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Opinión

19 de Noviembre de 2014

Luis Sáez, quiosquero comunista: “Los chilenos andan con pañales, no se mojan el poto con nada”

Como un marxista de tomo y lomo se define Don Luis, uno de los más antiguos quiosqueros de Vicuña Mackenna. Asegura ser comunista de nacimiento y le gusta lucir una foto de Lenin como decoración para su clientela. No le importan los problemas de la actualidad porque “los políticos se dan vuelta la chaqueta como quieren”. Prefiere vivir leyendo, pegando pósteres de sus ídolos de la UP y escuchando radio: así mantiene su negocito con más peso ideológico que mercadería.

Daniela Yáñez
Daniela Yáñez
Por
Luis-Sáez_FOTO_ALEJANDRO-OLIVARES


Hace más de 50 años que tengo el quiosco. Antes estaba en la Alameda, pero con el tiempo me he corrido para estar más cerquita del edificio del partido Comunista. La sangre tira, pue. Yo toda mi vida fui comunista, a ratos me da la impresión que me inscribieron cuando nací porque le juro que no me acuerdo. Aquí en mi metro cuadrado, paso mis días mirando al partido. A ratos se pone caluroso y para no quedarme dormido me pongo a leer. El diario de ustedes me gusta mucho, El Siglo es muy serio. A mí me gusta el hueveo, mija. A mí el golpe me pilló trabajando de chofer y ni se me ocurrió arrancar, eso no más le digo. Yo militaba y no le escondía el carné a nadie. Yo era el chofer comunista pa’ todos. Irse de Chile era para los que no les dieron las bolas. Había que quedarse donde las papas quemaban. Yo no conozco más que la disciplina del partido. Pero ahora estoy viejo y saturado, siento que no tengo nada que entregar. Ahora están mis hijos y mis nietos allá, son comunistas. ¿De dónde lo sacaron? No sé yo.

Siempre fui picarón. Tuve varias compañeras, eso en la izquierda se da mucho, usted sabe… roja pasión. Estuve casado, pero ahora tengo nuevas lolas. Hay que ir cambiándola, no todas las mujeres son iguales. Yo ahora estoy casado con una jovencita de 50 años. La tengo con el favor de la química y de la ciencia, mire usted. ¿No me ve que tengo hasta los ojitos azules? Así la vida es buena. Por eso siempre voy a la farmacia, para mantener el fuego ardiendo.

Yo me preocupo de la decoración del quiosco. Este es mi trabajo, mi orgullo. Yo vivo de esto y de mi pensión como exonerado político. Yo tengo a Lenin acá conmigo. El pelao pucha que era hüeno. Me acompaña todos los días. Yo antes no tenía decorado acá, pero hace unos años me afloró el amor cuando una compañera me regaló un calendario de Lenin pa’ la casa. Cuando vi que era un calendario, me espanté: la media ofensa imperdonable a Lenin. Más encima tenía los días en ruso y yo no entendía ni una huevá. Así que lo corté y lo dejé atrás mío con otras fotitos de él. ¿Se ve bien o no? Un hombre admirable. Aquí también tengo a la Gladys y al Víctor Jara. Yo soy un orgulloso comunista leninista. Orgulloso de no ser ni chicha ni limoná.

Yo en los 80 fui hombrecito. A mí me arrestaron en mi empresa por armar el partido entre los choferes. Me pillaron y me apalearon un mes completo, me seguían pa’ todas partes. Era difícil estar clandestino pero yo no me iba a ir de mi patria. Acá había mucha gente admirable, como el MIR y los cabros del Frente. Gente así ya no tenemos en Chile, todos andan preocupaos de sí mismos. Acá cuando vendo un chiclecito, una galletita, a veces les digo una frasecita que los deje pensando. Una canción pa’ decirle donde están las cosas: Arriba en la cordillera está el bigtime a veces les digo. La gente ni cacha, pero yo al menos me pongo contento.

Me levanto todos los días a las cinco de la mañana y trabajo hasta las nueve de la noche. Acá leo todo el día. Novelas eso sí, porque todo lo de Cuba, sandinistas y marxistas me lo leí cuando era joven. Noticias ya casi no veo ni escucho. No vale la pena. Escucho la radio Beethoven, pa’ darle un poquito de cultura a este país. Ya no hay efervescencia, todas las manifestaciones son un mal chiste. Los chilenos andan con pañales. No se mojan el poto con nada. Se preocupan de su propia vida y no miran pa’l lado. En Chile nos volvimos todos hueones después que nos dejaron cagaos mascando laucha. Con la dictadura la gente se achacó, antes las cosas eran al pan pan, vino vino. Uno ve los partidos políticos hoy, y se la pasan puro pensando. Mucho cigarrito con reuniones eternas y teóricas. Como si esa huevá sirviera de algo.

Con este Chile estoy decepcionado, uno que se la jugó entero y otros que dieron la vida: Allende, Víctor, el Ché. A todos los tengo pegaditos al lado de mis santitos. Yo acá viví varias protestas estudiantiles y esos niñitos tirando postes o poniendo bombas piñuflas traen desprestigio a los antiguos miristas, comunistas y luchadores sociales de este país. Estos cabros usan la violencia porque sí, los marxistas del pasado lo hicimos para cambiarle el futuro a Chile. A ratos tengo esperanzas. Veo una derecha tildada de ladrona y con mi partido más presente. Estas cabras de mi partido, la Karol Cariola, la niña Vallejo, las conozco desde chicas que entraron al partido. Lindas ellas. Pero no le hacen el peso a la Gladys. Yo no tengo ídolos, pero la Gladys tenía los calzones bien puestos, nada con conformismos. Un ejemplo de mujer.

El problema está en que los cabros de hoy son pura cabeza y poca práctica. Ningún movimiento social actualmente ha cambiado las cosas. ¿O usted ve muchos cambios? Todo se arregla en las cocinas, mijita. Lo que pensemos nosotros les importa un pico a los políticos y la culpa la tenemos los chilenos por no hacer nada. Los políticos se dan vuelta la chaqueta como quieren. Puras sonrisitas con esta señora presidenta. Mire usted: puro cortando cintas, puros bonos, todo a pasito de guagua. Las cosas no se hacen así. Si Allende cometió el error de no chantarle la moto a la derecha, estos que tienen el caminito libre no lo hacen, no tenemos ni una chance.

Acá en Chile hay una cosa de clase, no importa si no tienen para comer pero somos todos pitucos. Estamos llenos de burgueses sin plata. La política no reconoce su clase. No entiendo cuando los trabajadores les prestan el voto a los enemigos. Al capitalismo le gusta tener a la gente ignorante. En Chile miramos suspirando a los EE.UU. como hueones. A mí me da pena hablar del individualismo chileno. A ratos me deprimo, quizás ya estoy viejo. Soy un viejo comunista nostálgico que todo le da pena. Lo que yo sí sé, mijita, es que esta democracia es pura pantalla. Acá todos hacen lo que quieren. Los ladrones de verdad, como Penta, tienen chipe libre. Los que somos minoría le pasamos puro pegando a la perra. Pero bueno, yo ya soy un viejo perdido. Con poquito le di todo lo que pude a mi familia. Viví con dignidad y acción. Por eso hoy me doy el lujo de dormirme en mi quiosquito escuchando música y pegando mi decoración comunista. Yo ya lo entregué todo, estoy listo pal cajón y pa’ reencontrarme con compañeros en el más allá.

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