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Opinión

25 de Noviembre de 2014

Kirsten Sehnbruch, académica de la U. de Chile: “La reforma a la Constitución es la más importante”

El nuevo libro “El Balance: Política y políticas de la Concertación 1990-2010” de los editores Kirsten Sehnbruch y Peter M. Siavelis, analiza el modelo económico, político y social de la Concertación en sus veinte años de gobierno. Un compendio de doce artículos que intentan develar qué tan exitoso es el modelo chileno que el mundo parece admirar. Preguntas incómodas que en un segundo gobierno de Bachelet y con un ambicioso programa de reformas, se hacen aún más interesantes de responder. “¿Por qué resulta tan difícil realizar reformas estructurales en Chile?”. “¿Sufre la Nueva Mayoría de los mismos problemas de la Concertación?”. Kirsten Sehnbruch, Doctora en Ciencias Políticas de Cambridge, Directora del Centro para el Desarrollo Sustentable e investigadora del Centro de Conflicto y Cohesión Social (COES) de la U. de Chile, tomó el desafío de responder.

Andrea Moletto
Andrea Moletto
Por

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En el libro dicen que Chile tiene una imagen de éxito político y económico, pero que comparado con otros países no lo es tanto. ¿Por qué no habría sido exitosa la Concertación? ¿Cuál fue su debilidad?
Primero, la herencia de la dictadura. La Constitución del 80 los deja con poco espacio de maniobra. La Concertación tenía que trabajar con esos enclaves autoritarios y la manera en que se movió generó lo que llamamos “enclaves transicionales”. Por ejemplo, la forma en que se nombran los candidatos: dentro de cuatro paredes, porque los cupos se asignan por cuoteos para corresponder a la coalición. Todos mecanismos que no sirven para profundizar la democracia. Al final se llega a un punto donde la capacidad del gobierno de responder a las demandas de la población es muy menor, lo que termina explotando en el 2011.

-¿Y cómo se debió haber modificado ese statu quo?
Cambiando la Constitución. Si se hubiera podido definir que la transición iba a durar cuatro años y que luego de eso se iba a hacer una nueva Constitución, tendríamos otro Chile. Pero la transición se prolongó continuamente porque la Concertación acordó operar dentro de los márgenes impuestos en dictadura para establecer una democracia estable. Lo clave de este gobierno es que propone una reforma constitucional, pero tiene que lidiar con las mismas limitaciones. La reforma a la Constitución es la más importante, es lo que va a marcar el legado de la presidenta, la que va a asentar las nuevas bases del Chile del futuro. Si la hacen de nuevo negociando, a base de consensos -que también es un enclave transicional- tienen que transar con la derecha, una elite muy lejana a las necesidades de la población. Como no están planteando una Asamblea Constituyente inclusiva, con representantes de la sociedad civil además de los partidos, el proceso de reforma constitucional tiene poca probabilidad de éxito.

– ¿Cuál es la relación entre las reformas políticas y la posibilidad que Chile alcance el desarrollo, algo que además no ha logrado ni un país en Latinoamérica?
Chile podría haber cerrado mejor las brechas del desarrollo, funciona mucho mejor que los países vecinos en términos de gobernabilidad, corrupción, instituciones, etc. Pero si creces a un 4% nunca vas a cerrar las brechas, y con esta estructura de inequidad nunca se va a salir del subdesarrollo. No existe ningún país desarrollado con sistemas de salud, educación y previsión como Chile. Menos con una estructura productiva tan concentrada en recursos naturales como Chile, porque hoy exportamos casi lo mismo que hace 40 años, diferentes recursos naturales y cobre sin valor agregado.

– ¿Y cómo se rompe ese bloqueo bajo las reglas de la democracia?
Si toda la población en edad de votar lo hace –con inscripción automática y voto obligatorio–, vas a tener políticas más progres y el costo para la derecha de oponerse la convertiría en una coalición inelegible.

– Pero el modelo económico no solo se apoya en la derecha, la Concertación lo mantuvo.
Los enclaves autoritarios fueron importantes para mantenerlo, pero también una buena parte de la Concertación se compró el modelo pensando que iba a ser exitoso en el largo plazo y sistemáticamente ha resistido la izquierdización de la Concertación. Es muy difícil avanzar en reformas estructurales sin mayoría y con dos bloques políticos empatados por el sistema binominal. Lo está tratando de hacer ahora la Presidenta y vemos lo difícil que le resulta.

