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Cultura

10 de Diciembre de 2013

El libro que recopila las voces de los mapuches perdidos

Esta historia es fascinante: en los archivos del Instituto Iberoamericano de Berlín, en Alemania, durante casi cien años habían permanecido guardados los apuntes y grabaciones de Robert Lehmann-Nitsche, un etnólogo que a fines del siglo XIX se hizo cargo del museo de antropología de Buenos Aires. Dos investigadores chilenos los recuperaron y editaron un libro monumental con voces que narran desgracias, alegrías y cuentos.

Por


*Fotografía: Alejandro Olivares.

Sistematizar. Desde que llegaron a Berlín buscando un preciado material hasta hoy, y proyectados al futuro, sistematizar es el verbo que orienta el trabajo de Margarita Canio y Gabriel Pozo.
Pozo, que cursaba un doctorado en historia y antropología de América, investigaba la astronomía mapuche. La revisión bibliográfica lo llevó a encontrarse con Robert Lehmann-Nitsche, un etnólogo alemán que llegó hasta la ciudad de La Plata, en Argentina, para hacerse cargo del museo de antropología entre 1898 y 1930 y que había escrito mucho sobre la astronomía indígena, aunque sus escritos nunca habían sido publicados.
Fue así como Pozo llegó hasta el Instituto Iberoamericano de Berlín, donde todos los materiales, como escritos, dibujos y grabaciones, estaban guardados.
-Además de tener escritos sobre la astronomía mapuche, Lehmann-Nitsche también tenía miles de otras páginas. Eran más de tres mil páginas sobre cuentos, cantos, y todo lo que él iba a publicar como un gran volumen que se iba a llamar Textos Araucanos en tres tomos- cuenta Pozo.
Robert Lehmann-Nitsche llegó hasta Argentina luego de la Campaña del Desierto (1878-1885) a trabajar como director del Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Los intereses del etnólogo no sólo se enfocaron en los pueblos originarios, también se dedicó a sistematizar el folcklor popular, los dichos de la gente. Según Pozo, fue uno de los primeros antropólogos sociales, “donde había algo que él encontraba diferente, ahí se iba a meter”, dice.
-Incluso iba a meterse a los prostíbulos para ver qué pasaba ahí, qué se conversaba. Tiene un libro que se llama “los textos eróticos del Río de La Plata”. Se preocupaba de todo, la cultura popular, los pueblos originarios, estudios de cráneos, huesos, perfiles, les medía la cara, sacaba sus hipótesis medias locas ahí. Se movía entre la antropología física y la cultural. Al tema mapuche le dedicó mucho énfasis, aunque nunca logró publicar, que era su sueño. No sabemos por qué nunca publicó. Sus grandes colaboradores fueron Catrilaf y Nahuelpi, y Juan Salva, que eran quienes le ayudaban a transcribir, traducir. Yo creo que volver a Alemania y estar sin esas personas influyó mucho -dice Pozo.
-Tenía que irse a Alemania de vuelta y ahí es donde se pierden los rastros de Lehmann- Nitsche, no se sabe qué le pasó, además que allá encontró la muerte -dice Canio.
Según Pozo, hay investigadores alemanes que aseguran que Lehmann-Nitsche se empezó a meter en la ideología nazi -previo a la Segunda Guerra- y que esa fue una de las razones para que dejara Argentina y volviera a Alemania para incorporarse al partido. Murió en 1938, antes de los sesenta años, no se sabe por qué.
-También se dice que por una cuestión ideológica pasa a ser una especie de oposición dentro del mismo partido, oposición que también era perseguida y asesinada- explica.
También en ese tiempo ellos estaban preocupados de las razas…
-Exactamente. Si uno empieza a revisar la investigación de la antropología física que hizo Lehmann-Nitsche, era principalmente para dar cuenta de estos niveles de diferenciación racial, de saber cuál es el origen de esta gente –dice Pozo.
El proyecto del alemán, explica Pozo, era publicar un libro muy parecido a los Estudios Araucanos de Rodolfo Lenz, o a textos de investigadores como Tomás Guervara, “solamente que Lehmann-Nitsche nunca logró publicar su librito, un librito que era mucho más gordo que el que ya habían publicado sus otros colegas”, dice Pozo, mostrando un ejemplar de “Historia y Conocimiento Oral Mapuche. Sobrevivientes de la ‘Campaña del Desierto’ y ‘Ocupación de la Araucanía’ (1899-1926)”.
El libro, de grandes dimensiones, es producto del trabajo de sistematización que Pozo y Canio realizaron durante dos años en Alemania, revisando los documentos de Lehmann-Nitsche, traduciéndolos del mapudungún al castellano, ordenando, escuchando grabaciones y transcribiendo. En el instituto, además de manuscritos del etnólogo, había más de cien fotografías, postales y grabaciones de conversaciones en cilindros de cera. “Son las primeras grabaciones de la lengua y los cantos mapuches de la época”, explican.
Aunque en un principio no estaba convencida de trasladarse a Alemania, Margarita Canio dice que cuando llegó y revisó los materiales se dio cuenta de lo impactante que era.
-Escritos de mapudungún de hace cien años atrás. Eso es increíble -dice.
Ahí, cuenta, comenzó el proceso de transcripción. Inicialmente pensaban estar algo más de un año, pero Margarita comenzó un máster que la hizo enfocarse, además de traducir, en trabajar los relatos históricos.
-Mi investigación fue sobre el malón como la invasión que fue. Ahí recupero todos los relatos que hablaban de cómo a la gente la agarraron y los llevaron deportados a Buenos Aires. El trabajo final se llama “Sobrevivientes del malón y su relato histórico en los años 1899 hasta 1926”- dice.
En el proceso, cuentan, otros investigadores los instaban a que publicaran el material, que escogieran algunos temas, que fueran por partes. Pero la pareja siempre tuvo la idea de publicar la obra completa. La intención era que nada se perdiera y autoeditarse; lo consiguieron con varios fondos que permitieron que el libro quedara tal y como ellos querían, además de incorporar imágenes y adjuntar un CD con los audios de la época.
-Respetamos tal cual lo habría dejado Lehmann-Nitsche- dicen.

