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Cultura

29 de Octubre de 2014

Crítica: Anarquistas al Matadero

Conforme avanzamos en el libro, vamos constatando con espanto el poderío absoluto de los británicos en el Chile de aquellos días. Esto gracias a su embajador, quien defiende a cualquier precio los intereses económicos de sus compatriotas. “Entre ginebras Hohler habrá gobernado los destinos del pueblo chileno”; señala el narrador en tono molesto, y luego lo sindica como el “virrey” de nuestras tierras, que no tiembla al articular la matanza de la oficina salitrera La Coruña, donde caen más de dos mil obreros.

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apache

“Apache” (2014) de Antonio Gil, difiere de la novela que con mayor frecuencia se publica en Chile por muchos y variados motivos. El más importante de ellos: la ambición. “Apache” es una obra que aspira a mucho, y lo consigue. Esto queda de manifiesto en a lo menos cinco elementos.

El primero: en la novela suceden cosas, muchas cosas, en contraste con los textos raquíticos a que nos tiene acostumbrada la micro-industria del under literario. Segundo: el lenguaje tiene estatuto de personaje protagónico. Se advierte el cuidado y la esmerada corrección de la prosa –en tantos fragmentos lindante en el barroco–, acierta en una puntuación riesgosa, se atreve con frases largas y enrevesadas. Tercero: presenta un número considerable de personajes, todos ellos bien delineados y construidos. Cuarto: se nota un esfuerzo investigativo, de lo que da cuenta no sólo la proliferación de datos históricos, sino también las extensas citas que ocupan parte significativa del texto, aun cuando muchas se intuyan apócrifas. (Eso sí: Gil se protege constantemente de no caer en la novela histórica comercial, la que factura Pérez Reverte o Julia Navarro). Y quinto: el narrador es justificadamente voluntarioso, se inmiscuye para alterar las historias, hacer comentarios y apostillas a las mismas, dar su punto de vista sin temor a la arbitrariedad. Esto conduce a un correcto uso de la metaficción, que en la actualidad tanto se ocupa y, en tantos casos, se hace sin que amerite su inserción. Es más, la voz llega a cuestionar o reflexionar sobre el propio relato que está armando. Con ello, pone en tela de juicio la verdad de la crónica, la prensa, la historiografía; se deleita en la ambigüedad de ese tiempo inexacto y equívoco al que nos quiere conducir.

El protagonista de “Apache” es el anarquista español Buenaventura Durruti Dumange, un verdadero revolucionario, libertario, aunque se valga de medios salvajes para alcanzar sus fines, medios del todo inaceptables hoy en día. Junto a los demás personajes, Durruti viene a escenificar una época de masculinidades exacerbadas, rayanas en la simple animalidad. Cada uno de los hombres que se nos refieren posee características similares. Así, Saldevila, el cura reaccionario y asesino, el revolucionario Ascaso, el valiente periodista Justo Bravo, o Hohler, el todopoderoso embajador británico, se nos presentan como machos alfa de jaurías sobreideologizadas, que defienden con su vida a los burgueses o los señalan como sus peores enemigos. En este territorio la muerte del correligionario importa y se lamenta; la del adversario, en cambio, aparece como una necesidad ineluctable. Desde allí emerge, fantasmal, la figura de José María Escrivá, discípulo del sacerdote fascista ajusticiado por los anarquistas, dando señas de su futuro como líder de una iglesia conservadora y esclava de la clase dominante.

Es en este contexto que los Errantes, como se denomina al grupo liderado por Durruti, llegan a Chile en la primavera de 1925. Tras su desembarco en Valparaíso –donde arriban para refugiarse de la persecución que sufren en España, todos con nombres falsos–, viajan a Santiago y se alojan en una pensión del barrio Avenida Matta, cargando gruesos textos de Bakunin y Kropotkin, los que son leídos siempre con tapas falsas para no levantar sospechas.

Conforme avanzamos en el libro, vamos constatando con espanto el poderío absoluto de los británicos en el Chile de aquellos días. Esto gracias a su embajador, quien defiende a cualquier precio los intereses económicos de sus compatriotas. “Entre ginebras Hohler habrá gobernado los destinos del pueblo chileno”; señala el narrador en tono molesto, y luego lo sindica como el “virrey” de nuestras tierras, que no tiembla al articular la matanza de la oficina salitrera La Coruña, donde caen más de dos mil obreros.

El día clave para la historia es el 16 de julio de 1925. Con esa fecha es datado el asalto al Banco de Chile en su sucursal Matadero –nombre que prefigura las masacres de uno y otro lado–, prácticamente en el mismo barrio donde alojan los Errantes. “Los diarios llamaron a los asaltantes “apaches”, en alusión al nombre con que los periodistas franceses caracterizaban a los hampones de Paris”, se nos informa.

Ese robo es relatado en varias ocasiones y desde distintas perspectivas, y es también la mejor demostración del odio de clase de Durruti, quien se indigna contra “el gran club de los dueños del hambre, con sus mullidas alfombras turcas y sus sofás de terciopelo y sus cristalerías checoslovacas; reyes del azúcar, del trigo, de los lácteos, de los porotos, del maíz”. Su furia se centra en la “Gran Transnacional del Hambre con sus directorios y sus accionistas y sus comisionados”.

Este asaltante aparentemente lleno de convicciones es, empero, un personaje bastante más complejo: Durruti en el transcurso de la novela duda, va a la iglesia y se regocija en la fe, pierde el sentido último de su compromiso político, siente asco por toda la sangre derramada. Esto alcanza su pináculo cuando se lo retrata feliz, dichoso por andar con mucho dinero en los bolsillos después del asalto.

Tanto al principio como al final de la obra se nos entrega información sobre lo que sucede antes y después del asalto con los Errantes y, muy especialmente, con su líder, deteniéndose con celo en el impresionante funeral que le brinda el pueblo español. Pero todo eso parece tener escasa relevancia para el narrador, quien se empecina más bien en entregar una visión acabada de un solo fragmento, clave en su derrotero por la emancipación del proletariado: el exitoso asalto en su paso por Chile, esa hazaña de unos anarquistas bandoleros que llevaron la revolución al Matadero Franklin.

“Apache”
Antonio Gil
Sangría Editora, 2014, 238 páginas

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