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Cultura

9 de Junio de 2014

Jang Jin-sung, poeta del régimen: “El dólar es el nuevo Dios norcoreano”

“El dólar está poco a poco sustituyendo al líder supremo como el nuevo Dios de los norcoreanos”, asegura en una entrevista con Efe Jang Jin-sung, el que fue poeta propagandístico del régimen y cuya autobiografía acaba de publicarse en inglés. Jang, que desde su exilio en Seúl descifra algunas de las claves del poder en […]

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Jang Jin-sung

“El dólar está poco a poco sustituyendo al líder supremo como el nuevo Dios de los norcoreanos”, asegura en una entrevista con Efe Jang Jin-sung, el que fue poeta propagandístico del régimen y cuya autobiografía acaba de publicarse en inglés.

Jang, que desde su exilio en Seúl descifra algunas de las claves del poder en el país más hermético del mundo, sostiene que el actual dirigente Kim Jong-un “tendrá armas nucleares, pero es incapaz de controlar el precio de un huevo en el mercado negro”, y que precisamente será la economía sumergida la que acabará con la dictadura.

En 1999, a sus 28 años, Jang emocionó a al entonces líder, Kim Jong-il, con una poesía de alabanza, lo que le aseguró un trabajo como poeta propagandístico y le convirtió en uno de los “admitidos” del “querido líder”, el más alto honor y privilegio al que aspiraría cualquier norcoreano.

Sin embargo, las contradicciones del régimen y la información del exterior a la que tenía acceso para componer sus poesías cambiaron su visión hasta obligarle a desertar en 2004.

El régimen impone “una dictadura psicológica mucho más importante que la física” y por eso el pueblo no se rebela, explica este hombre menudo con aspecto de intelectual que se sonroja cuando escucha “best seller” en referencia a su nuevo libro, titulado “Querido líder”.

“Desde que naces solo aprendes una verdad: que el líder es increíble, extraordinario, amable, es algo tan espiritual que cuestionarlo parece moralmente incorrecto. Está en tu sangre, es como una religión en la que el líder es Dios”, comenta.

El escritor mantiene sin embargo que “el dólar está poco a poco sustituyendo al líder supremo como el nuevo Dios de los norcoreanos” debido a la imparable proliferación de los mercados clandestinos en el país.

Éstos han sustituido en la práctica al sistema de distribución socialista del Estado, que en teoría garantiza las provisiones básicas al pueblo pero permanece colapsado desde la “ardua marcha” de los años 90 en la que murieron de hambre unos dos millones de norcoreanos.

“Antes, a pesar del hambre, los ciudadanos consideraban inmoral recurrir al mercado negro, pero hoy están tan desesperados que nadie se plantea no hacerlo”, atestigua Jang, que desde hace años investiga lo que sucede en su país y publica exclusivas en su página web News Focus International.

El mercado negro, que lleva desde China a Corea del Norte no solo comida y productos básicos sino también variados libros, series, documentales y películas en CD, USB y DVD, plantea según el entrevistado una “gran amenaza a la supervivencia” del anacrónico régimen de la dinastía Kim.

“El mayor miedo del Gobierno es que entre información del exterior, porque da evidencias concretas a la gente de que el líder no es perfecto. Solo los hechos documentados pueden desmontar la mentira” del aparato propagandístico del sistema, expone.

Sobre Kim Jong-un, que llegó al poder tras la muerte de su padre en diciembre de 2011, el escritor cree que la imagen divina del líder construida por el aparato propagandístico no ha calado tanto entre los norcoreanos debido a su juventud e inexperiencia.

“A diferencia de sus antecesores, definidos como padres protectores que esperan con los brazos abiertos a sus súbditos, la propaganda sobre Kim Jong-un ha tenido que adaptar la idea de Dios para mostrar a un dirigente que se acerca al pueblo”, analiza.

Jang Jin-sung siempre camina acompañado de guardaespaldas al ser uno de los desertores norcoreanos más importantes en Corea del Sur, donde tras diez años de exilio sigue recordando cada día a sus padres con remordimientos por haber huido sin poder despedirse de ellos.

El otrora privilegiado en las elites de Pyongyang cruzó en el invierno de 2004 la frontera con China en un periplo de 35 días en el que el hambre y el frío casi acaban con su vida, “aunque lo peor era el miedo a ser apresados por agentes y enviados de vuelta al Norte” donde sería torturado y ejecutado por traición, asegura.

“No fue hasta que pisé el suelo de Seúl cuando sentí que finalmente estaba a salvo y no me iban a matar”, recuerda este refugiado que en sus diez años de exilio en Corea del Sur ha aportado a los servicios de inteligencia y al público en general importantes datos sobre el funcionamiento del Estado más opaco del mundo.

Tras escuchar sus elogios a la libertad y la prosperidad propias de Corea del Sur, no podemos evitar preguntarle: “Sr. Jang, ¿hay algo que sea mejor en el Norte que en el Sur?”.

“Sí, la cerveza”, asegura. “La cerveza norcoreana es mucho mejor”.

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