LENGUA
Margarita Canio aprendió mapudungún y castellano a la vez. Toda su familia, toda su comunidad, habla la lengua mapuche. Cuando chica, sus papás se turnaban para hablarle cada uno en un idioma. Así, dice, no le quedó otra que aprender. Y ese aprendizaje le permitió traducir la gran cantidad de material que dejó Lehmann-Nitsche.
-Mi comunidad mantiene viva la lengua y desde pequeña me motivaron, me enseñaron, y por último me obligaron a que tenía que hablar. Porque yo llegué en esa época donde la lengua seguía siendo súper importante, pese a que en la escuela existía todavía esa discriminación, de que esta chica no habla bien el castellano, tiene problemas de lenguaje. Estaba ese prejuicio. Pese a eso mi familia siempre me habló en la lengua -cuenta.
Canio es originaria de un lugar que se llama Cusako, a unos doce kilómetros hacia el oeste de Temuco, saliendo por el camino Niágara. Lo que separa a las comunidades de la ciudad es el río Cautín.
-Siempre ha sido así. Cuando se relata el enfrentamiento entre los militares chilenos y los mapuche, se habla de que el río fue lo que nos permitió a nosotros salvarnos. Eso todavía funciona un poco como frontera. Pese a esas dificultades, la gente tiene respeto por su idioma, eso me ha ayudado a mí bastante a enfrentarme a esta situación, por ejemplo, porque si no no podría haber hecho un trabajo así -dice.
Me imagino que es algo que te marcó a ti también, vivir con esta frontera en tu comunidad…
-Me acuerdo cuando era chica que siempre estaba ese miedo de que por el camino Niágara empezaran a llegar poblaciones, la gente tenía ese temor. Hoy día ese temor me parece que está volviendo un poco. Se acuerdan de hechos bien terribles pero que era lo que se vivía en la época. Mi papá me contaba que en esa zona donde está el río, cuando hubo pelea ahí, dice que agarraron a algunos soldados y les cortaron la cabeza y los dejaron mirando hacia el lado del río, para que en el futuro los winkas no pudieran invadir esa zona. Esa era la creencia. Hoy en día pienso y digo, ¿resultará eso que hizo antes la gente para evitar el avance hoy?
¿Cómo hiciste el trabajo de traducción?
-Este material estaba dividido en tres partes, Textos Araucanos 1, 2 y 3. Empecé en orden a traducir unos cuentos míticos primero. La traducción fue, una primera parte, muy a la ligera. A medida que iba avanzando me di cuenta que había cuentos complejos que requerían de más análisis y además fueron surgiendo palabras que yo en ese minuto no tenía en mi vocabulario de la lengua mapuche, así que empecé a preguntar a mis familiares y una familia de Junín de los Andes, que por el contexto conocían todas las palabras que nosotros no. La traducción total fueorn dos años de trabajo, muy complejo. Yo iba traduciendo y Gabriel iba revisando. Cuando terminé de traducir, fue casí como un descanso para mí, porque fue complicado. Algunas palabras se mantuvieron tal cual en lengua mapuche porque no existe traducción. Con los cilindros de audio estuvimos dos semanas aproximadamente, algunos audios los escuchamos más de cien veces –explica Canio.
¿Qué historias de todos los manuscritos les fueron llamando más la atención?
-Hay una autobiografía de Catrilaf dictada por él mismo. En cuarenta páginas cuenta cómo era su vida cuando chiquitito, cómo lo crió su papá, cómo nunca en su vida había visto a los winkas, menos a los soldados, cómo empezó a escuchar cuando los invadían. Una historia contada con lujo de detalles, partiendo por la niñez, cuando salían a cazar avestruces, hasta la invasión de los militares. Ese trocito te da la perspectiva completa de cómo fue la época, de cómo se llevaron a la gente a Buenos Aires, cómo los subieron amarrados, se los llevaron por entremedio de la Patagonia, cómo los subieron al barco. Está todo relatado desde dentro. Es genial tener acceso a estas historias hoy día –dice Pozo.
Y Margarita Canio sigue:
-No sólo está la parte más dura, también hay historias de cómo la gente se adaptó a la ciudad -nunca habían estado en una – que se terminan gastando la plata; hay cuentos de animales, cantos, textos un poco eróticos. Hay cosas muy tristes y a la vez muy alegres, de cómo la gente pudo sobreponerse ante lo que estaba viviendo. Hay cartas donde hablan de sus funciones en la ciudad de La Plata, de cómo se comunicaban con cartas. Juan Salva era el sirviente de Lehmann-Nitsche, su criado, le hacía todo el trabajo de recopilación de traducción. Él hace una carta muy emotiva, dice que se levanta temprano, se baña, hace rogativa, así ves tratan de mantener de alguna forma su vida en la ciudad. Eso es interesante.
