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Opinión

21 de Octubre de 2013

Fuimos un matrimonio que se convirtió en acuerdo de vida en pareja

Las declaraciones y acciones del Presidente Piñera en septiembre dejaron a mucha gente de derecha en una posición incómoda. El cierre del Penal Cordillera, sus dichos sobre los “cómplices pasivos de la dictadura”, y esta idea de dejar instalada su candidatura para el 2017, no sólo dejaron sin aire la campaña de Evelyn Matthei, sino […]

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Las declaraciones y acciones del Presidente Piñera en septiembre dejaron a mucha gente de derecha en una posición incómoda. El cierre del Penal Cordillera, sus dichos sobre los “cómplices pasivos de la dictadura”, y esta idea de dejar instalada su candidatura para el 2017, no sólo dejaron sin aire la campaña de Evelyn Matthei, sino que fue un claro mensaje para nuestro partido: pretende volver a ser presidente, pero sin el apoyo nuestro.
Lamentablemente, de la relación UDI – Piñera hoy queda poco. No es fácil reconocerlo, no es fácil enfrentarse públicamente al Presidente, pero el sentimiento interno del gremialismo es de incomodidad y de abandono. Esta relación de amistad, que le pedimos de un principio, duró poco tiempo. Fue, en cierta manera, como un matrimonio que se convirtió en acuerdo de vida en pareja, y que terminó divorciándose.

El presidente y su círculo cercano tienen el deseo de reinventar la centro derecha, como si tuviésemos que volver a nacer, pero está equivocado. Nuestro sector ya se reinventó. Lo hicimos cuando le disputamos las poblaciones a la izquierda, y ese es el camino por el cual continuar. No me caben dudas, sí, que en marzo de 2014, cuando se entregue el mandato, el piñerismo -un movimiento que comienza y termina en él- surgirá en su más nítida expresión. A ese movimiento, yo no adhiero. Por el contrario, soy partidario de que la UDI juegue desde ya una opción de llegar al gobierno con una persona distinta, porque el rol de Piñera ya está jugado.

Como partido no debería preocuparnos el movimiento piñerista. No vamos a tener una renuncia masiva de militantes que quieran firmar por él, como sí podría ocurrir con algunos sectores de RN y de la DC. En la UDI somos varios los que pensamos así. Creemos que, en este nuevo escenario, nuestro partido debe hablarle a los militantes, a nuestra gente. Tenemos claro que no representamos al 50% de la población, pero tenemos que hacernos escuchar entre quienes creen en nuestros principios. No hay que temerle a decir que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, ni tampoco a afirmar que el aborto es un delito, porque esto representa a la gente que piensa como uno.

Ya lo dije anteriormente, es difícil enfrentarse al Presidente, pero está claro que cualquier ayuda que él le pida a la UDI va a costar entregarla. Nuestro compromiso con su candidatura en el 2009 fue un parto con cesárea, pero una vez que nació la guagua lo apoyamos con todo. Sin embargo, las confianzas se pierden una sola vez, y yo, por lo menos, ya la perdí. Tengo claro que haber votado por él no fue un error, pero si en el futuro su nombre aparece nuevamente en la papeleta, no vuelvo a votar por Piñera.

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