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Cultura

24 de Octubre de 2013

Yanko Tolic, uno de los primeros thrasher chilenos: “Al principio los pacos se asustaban con los metaleros”

Lidera la banda Massacre, la precursora del metal en Chile, que por estos días celebra 30 años en los escenarios. Acá, Yanko Tolic recuerda su primera tocata en el Saint George, bajo la mirada atónita de curas, que no podían entender que jóvenes melenudos alabaran a Satán y cuenta la vez que lo torturó la policía.

Por



FOTO:Alejandro olivares

Dicen que eres el primer metalero en Chile…
-Ja,ja,ja. ¿Yo? ¿El primero?… Ja, ja, ja…

Debe haber sido muy raro para la gente verte con cruces invertidas y poleras con demonios.
-Completamente. Era rarísimo. Era chocante ver a un trash, tanto para los de izquierda como para los fachos. La gente quedaba impactada cuando nos veía de negro, con estos clavos alemanes, con este estilo medio satánico. A mi casa, incluso, llegó gente evangélica para salvar mi alma, porque creían que yo era satánico…

¿En serio?
-Sí. Es que la gente decía que yo dormía en un ataúd ja, ja, ja. Y los músicos que tocaban rock nos dejaban tocar metal una media hora, no más. Y se tapaban los oídos cuando salíamos a tocar.

Los de Tumulto hacían eso…
-Sí. Le generábamos una especie de animadversión. Encontraban que éramos pura bulla y un estilo demasiado extremo para ellos. Figúrate el quiebre. Antes de Massacre, estaban Los Larks, los Jockers, los High Bass, los Arena Movediza, los Tumulto. Y de repente aparecen los Massacre, ya el nombre sonaba raro, y más encima tocando música que acá no se escuchaba. Entonces, era lógico que estabas partiendo en dos todo. No les simpatizábamos. Habían músicos que nos hablaban. No nos consideraban músicos. Había una estigmatización fuerte. Pero con el tiempo eso fue cambiando. El público nuestro era distinto y llevábamos a veces mucho más gente. Los otros grupos estaban pegados con “la rubia de los ojos…”, con Deep Purple y Led Zepellin no sé cuántos años y la música había avanzado. Y había prejuicios. Los otros músicos se pasaban rollos, pensaban que no iban a tener una parcela en el cielo si tocábamos en el mismo escenario. Por el hecho de estar con nosotros casi se sentían como en el infierno.

Ustedes al final tenían que decir que tocaban otro estilo para que los dejaran tocar…
-Convencíamos a los dueños de locales diciéndole que tocábamos pop latino, GIT, Soda Stereo, Virus, Charly García, jajaja Y, obviamente, nunca tocábamos eso.

LA PRIMERA TOCATA

El nombre Massacre se debe al 11 de septiembre de 1973
-Así es. A mí me marcó mucho el Golpe. Ese día, con mi hermano, estábamos en el colegio, que quedaba en Serrano con Alonso Ovalle y la cantidad de disparos por minuto era impresionante; la gente corriendo por todos lados. A nosotros nos fueron a buscar nuestros padres. Eso me golpeó mucho. Escuchar por la radio a Allende, cuando estaban bombardeando La Moneda, diciendo “esto es una masacre”. Fue una sensación muy del holocausto. Entonces, cuando tengo la oportunidad de hacer una banda, veo que “masacre” era la palabra precisa. Y, bueno, de hecho tenemos un tema llamado GAP, una especie de homenaje épico, a una cincuentena de personas que se defendieron contra un ejército completo en La Moneda.

¿Cómo fue tu primera tocata?
-Un amigo del Saint George School, como en abril de 1985, nos hizo una movida para que tocáramos en un aniversario del colegio. Pero antes habíamos tenido pequeñas escaramuzas, en peñas, donde no éramos bien recibidos. Era pura lana ese público, nada que ver con nuestra propuesta.