– En el libro afirman que Chile no va a alcanzar el desarrollo si no se hacen “reformas estructurales”. ¿Cuáles son?
La primera es una nueva Constitución. La segunda es educación: lo más importante es la calidad y la equidad, y lo último es más fácil de alcanzar si es pública y gratuita. En ese sentido la reforma de la Presidenta va en el sentido correcto. Otra reforma estructural debería ser la diversificación productiva. Otro problema es la sustentabilidad y la regulación necesaria para alcanzarla. El virus ISA en los salmones o la escasez de agua, hacen que el crecimiento en el largo plazo no sea sostenible. En el sector pesca ya no hay peces y eso pasa porque dejas la economía desregulada. La redistribución del ingreso es otra. La reforma tributaria que se hizo va en ese sentido, pero no fue suficiente. En salud, previsión y mercado laboral tenemos inequidades gigantescas, típicas de América Latina, pero que no conducen al desarrollo.

-Afirmas que las tres reformas del gobierno de Bachelet van en un sentido correcto, pero según tú, se están utilizando los mismos “enclaves transicionales”.
Veamos lo que pasó en la reforma tributaria: ataca los intereses de la derecha, las élites y de algún modo la DC, trataron de aguarlo. Esa reforma va a mejorar un poco la equidad, pero no lo suficiente.

– ¿Lo de hoy es una nueva “medida de lo posible”?
Sí, pero con un tinte más progre. Finalizado este gobierno, va haber un cambio más significativo que en los gobiernos anteriores. El problema es que no se puede hacer todo en cuatro años.

– ¿Y cuál es el riesgo?
Van a tener que hacer reformas continuas a futuro. Tendrá que hacerse una nueva reforma previsional, otra tributaria más adelante y sobre todo una reforma de saludo con fondos compartidos. Además el riesgo de nuevas protestas y movilizaciones es siempre presente. Con la desaceleración económica vamos a tener un crecimiento menor, menos recursos fiscales de lo esperado y menos oportunidad para refundar nuestros sectores productivos. A eso se agrega el tema medioambiental, en particular la escasez de agua.

– ¿Hay un riesgo de estallido social?
No. El riesgo es una sensación de conflicto permanente, con diferentes grupos según cuando les tocan sus intereses.

-¿Y qué pasa con la derecha?
La derecha aún no entiende dónde está Chile, está aferrada a una posición ideológica que no sirve para alcanzar un desarrollo equitativo que es lo que la población espera.

– ¿Eres pesimista con el futuro en relación con la posibilidad de desarrollo chileno?
Soy pesimista respecto al futuro del desarrollo de América Latina. Su modelo de desarrollo se está agotando cada vez más, con poca posibilidad de cerrar brechas a no ser que se realicen reformas estructurales y se mejoren muy significativamente las oportunidades educacionales. Esto es urgente.

– ¿Cuál sería un buen ejemplo de país a seguir?
Varios. Irlanda, por su inversión en educación y su planificación en desarrollo dentro de una economía socialdemócrata de mercado. El problema con los casos a seguir es que tienes ciertos déficit históricos que todavía no superamos. El legado de la dictadura es un déficit acumulado que no se puede reponer y menos con una Constitución que te amarra. La Concertación acordó (correctamente) proteger la democracia por sobre todo y no rebelarse contra los milicos. ¡Qué hacía Pinochet como jefe de las Fuerzas Armadas hasta el 98! Si miras Chile desde afuera, cuesta entender por qué la Concertación hizo lo que los militares le impusieron. Y si bien parece una decisión correcta, tuvo su costo.

– ¿Crees que la Concertación hipotecó el desarrollo futuro de Chile?
Desde la perspectiva de hoy sí, pero desde ese tiempo no tenías cómo saberlo. El problema es el futuro. El 2011 pasó algo con la movilizaciones sociales, pero con Piñera no cambió nada y ahora que asume la Nueva Mayoría, han operado bajo los mismos parámetros. Necesitamos reformas y no las puedes hacer en cuatro años. Además, cualquier reforma estructural siempre genera altísimos niveles de resistencia política. Para que Chile cambie se necesita un acuerdo nacional sobre una visión de futuro y una planificación de desarrollo de largo plazo.

Kirsten-Sehnbruch
EL BALANCE
Política y políticas de la Concertación 1990-2010
Kirsten Sehnbruch – Peter M. Siavelis Editores
Editorial Catalonia
334 pág

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