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Nacional

23 de Octubre de 2014

Labbeliebers: “Él es el sucesor de Pinochet”

La tercera sala de la Corte de Apelaciones de San Miguel ratificó ayer la libertad bajo fianza del exagente de la DINA Cristián Labbé, junto a tres otros procesados en el caso de 11 denuncias por 13 víctimas de Tejas Verdes. La resolución subió, sin embargo, el monto de $200.000 a $500.000 aún cuando Cristián Espejo, abogado del exalcalde, pidió que se rebajara a $50.000 por estar “cesante y jubilado”. Unas seis mujeres, que no se declararon parte de ninguna organización, llegaron a apoyar al “viejo roble”, como le llama Julieta Aguilar: “Aunque te talen y te talen nadie te va a derribar”, repitió varias veces en el recinto judicial.

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Julieta Aguilar llegó ayer desde Conchalí a mostrar su apoyo al exagente de la DINA, excoronel del Ejército y exalcalde de Providencia, Cristián Labbé. Tenía puesta su chapita de Augusto Pinochet y a pesar de su cáncer al estómago se fumó varios cigarros a la salida de la Corte de Apelaciones San Miguel.

Se sabía que a las nueve comenzarían los alegatos para mantener o revocar la libertad bajo fianza que la ministra en visita, Marianela Cifuentes había otorgado el martes a Labbé y los otros ocho implicados en el caso de Tejas Verdes. La espera, sin embargo, se extendió hasta las 11 de la mañana. En los alegatos Cristián Espejo, abogado de Labbé, pidió que se rebajara la fianza a $50.000 por estar “cesante y jubilado”. Además agregó que todos sus ingresos se van entre la pensión a su exesposa y a su hija de 28 años, a quien le entrega $450.000 mensuales. Sin embargo, la resolución que otorgó la libertad bajo fianza previo pago de $500.000 no se supo sino pasado el mediodía.

Durante todo ese tiempo unas seis mujeres estuvieron mostrando carteles y repartiendo información sobre “falsos detenidos y nuestros caídos”, como llaman a los miembros fallecidos de Fuerzas Armadas o simpatizantes del gobierno de Pinochet. No son parte de sus caídos los militares o carabineros víctimas de sus propios compañeros de armas. Esos son “traidores”.

“Nosotros también tenemos voz y voto. Y tenemos caídos también: hartos militares y carabineros que los marxistas mataron y nunca andamos llorando como ellos”, dice, cigarro en la mano, a la salida de la Corte. Carmen la apoya: “Está bueno que se cabreen de hacerse las víctimas. Si ellos tiraron la primera piedra. El viejo Allende, ese sí que era, no dictador, ¡un tirano! Que no teníamos nada que comer, por no ser del lado de ellos. Eso sí que es no respetar los derechos humanos de las personas”.

Los dos carabineros ejecutados por orden de Manuel “Mamo” Contreras y el coronel de Carabineros retirado Carlos Silva, por llegar en estado de ebriedad, no forman parte de esos “caídos”. Carmen es firme al decir que “hay uniformados que son de izquierda también, que tienen esas ideas. Son gente que está atornillando al revés. Así como el Prats que quisieron desencabezar el gobierno militar, las Fuerzas Armadas. Entonces son gente traicionera. Gente que le gusta el chuchoqueo. Pa mí son unos traidores de mierda, disculpando el dicho. No quieren su patria porque prefieren a los comunistas que destruyen la patria quemándolas con bombas”.

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A pesar de que otra de las mujeres le aconsejó al grupo “no hacer ninguna declaración mientras él (Labbé) no salga libre”, Julieta y Carmen están deseosas de que se escuchen sus palabras. Dicen que los jóvenes no conocen la verdad y que los pinochetistas no vienen sólo del barrio alto: “La gente que apoyó al gobierno militar también somos de población”, dice Julieta. Carmen le complementa: “En Providencia y Las Condes también hay gente pobre”. Ella viene de la Gran Avenida y trabaja en una bodega. No le avisó a sus jefes que no iría ayer, así que cuando la espera se alarga busca donde cargar su teléfono para llamarlos.

Julieta tenía 11 años para el Golpe de Estado y 41 años después no puede creer que estén “ajusticiando a los héroes de la patria. Porque para mí son héroes de la patria”. Dice que en el gobierno de Salvador Allende lo pasó mal “porque mi mamá tenía que salir a hacer cola desde la mañanita hasta la noche para conseguirse un pollito que nos tenía que durar como la esperanza del pobre. En el sur a mis abuelos les expropiaron su fundo”. Desde allá, de Llanquihue, se vino a los 16 años y dice que trabajó con “don Patricio Melero en el movimiento de la Juventud de Avanzada Nacional. Ahí tuve el agrado de conocer a mi general Pinochet, de trabajar con don Jaime Guzmán”. Julieta dice que comenzó militando en Renovación Nacional y luego se fue a la UDI apenas se fundó. Desde entonces no se ha perdido ninguna campaña como voluntaria.

A veces a Julieta le dicen que por qué hace campaña para los candidatos de los ricos. Ella les responde: “Yo tengo cinco dedos de frente. Si yo soy pobre, ¿qué voy a trabajar por un pobre? Si la plata en Chile, le guste a quien le guste, las tienen los empresarios. Y los grande empresarios ¿de donde son? De la derecha, ahí está la plata”. Carlos, un anciano que de cuando en cuando suma una frase a las palabras de Julieta y Carmen, dice: “Si no hubiera empresas no habría trabajo”.

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Ambas dicen que el país está mal hoy día, muy mal, “peor que en la UP”. Julieta además se queja de que “desde que llegó la democracia esto ha sido una desgracia. Yo creo que el 60% de los chilenos de mi patria piden a gritos de nuevo a los militares, porque pucha que está mala la cosa. Pura delincuencia, pura corrupción. ¿Dónde se ha visto que los hijos maten a los padres? ¿Los padres a los hijos? Tu caminai, te asaltan por un cigarro, por unas truchas monedas”. Se quejan además de que ellos, los pinochetistas, no tienen el espacio para manidestarse:

– La gente no sale a la calle porque tienen miedo, porque los marxistas son unos cobardes, unos cochinos para la pelea -, dice Carmen
– En el tiempo del ’73 ¿te acordái que tiraban papas con gillettes? – le responde Julieta.
– ¡Porque son unos cobardes!
– Yo podría alegar con una persona de tú a tú, pero ellos no se enfrentan así. Solamente por pensar diferente.

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Del procesamiento de Labbé no tienen dudas. Confían en su inocencia y Carmen dice que “es pura politiquería para joder a las Fuerzas Armadas, porque ellos nunca le van a perdonar que tuvieron que tomarse el poder porque la gente se los pidió. Hasta el señor Aylwin tiene una carta donde dijo que estaba agradecido de las Fuerzas Armadas porque pusieron orden. Lo que pasa es que quedaron picaos porque el Ejército no les pasó el gobierno al tiro a ellos”.

Julieta dice que Labbé tiene que ser inocente. No se explica cómo han pasado 40 años “y todavía no saben si es culpable o no. Él es un hombre franco, que ayuda. Para mí es el sucesor de Pinochet”. Agrega que ella se inmolaría por “el general Pinochet”, pero reconoce que “hubo algunos que se descarriaron en los mandos medios y culpan a la cabeza”. Cree que Pinochet nunca supo de las violaciones a los derechos humanos: “Es como si uno tiene un hijo que le sale delincuentucho, ¿a quién le echan la culpa? A los papás”.

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