Igual, más perdido que metalero en peña…
-Ja ja ja. Claro. El hecho es que debutamos en ese colegio, porque este amigo chico nos amaba. Al llegar no nos querían dejar entrar, al vernos todos de negro, con muñequeras de clavos y cruces al revés, pero al final los alumnos convencieron a un cura gringo. Y llegamos al camarín y estábamos afinando nuestras guitarras con unos amplis pequeños y preparando todo para el ambiente, teníamos espadas, calaveras, cuando veo que en el escenario presentan a una niña con una guitarra acústica y se pone a cantar cosas de Mercedes Sosa, jajaja. Dónde mierda nos venimos a meter. La cuestión es que después nos presentaron y los pendejos cuando nos vieron, se volvieron locos, se pusieron a aullar, a saltar y gritar. Los saludé y les dije: “Somos Massacre y ahora van a saber de verdad lo que es metal”, a lo que todos asintieron y empezamos a tocar nuestro primer tema, “El Guachalomo de Satán” y no alcanzamos a tocar la mitad cuando empiezan a discutir entre ellos, a quedar la cagá, nos empiezan a tirar de todo, hasta ropa, algunos empiezan a saludarnos con los signos de los cachos y a gritar “¡Satán, Satán!”, ante la mirada atónita de los mayores. La mayoría se empieza a retirar ante los forcejeos en el escenario. El presentador nos empuja y empieza a hablar por otro micrófono. Y nos grita que paremos. El volumen estaba tan fuerte que se escuchó en todos los alrededores; el desorden y el caos era considerable. No se entendía nada y todos huyeron del gimnasio y el presentador grita desesperado que no se vayan. Al final, entre algunas escaramuzas, desarmamos y en cinco minutos estábamos afuera riéndonos como demonios. Duramos un solo tema. Quedó la escoba. Al amigo que nos llevó lo dejaron condicional y no invitarían más a bandas que ofendieran a Dios ni las buenas costumbres.

Y después ¿tocaron en otro colegio católico?
-En la escuela Matte. Y nos fue peor.

¿Qué les pasó?
-Nos llegó a buscar una camioneta del colegio, con un chofer muy amable, que nos miraba de reojo por cómo nos vestíamos y por nuestros cabellos largos. Llegamos y apenas descendimos, nos vimos rodeados por una gran cantidad de alumnos pequeños que nos abrazaban y a viva voz anunciaban: “¡Massacre, Massacre!”, como si fuéramos los Beatles. Nos cancelaron lo que nos prometieron, pero alcanzamos a tocar tres temas: “Guachalomo de Satán”, “Las violentas calles de Santiago” y “Fucking the With”. Antes de comenzar todos los niños gritaban: “¡Toquen el Guachalomo!”, y yo les dije por el micrófono: “No sabía que les gustaba el Guachalomo…El Guachalomo de….”, y todos completan el nombre del tema gritando: “SATAAAAAAANNNNNN”. Lo repito varias veces, y al final todos los niños gritaban: “SATANNNN, SATANNNNNN”. En la primera fila estaban las autoridades del colegio y el cura al que casi le da un infarto. En el tercer tema, los niños nos tenían una sorpresa en el escenario: soltaron un tremendo dibujo grande del muñeco Eddie, de Iron Maiden, que aparecía completamente separada su cabeza del cuerpo por un hacha y saltándole la sangre a chorros… Los pendejos se pusieron a saltar con tal fuerza en las butacas, que las empiezan a romper, por lo que deciden suspender todo, al darse cuenta que no tocábamos pop latino como les habían mentido a los profesores… Ja, ja, ja.

LOS PACOS

Los que no estaban ni ahí con ustedes, eran los del movimiento teocrático..
-Uf, era similar a los que vinieron después: Los Valientes de David. Los teocráticos era como escuchar a los hueones de Avanzada Nacional. Se metían a los conciertos. Identificaban los autos de la banda y tiraban sangre, animales muertos, basura. Y querían pelear a mano y con palos. Eran como exorcistas, agresivos, te decían “arrepiéntete, arrepiéntete”. Nosotros los hueveábamos. Hacíamos como que teníamos convulsiones y los gallos súper engrupidos: “vade retro, arrepiéntate”. Y nosotros cagados de la risa.

