en lo sexual al son del reggaeton.

Sin embargo, el profesor Campusano le pone freno a las aspiraciones flaites. “Puede ser que del pantalón un poquito pata elefante haya pasado al pitillo, pero no creo que el flaite vaya a llegar a hipster. Sigue siendo flaite. Es una especie de metamorfosis hacia una formalidad; porque los flaites ya se dieron cuenta de que los discriminan por el vestuario, forma de hablar y el peinadito futbolero entre Sánchez y el Celia Punk. Por una cuestión aspiracional, el flaite disfraza el flaiterío con una forma burguesa tanto de hablar y vestir, como de comer en lugares mejores. Pero no sabe comer. Se compra ropa mejor pero no sabe lucirla. Hablan palabras pero no saben lo que dicen. El flaite actual está en estado de esnobismo. Es una siutiquería flaite”.

Hoy, en tiempos de estancamiento de las tribus urbanas, el flaite está en decadencia, extinguiéndose ante el avance de lo refinado.

Cuicos flaites

Cáncer social aparecido en el punto de máxima expresión de la moda flaite-fashion-sensualidad (2009). Son semi ABC1 a los que les gusta parecer choros, pero no delinquen. Abusan del estado de ebriedad y los placeres de la carne a poca edad. Lo hacen para encontrar minas/minos fáciles y presumir poder con estilo. Todo se mezcla, la sexualidad, la imagen y la estética. “Son como nuevos ricos. Tienen la plata de los ricos, pero no tiene la cultura ni la prosapia. A los socialité les encanta ir a La Piojera para sentirse rotos. Es como un juego, donde van weones burgueses a jugar a la UP”, cierra tajante el maestro Campusano.

Ver la primera parte de esta zaga de investigación: Las profundas diferencias entre ser weón, aweonao, culiao, tonto, sacowea o conchesumare.

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