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Opinión

12 de Junio de 2014

Estudiantes y aborto: queremos avanzar hacia una educación no sexista

Para muchos resultaría extraño, a primera vista, que el movimiento estudiantil se pronuncie sobre el aborto y haga sentir su voz en el debate. Sin embargo, una dato arroja por tierra esta aparente extrañeza: los embarazos adolescentes son, en su abrumadora mayoría, de estudiantes. Dentro de ellos, la mayor parte se la llevan las estudiantes más pobres, las que no reciben ningún tipo de educación sexual ni afectiva en sus precarizados colegios. Esas mismas estudiantes que son acosadas en las calles desde temprana edad. Son, también, las que sufren las brechas de género que evidencian las pruebas estandarizadas y segregadoras como el SIMCE o la PSU y ven coartados así los caminos posibles para ellas.

Melissa Sepúlveda
Melissa Sepúlveda
Por

El Estado no decide aquí A1

Hay que reconocer que el género y las sexualidades no han sido preocupaciones del movimiento estudiantil. Por lo mismo, es menester avanzar en la maduración de las y los estudiantes como actores que asumen la educación como el espacio de la transformación social en un horizonte mucho más amplio. Las reivindicaciones de los últimos años han relevado el carácter de la educación como derecho social: esto tiene como consecuencia que comprendamos al proceso educativo como un elemento más de nuestras relaciones, inseparable y profundamente unido a ellas. Por lo anterior, hemos expresado posturas sobre temas como la recuperación de los recursos naturales, la represión a los pueblos originarios y el fin a la precarización del trabajo. Creemos que los cambios no se logran en solitario, y es tarea de todas y todos el tender puentes entre los sectores en lucha. Y, hoy, uno de los sectores que cobra relevancia es el de las mujeres por la soberanía de sus cuerpos, en sus más diversas expresiones.

Como estudiantes nos parece que el debate sobre el aborto abre un campo más amplio y que urge discutir: la necesidad de una educación no sexista. Es cosa de leer y escuchar muchos argumentos que circulan, muchas veces en puño, letra y boca de las mismas mujeres. Si algo queda claro una vez despejada la confusión, es el peso que sigue teniendo la moral sexual conservadora cuando se intenta hablar de la autonomía de los cuerpos de las mujeres. Por eso nos parece necesario que los cambios educativos que el país necesita apunten a la construcción y fortalecimiento de una educación pública y laica, que fortalezca nuestra autonomía y que ayude a desmantelar las formas de violencia sexual y de género que se reproducen en el aula.

Las organizaciones estudiantiles que se ocupan de este tema se multiplican en los últimos años. La declaración de la Secretaría de Género FECh dice, recientemente, que “la libertad de enseñanza debe estar regulada en cuanto a que la formación profesional no pueda ser instrumentalizada para imponer visiones de moral religiosa al ejercicio de las profesiones o en torno a la legislación vigente, ya que cabe señalar que la Iglesia y el Estado en Chile se encuentran separados desde 1925. Insistimos en que es necesario implementar una visión educativa de carácter laica, no sexista, emancipadora y con perspectivas de género”. Ante las recientes declaraciones de autoridades universitarias como el rector de la Universidad Católica, se hace más que urgente que las y los estudiantes discutan y se pronuncien al respecto, para elevar el contenido del debate sobre el aborto.

Como estudiante, feminista y libertaria considero que una educación no sexista significa también reconocer el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras sexualidades. Es otro paso más en el cuestionamiento que hemos hecho de la educación en Chile. En los últimos años hemos ido profundizando la crítica, en un inicio al financiamiento educativo, hacia la orientación del conocimiento que se imparte. Buscamos orientar los recursos y esfuerzos de la comunidad educativa hacia la creación de las bases de una nueva sociedad. El sistema educativo debe estar al servicio de todo Chile y no sólo de la mitad de éste. Una educación que no sea sólo para heterosexuales, sino que para todos y todas (también para quienes no se sienten dentro del todos ni del todas) Queremos construir una educación que termine con la segregación sexual en los colegios, que sea parte activa en la superación del sexismo y la transfobia que campea en las instituciones educativas.

*Presidenta de la Fech

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