¿Cómo se llevaban con los pacos?
-A mí me detuvieron por sospecha varias veces, por mi apariencia, nomás.

¿Y los pacos se metían a las tocatas?
-Sí, entraban con UZI y bala pasada. Bastaba que el tipo tirara el gatillo y matara a una persona. Le pegaban a la gente; terminaban las tocatas. Y a las tocatas iban pacos y milicos de civil.

¿Cómo cachaban que andaban de civil?
-Trataban de mimetizarse y juraban que pasaban piola. Iban de tenidas negras, con poleras de John Lennon, po. Jajaja. No los funábamos, pero los teníamos en observación. Pasaba algo extraño. Porque, luego de un momento, empezaban a mover las cabezas, a disfrutar, compraban cerveza, andaban hueveando, se reían entre ellos. Pero de repente se les subía la polera y aparecía la pistola por debajo. Y ellos ya estaban tan metidos en el concierto, que no cachaban que no estaban pasando piola. O de repente eran más evidentes, porque mandaban a pelados, era ridículo.

Al principio, los pacos igual le temían a los metaleros por la cosa satánica. ¿O no?
-En algún momento, sí. Es que de repente se sacaban crucifijos gigantes que los pendejos habían ido a robarse al cementerio. Entonces, se asustaban al principio.

¿Cómo cachaban?
-Una vez antes de un concierto, yo estaba afuera del gimnasio con una chaqueta muy bonita, con un demonio en la espalda y con clavos alemanes. Y se para un bus de pacos y baja un paco corriendo hacia mí, me pone las manos en el hombro y se clava con los clavos alemanes, jajaja. Y grita para el bus “hay un tal por cual con cuchillas”. Y me agarraron como entre 20, me pegaron y me metieron al bus. Luego entra el bajista, después toda la banda estaba arriba de la micro de pacos. Al final no hubo concierto. Fue súper loco, porque llegó todo el público del concierto a la comisaría. Imagínate, todos los metaleros en una comisaría. Y nos ponen a todo el grupo en la pared para revisarnos. Pero de repente me doy cuenta que nadie venía a revisarnos. Y miro pa atrás y todos los pacos estaban mirándonos como extrañados. Claro, porque todos usábamos al Cristo y las cruces al revés con sangre, imágenes satánicas, de demonios. Y todos los pacos estaban así como “oh, nuestro señor Jesucristo, qué está haciendo en esa polera”.

¿Tú te robaste algo del cementerio?
-No. A mí me lo regalaban todo. Me mandaban regalos por correo.

¿Qué cosas?
-Cruces, fotos de santos, hasta un cráneo me regalaron. En los conciertos, nos tiraban al escenario gatos vivos para que los matáramos.

Una crueldad.
-Sí. Tiraban palomas. Se imaginaban que yo hacía sacrificios. Y yo, nada, no mataba ni a una mosca. Pero, a modo de rarezas, un fan me mandó a mi casa un juego de dardos. “Tienes que colocarlo a la pared, disfrútalo”. Ya, pegué la imagen eclesiástica y empecé a tirarle dardos a la imagen, y ¡empezó a salir sangre! Jajaja.

Ustedes quemaban imágenes sagradas en los recitales…
-Teníamos un personaje, el Bestial Fucker, como Eddie, de Iron Maiden, pero de un metro 50 nomás, jaja, que salía con máscaras y cruces, y hacía el medio show. Quemaba las imágenes, se agarraba con el público, hacíamos sacrilegios. Se quemaban vírgenes. A esta altura uno no comparte esas cosas, pero antes sí. Pero en las tocatas, también se gritaba contra Pinochet, se blasfemaba, habían cosas fuertes que excedían a lo que uno esperaba. Había gente que realmente odiaba a las religiones y hacían estos sacrilegios.

El odio de los metaleros en dictadura, era más por la religión que por Pinochet
-Sí, absolutamente.