Todo esto empezó por buscar material de astronomía. ¿Qué encontraron?
-Hay cosas que declaradamente están como astronomía, otras como relatos cosmogónicos, y lo más bonito de todo, es el canto final de Catrilaf, porque él en un momento empieza a contar una historia y dentro de esa historia empieza a decir que los antiguos abuelitos de ellos decían que cuando una persona fallecía esa persona se convertía en estrella. Funciona como relato cosmogónico, que es lo primero que está en los textos históricos, y lo que está en los cantos, donde hay muchas cosas que se van relacionando con el sol, la luna y las estrellas, y los manuscritos con los cuales Lehmann-Nitsche iba a confeccionar su astronomía araucana, donde en unas fichas va indicando cada uno de los conocimientos que existen sobre la astronomía mapuche, e incluso va incorporando algunos dibujos. Hay más de 300 fichas dedicadas a América del Sur, a veces incluso Oceanía. En los dibujos hay figuras como un guanaco, una de las constelaciones que existen en el mundo mapuche. Con esas fichas haré un nuevo libro, de astronomía y cosmología mapuche –explica Pozo.
Es interesante porque el descubrir que hay una astronomía mapuche implica que la cultura es más compleja de lo que normalmente se piensa.
-Sí, además ese trabajo que está haciendo ahora Gabriel va a incorporar lo de Lehmann- Nitzsche pero también trabajo de campo, conocimiento que existe actualmente sobre astronomía. Eso es re interesante, son relatos de primera fuente –dice Canio.
-Ancianos, ancianas, mujeres y hombres jóvenes que nos conversaron sobre la luna, el sol, las estrellas, las constelaciones. Eso va a venir en un libro ilustrado. Lo estamos ilustrando con un artista mapuche que se llama Ramón Daza –agrega Pozo.
Increíble encontrar la memoria de un pueblo en alemán… Hay una vida, se habla de una sociedad que finalmente es súper sofisticada. A mí, eso no me lo enseñaron. Estamos hablando de astronomía. ¿Esas cosas están vivas todavía en el campo?
-Sí. Por eso proyectamos seguir recopilando esos relatos actuales, sistematizarlos. Que se reconozca que esto todavía está presente y que es también algo que nos permite comprender la sociedad que somos hoy día –contesta Canio.
Cuando introducen su libro ustedes dicen que es para continuar con el trabajo de la intelectualidad mapuche. Y en la actualidad, en Chile, hay historiadores que insisten en que los mapuche están extintos…
-Es un discurso antimapuche. No creo que sea ignorancia, creo que es a propósito para opacar el movimiento mapuche, a los que somos pro mapuche, no reconocer que en Chile hay diversidad. Todos quieren meternos en un saco, yo no estoy en contra de que el chileno se crea el cuento de ser chileno, creo que está bien, pero hay que reconocer también que estamos nosotros, los aymaras, los rapa nui, los kaweshkar, los picunches, etcétera –dice Margarita Canio.
Y Pozo agrega:
-Es una definición de cultura bastante sesgada. Hay un grupo de historiadores que prefieren decirlo así, pero si tú te asumes como una cultura basada en un pensamiento, una lengua, por supuesto que los mapuches siguen existiendo en la actualidad, y no solamente en la Araucanía. Nosotros conocemos personas en Santiago que son hablantes de la lengua que están haciendo más cosas por recuperarla y revitalizarla. En Europa nos encontramos con gente mapuche consciente de una historia, una carga cultural muy fuerte. Hay una intención de recuperar y sacar a flote.
Hay mucho mapuche joven en Santiago que se esfuerza por eso.
-Aquí se ve más fuerte el tema de la revitalización de la lengua y aspectos de la cultura, eso es re interesante. La capital es súper absorbente y la lengua puede llegar a ser más llamativa para una persona que está viendo cómo se está levantando, cómo se está recuperando, en conjunto con lo que está haciendo la gente en el sur, de recuperar tierras. Hay mucha gente que en su interior está intentando mantener la lengua, no lo visibilizan, pero están luchando para que no se pierda; todos los días le hablan a sus hijos, sobre todo los de zonas cordilleranas, es bien particular de ellos –dice Canio.
-Insisto, según la noción de cultura que tú quieras asumir puedes hablar de un pueblo extinto o uno que sigue vivo. Creo que tenemos la suerte de que también hay otros historiadores, como Jorge Pinto, que dan vuelta la tortilla –agrega Pozo.

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