Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

19 de Diciembre de 2013

¿Habrá terremoto esta vez?

Ganó Michelle Bachelet. Aunque se trató de la crónica de una victoria anunciada, tal como sucede con la muerte, no es lo mismo verla venir que cuando llega. Lo que ayer era campaña -la venta de un sueño mejor que los otros-, hoy es plan de gobierno. Ya no se trata de ganar votos, sino […]

Patricio Fernández
Patricio Fernández
Por

Ganó Michelle Bachelet. Aunque se trató de la crónica de una victoria anunciada, tal como sucede con la muerte, no es lo mismo verla venir que cuando llega. Lo que ayer era campaña -la venta de un sueño mejor que los otros-, hoy es plan de gobierno. Ya no se trata de ganar votos, sino de hacer posibles las promesas. Supongo que muchas de las cosas no especificadas por Bachelet, respondían a que no es mentirosa. En las entrevistas prefiere callar o “embolinar la perdiz”, cuando no sabe o no quiere decir la verdad. Definirse es también comprometerse, y ella, que ya gobernó una vez y conoce las limitaciones de la realidad, a sabiendas de que su triunfo estaba escrito, prefirió desbandar aspiraciones que atarse a metas puntualizadas.

Cualquier mayor de edad sabe que los planes se acomodan en el camino. Para los viajeros, lo importante es ir a alguna parte, una seña en el mapa hacia la que nos dirigimos con la esperanza de que nos sorprenda, es decir, de que no sea fraude, pero tampoco exactamente lo que esperábamos.

¿Adónde va Michelle Bachelet? Ella es de izquierda. No tiene dudas al respecto. Durante su primer gobierno, aprendió a desconfiar de los partidos. Cuentan que tras llegar a acuerdos, hubo bancadas “amigas” que a la hora de votar hicieron todo lo contrario a lo que habían prometido. La Bachelet ya no cree para nada en la Concertación que hasta aquí conocemos. Una vieja amiga suya me contó que antes de tomar la decisión de volver a postularse, le comentó: “si es para seguir marcando el paso, no vale la pena”. La actual presidenta electa quiere correcciones profundas. “Pero hay, en realidad, al menos dos Michelle: la simpática y encantadora, que fascina a la gente, y otra muy pragmática y fría a la hora de las decisiones”, sostiene su ex ministro Viera-Gallo.

Durante su anterior mandato entendió que no se podía reinventar la rueda, y a un cierto punto, recurrió a los que hace rato la venían haciendo girar. Esta vez no se autoimpuso ningún tipo de atadura, ni de género ni de novedad, para diseñar su gabinete. Necesitará políticos hábiles que conciten voluntades cada día menos disciplinadas, pero también rostros frescos que encarnen ese cambio de ciclo con el que tanto se ha palabreado. No sólo la mueve la convicción, también la coquetería. Quizás su más importante tarea política sea concretar verdaderamente este engendro de Nueva Mayoría. Ahí también debiera estar el mundo de MEO, de Sfeir, de Jackson y Boric. Son todos más próximos a lo que representa Michelle Bachelet que la escuadra DC de los Walker.
Si en la nueva Nueva Mayoría priman, sin embargo, los discursos apasionados, esta historia se empantanará en chillidos. Cualquiera de los dos lados puede detonar el griterío. Si la derecha se encierra en sus miedos, capaz que aparezcan los monstruos. Sería verdaderamente una lástima, porque la gente se ve en calma. Esta elección estuvo desprovista de todo apasionamiento. A buena parte de los chilenos, de hecho, le dio lata ir a votar. La onda de los escupitajos es anecdótica, pero decidora. Ronda por los márgenes la rabia destemplada. Se la puede ver en los comentarios anónimos de la web y las redes sociales, tanto o más que en los demoledores de semáforos.

Me intriga la ruta que tome la promesa de nueva Constitución. Podría concretarse en muchas realidades distintas. La discusión acerca del mecanismo ya no es sencilla. Según Ricardo Lagos, de optarse por una Asamblea Constituyente, su sola composición daría lugar a litigios infinitos. ¿Se opondrá la derecha en bloque? ¿Llamaremos Nueva Constitución a una carta fundamental escrita de nuevo, “desde una hoja en blanco”, o se pactará llamar así a la misma que tenemos ya sin sus cerrojos y con otras cuántas transformaciones? ¿Qué nuevos ajustes reclamará la población? Para cualquiera es claro, a decir verdad, hacia dónde quiere avanzar Bachelet. Lo que aún no sabemos, es cuánto y qué transará en el camino. La mañana que asumió Piñera, Chile tembló. Esta vez, en cambio, aunque algunos auguren lo contrario, al menos por el momento, la tierra permanece en calma.

Notas relacionadas