¿Tú participabas en esos sacrilegios?
-No. Encontraba que erraban en el camino. No era eso lo que quería. Yo quería una manifestación contra lo impuesto. Era remecer los cimientos del libremercado que nos estaban imponiendo.

Ustedes, de hecho, se diferenciaron de otros grupos metaleros al tocar temas más políticos que anti religiosos. Clásico, es su tema “Meando la fosa común” sobre los detenidos desaparecidos…
-Nosotros asumimos un rol más antisistema, pero hubo otros que no lo hicieron. Nuestra banda es la única que se puede jactar de que tocó para todos las movilizaciones sociales, para el NO, en los eventos para recuperar la democracia y no precisamente en las mejores partes. Fuimos a las poblaciones, a la José María Caro, a La Pintana, a La Pincoya, en los 80.

¿Y a los pobladores les gustaba el metal?
-Sí, sí, sí. Era algo que no les llegaba siempre. Era la novedad. Se reían un poco, eso sí. Habían papás con sus guaguas y nosotros tocando metal.

¿Con qué otros grupos tocaban en poblaciones?
-Con Sol y Medianoche, pero también iba Hermógenes con H, la Maggie Lay…

La media mezcla…
-Sí. La gente de los partidos nos llevaban, porque movilizábamos gente joven, metalera, de jeans, más anarca.

Me decías que el odio de los metaleros era más hacia la Iglesia que a Pinochet.
-Claro, existía el cura Hasbún, un cura que se movió para impedir que viniera Iron Maiden. ¡Iron Maiden, poh! Y quemábamos pósteres de don Francisco, de Pinochet, del cura Hasbún, de Juan Pablo II. Era todo un show. Era romper con todo. Había una represión y en la tele 80% de rating del Jappening con Já. En el 73 se estaba muriendo la gente y Los Quincheros cantando el Patito Feo. Y se reían de la señora de Salvador Allende. Era mucho.

¿Qué representaba Don Francisco para ustedes?
-Un personaje más que quemaba nuestro eterno “Bestial Fucker” en el escenario. No nos gustaba su forma de humillar a la gente a base del rating, y el metal no se salvó de eso, a pesar que reconozco que me caí de la cama riéndome de sus payasadas. En lo personal, le respeto porque ordenó a unos conscriptos desamarrar al Gato Gamboa en el Norte cuando lo vio al pasar. Y eso sale en el libro “Un viaje por el Infierno” y también porque no quiso grabar las ruinas del bombardeo a la casa de Tomás Moro del Presidente Allende.

Necrosis fue a Sábados Gigantes…
-Uf, pecaron de inocentes. Pensar que esa grabación es la más vista en la historia del metal en Chile, ja,ja, ja. Por suerte no nos invitaron, no me imagino cómo habría sido.

La mirada de Don Francisco era la mirada general de la época hacia los metaleros al ridiculizarlos…
-Claro. El metal era ridículo. Pero todo era ridículo. Ser distinto era ridículo.

Ustedes también fueron a la tele.
-Sí, a un programa de la Paulina Nin que tenía en los 90. Y nos pidieron que tocáramos la versión metalera que teníamos de Todos Juntos de Los Jaivas. Esa vez invitamos a Mario Mutis a tocar.

¿Qué le pareció el cover?
-Bien interesante. Pensó que sería más transgresora. Pero le gustó.

¿Por qué ese tema?
-Ahora ese tema está manoseado y prostituido, pero en ese tiempo no. Era un ritual, era un llamado a unirse como hermanos en un país muy fragmentado. Ese tema era un llamado, pero lamentablemente vino el 73… y, bueno, Los Jaivas era nuestra banda favorita. Para mí, Las Alturas de Macchu Picchu era como escuchar el Lado Oscuro de la Luna de Pink Floyd. A ese nivel estaba.

