Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Poder

12 de Enero de 2014

Carlos Peña acusa “tontería” de la derecha y saca trapitos al sol de Hernan Larraín en temas valóricos

En su columna de El Mercurio Peña adujo que las palabras del dinosaurio RN Miguel Otero vertidas esta semana -y que apuntaron a que un hijo con padre y madre gana más plata que otro que no los tiene- son parte del rancio ADN de la derecha. Recordó cómo Hernán Larraín durante la tramitación de la ley de divorcio decía: "Los hijos de divorciados incurren en ebriedad 5 veces más que los hijos de matrimonios unidos; en robo, el triple; más del doble en heridas con necesidad de atención médica de la víctima; y mienten un 30% más...”. Y otra joya: "Colocar a los hijos naturales en la misma categoría de los hijos legítimos sería arruinar la institución fundamental del matrimonio". Según Peña Otero dijo todita la verdad.

Por

El columnista de El Mercurio y rector de la UDP, Carlos Peña, se preguntó este domingo en el decano: ¿A qué se debe tanta tontería que incluso llega a avergonzar?

La pregunta apuntó precisamente a la salida de madre -acaso una confesión de parte- vertida por el dinosaurio RN Miguel Otero durante la semana en una actividad del partido para formar jóvenes.

Esto dijo Otero: “El (rendimiento) del hijo de una familia de padre y madre normal puede llegar a 200 ó 220; el hijo de padre o madre separados puede llegar a 150 o 160 y quien es hijo solo de madre a veces alcanzan 100”.

A juicio de Peña las palabras del ex embajador de Chile en Buenos Aires -que salió con viento fresco por avalar la dictadura de Pinochet- no es “ni una excentricidad ni un exabrupto, ni mera ignorancia ni el tipo de cosas que dicen quienes viven envueltos en las nubes de los años”.

Se trata nada menos, sostiene Peña, del ADN más fino y más profundo de la derecha chilena, el diamante escondido en el fondo más recóndito de una mina de carbón perdida en el tiempo. En suma las palabras de Otero -y lo “interesante”, sostiene el columnista- “es que es representativa de los prejuicios y de lo que piensan muchos integrantes de la derecha”.

En esa línea recordó la llamada reforma a la Ley de Filiación, la que buscaba igualar a los hijos naturales, legítimos e ilegítimos en una sola categoría. El argumento, una vez más fue que deterioraba la institución de la familia.

Y citó a Hernán Larraín: “Colocar a los hijos naturales en la misma categoría de los hijos legítimos -explicó entonces Larraín, echando mano a unas citas- sería arruinar la institución fundamental del matrimonio”.

De allí que Peña sostiene que la raigambre moralista, de ligadura eclesiástica de la derecha siempre apunta a “la creencia que las relaciones sociales están atadas a un orden natural que, si lo abandonan, se corrompen”.

Sin ir más lejos, y sólo hace diez años, Peña rememoró la discusión de la Ley de Divorcio. Allí los dichos de Otero eran los de un niño de pecho, al lado de los argumentos esgrimidos en el Parlamento por los fachos de siempre.

Y volvió a citar a Hernán Larraín: “Los hijos de divorciados -informaba de nuevo el senador Hernán Larraín- incurren en ebriedad 5 veces más que los hijos de matrimonios unidos; en robo, el triple; más del doble en heridas con necesidad de atención médica de la víctima; y mienten un 30% más. De los menores encarcelados, por cada hijo de un matrimonio estable hay 8 niños que viven solo con uno de sus padres (2 con uno solo; 2,5 con la madre y el padrastro y 3,5 con el padre y la madrastra). Estadísticas similares muestran el mayor índice de delincuencia, drogadicción, problemas educativos y psicológicos, fracaso matrimonial futuro, etc., entre hijos de divorciados”.

Y en el caso de la discusión del AVP, por estos días, tampoco mejora el panorama de la derecha. Y si de recuerdos de trata, otra joya: “Sergio Diez sostuvo apenas hace tres años que legalizar las uniones homosexuales era equivalente a aceptar la poligamia o los contratos de esclavitud. ¿Vamos entonces -preguntaba Diez- a abrir la puerta a uniones inestables o caprichosas que desnaturalizan la familia, para luego recoger los destrozos? Como se ve, Otero no ha hecho más que reiterar ideas alojadas en algunas de las cabezas más prestigiosas de la derecha”.

Peña adujo que la autoimagen más rancia de la derecha -esa de caballos corraleros, el jornal, el fundo o la industria- están fuera de tiesto con los tiempos, pero no por ello han desaparecido. Más bien están allí, vivas, pero silentes.

“Esas ideas, si así puede llamárselas, no son más que la racionalización del mito sobre el que ciertos grupos de derecha gustan elaborar su historia: la idea de que la única identidad digna es la que está atada a un linaje, a una cadena de reproducción de la vida, cuyos eslabones, sin falta o salto alguno, serían el matrimonio y la propiedad. Se trata, por supuesto, de un mito. Balzac decía que tras toda fortuna se esconde un crimen. Habría que agregar que todo linaje -especialmente cuando se le subraya y se le defiende con tanto ahínco como ocurre con los citados- debe ocultar una vergüenza”.

Por eso, concluye Peña, la sinceridad que le otorga la vejez a Otero, no ha hecho más que ayudarlo a decir la verdad sobre su sector político.

Notas relacionadas