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Opinión

14 de Octubre de 2013

Demostrar miseria

Chile tiene más de 30 años de experiencia en la utilización de métodos de focalización del gasto social, cuyo objetivo es identificar a las familias con mayores vulnerabilidades para canalizar la ayuda estatal proveniente de subsidios y programas sociales. Las actualizaciones desde la Fichas CAS hasta la Ficha Social actual han buscado mejorar el foco […]

Leonardo Moreno
Leonardo Moreno
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Chile tiene más de 30 años de experiencia en la utilización de métodos de focalización del gasto social, cuyo objetivo es identificar a las familias con mayores vulnerabilidades para canalizar la ayuda estatal proveniente de subsidios y programas sociales. Las actualizaciones desde la Fichas CAS hasta la Ficha Social actual han buscado mejorar el foco en quienes más lo necesitan. Sin embargo, en la práctica, no se han dimensionado las secuelas del sistema, que implica que sean las propias personas las que deban asumir la responsabilidad de autodefinirse en pobreza. Al ser encuestadas, las personas deben “demostrar su miseria” y muchas veces verse obligadas a adaptar su realidad a los estándares fijados como única alternativa para mantener apoyos estatales. El instrumento –como espejo– les devuelve una autoimagen devaluada de sí mismas y eso sólo tiene un nombre: indignidad. Ello es denigrante para millones de familias.

Para evitar las críticas inmediatas, quiero aclarar que desde la Fundación Superación de la Pobreza no estamos en contra de la focalización como método para priorizar el gasto público, sino que cuestionamos los efectos subjetivos de los actuales instrumentos. Nuestro trabajo y estudios cualitativos, nos han revelado que ante el encuestaje las personas experimentan sentimientos de frustración, inseguridad, sensación de menosprecio y castigo; impotencia, persecución y desafiliación, por lo tanto al tildar de denigrante el sistema de fichaje socioeconómico por autoreporte no apelo a una adjetivación antojadiza ni exagerada.

En primer lugar, el sistema obliga a la gente a hablar solo de sus carencias. Sus logros no tienen cabida o son castigados con mayor puntaje. En segundo lugar, el autoreporte los expone a ser tratados de fraudulentos o “falsos pobres”, lo que constituye una aberración no sólo técnica (porque no existe ningún instrumento que pueda discriminar correcta y de modo infalible, sobre la presencia o no de fenómenos tan complejos como la pobreza o la vulnerabilidad), sino también ética, ya que se trata de personas que pertenecen a comunidades que han experimentado en sus vidas el peor rostro de nuestra sociedad.

A la luz de la evidencia, proponemos minimizar al máximo el uso del fichaje y su sustitución por otros procedimientos de focalización categóricos, comunitarios o de comprobación administrativa, que no impliquen reportar miseria para recibir apoyo.
Superar pobreza hoy, implica modificar las relaciones sociales tan asimétricas en las cuales los afectados viven su vida. El Estado debe marcar la pauta en ese cambio, de lo contrario, pasarán 30 años más y pese al mejoramiento material que se registre en la población en general, seguirán existiendo importantes sectores que sigan percibiéndose como empobrecidos, limitados gravemente en su desarrollo presente y futuro, por las circunstancias que les toca vivir. La pobreza es falta de libertad, y la libertad se construye ampliando las posibilidades de “hacer” y “ser” de las personas y, lograrlo, requiere de un sistema de políticas sociales y prácticas de focalización, profundamente reformado.

*Director Ejecutivo
Fundación Superación de la Pobreza

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