LA TORTURA

A ti los pacos te sacaron el pelo con alicate.
-Sí, fue como una comedia de equivocaciones, en el año 87. En ese momento, estuve en un lugar que no debería haber estado. Fue un infierno gratuito. Yo podría haber sido tomado preso antes y no pasó. Nos íbamos a meter a las poblaciones y nunca nos pasó nada. Pero esa vez me tomó Fuerzas Especiales por equivocación: ellos venían de un tiroteo y yo iba a la casa del bajista del grupo por una calle cercana al Estadio Nacional. Y coincidimos. La cosa es que me empiezan a seguir y alcanzo a llegar a la casa del bajista. Pero me van a buscar a punta de fusiles y me llevan a una comisaría. Allá me pega toda la comisaría Rosita Renard con manos y puños. Eso fue bueno por un lado, porque se me durmió la carne. Lo que vino después, fue mucho más fuerte. Nos desnudan y ahí me doy cuenta que estoy con dos personas más que veía por primera vez. Nos hicieron el submarino mojado, nos dieron bastonazos, nos gritaban cosas. Y yo sin entender nada. Me preguntaban por las armas. Después me apagaron cigarrillos en la espalda.

Chucha.
-En una, consigo sacarme un poco la venda y veo a los pacos: tenían cara de placer; se reían en mi cara. No estaban enojados, con ira, ni culpa. Estaban disfrutando. Bueno, la cosa es que se enojaron cuando cacharon que se me había soltado el pelo. Y dicen “mira, el pelo de este tal por cual”. Y sale un tipo con un alicate y me empieza a sacar el pelo a mechones. Te juro que no sentía nada. Imagínate, era un dolor como cuando te sacan las muelas. Y me lo sacaron solo porque tenía el pelo largo. Y después, golpes de puños y patadas. Estábamos perdiendo sangre. El tipo de al lado estaba perdiendo sangre y cae muy mal. Y los tipos se asustan.

¿Y qué pasó después?
-Llegó un tipo de mayor rango que les dijo que era mucho, que por qué nos habían dejado así… La cosa, es que el tipo me vio vestido de negro y me dijo “¿te gusta la música?”. “Sí”, le digo. “¿Qué tipo de música?”. “El rock…”. Y me dijo “a mí también”. Me hizo preguntas de rigor, habló con los gallos y se fue. Al rato, nos soltaron sin pasar por Fiscalía Militar. Una semana estuve recuperándome de las lesiones. Y el día sábado ya estaba tocando, como si nada, contra Pinochet.

LOS METALEROS DE AHORA

¿Cómo ves a los metaleros de ahora?
-Antes eran más políticos, más preocupados de hablar de los destinos del país y de cómo se debía luchar para cambiar las cosas, pero no necesariamente era todo así, había también gente por otros motivos más lúdicos.

Pero me decías que los metaleros de antes, o de los 80, no eran muy politizados
-En términos generales, claro.

Hay gente que piensa que el metal es pura pose…
-Respeto la diversidad de pensamiento, ¿pero qué actitud tiene esa persona que dice que el metal es una pose? ¿Acaso ve algo más elevado donde puede aportar? No es de mi potestad el acortar tanta sapiencia filosófica, pero pienso que al final hay tipos que engrandecen su narcisismo de manera idiota.

¿Qué personaje chileno representaría al diablo en persona?
-La lista es larga; Rafael Sotomayor en la matanza de la Escuela Santa María de Iquique, Julio Popper, asesinos de Selknams, Edmundo Pérez Zujovic en Puerto Montt, pero la lista la encabezan Pinochet, Contreras, Pedro Espinoza, Moren Brito, Fernández Larios, Miguel Krassnoff.

El auge del metal acá fue en los 80, pero en los 90 decayó…
-Sí. En los 90 anduvo decayendo. Muchos metaleros se casaron, tuvieron hijos, algunos quedaron cesantes, lo que hizo a muchos abandonar el movimiento… No sabemos en qué terminará la historia del metal. Pero me da gusto ver en los noticiarios, en la revuelta de Egipto, la polera de metal o a un tipo con polera de Metallica. O aquí en Chile.

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