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Mundo

28 de Noviembre de 2014

Assassins Creed: Unity, el videojuego que se metió con la Revolución e hirió el orgullo de los franceses

Unity, la última entrega de la popular saga de videojuegos Assassins Creed ha dado mucho de qué hablar desde que salió al mercado el 11 de noviembre. Pero curiosamente mientras los jugadores de todo el mundo se quejaban de los numerosos fallos técnicos de la primera versión, que llevaron al director del juego a disculparse por email con los clientes, en Francia la polémica alcanzó niveles filosóficos, políticos e históricos.

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Fueron las fuertes críticas al juego del líder de la izquierda en Francia, el excandidato presidencial Jaen-Luc Melenchon, las que desataron el debate.

Según Melenchon, Assassins Creed: Unity, que está ambientado en el París de 1789, en plena Revolución Francesa, es una peligrosa “propaganda” repleta de errores históricos.

Y según dijo el político en una entrevista a la radio France Info, este videojuego podría alentar el “odio a la república” que está tan extendido entre la ultraderecha de hoy en día.

¿Personajes malinterpretados?

Dice el líder de la izquierda francesa que la versión de la Revolución presentada en el juego de Ubisoft presenta al pueblo como bábaro y sediento de sangre, mientras que ofrece una visión más empática con el Rey Luis XVI, que Melenchon califica de “traidor” y con “la cretina” de María Antonieta.

Melenchon critica que esta última se presente como una “pobre niña rica” y que Robespierre, uno de los líderes de la revolución, se presente como un “monstruo” en lugar de destacar su papel como “liberador”.

Pero la compañía detrás del videojuego, Ubisoft, defendió su producto argumentando que se trata, esencialmente de un videojuego y no “una clase de historia”.

Así lo expresó una de las productoras, Antoine Vimal du Monteil, en el diario francés Le Monde.

Por otra parte, Emmanuel Carré, portavoz de Ubisoft, le dijo al New York Times que la emoción de la experiencia del jugador había cobrado prioridad en el juego sobre la precisión histórica.

“Esto es Francia, todo se politiza, incluso los videojuegos”, dijo.

Los productores de Unity trabajaron en el proyecto durante años antes de sacarlo al mercado, y el equipo que lo llevó adelante incluye historiadores que influyeron en el guión y asesoraron sobre detalles históricos de la vida en el París del siglo XVIII.

Entre ellos está Jean Clement Martin, de la universidad de la Sorbona de Paris, y Laurent Turcot, de la universidad Trois-Rivieres de Quebec, Canadá.

Al margen de los fallos técnicos del videojuego, la simulación que Ubisoft hizo de las calles y edificios del París de 1789 es muy compleja y ha recibido buenas críticas.

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¿Más que un juego?

Quizás la pregunta de fondo que plantea este debate en Francia es si un videojuego puede realmente ser totalmente apolítico.

Incluso cuando un producto de entretenimiento no está diseñado para dar una clase de historia, ¿puede escaparse completamente a la interpretación?
El caso de Assassins Creed: Unity no es el primero que causa polémica ni tampoco será el último.

El mes pasado un juez de Los Ángeles, en California, desestimó la demanda presentada por el exhombre fuerte de Panamá, Manuel Antonio Noriega, contra la empresa Activision Blizzard Inc., fabricante del videojuego “Call of Duty”, por supuestos daños a su imagen por un personaje basado en él que aparece en la versión de 2012 del videojuego.

Pero en una era en la que los videojuegos tienen cada vez más influencia sobre los jóvenes y un papel creciente en la educación, vale la pena cuestionar hasta qué punto hay propaganda ideológica detrás de estos productos.

Entretanto, ojalá el debate francés en torno a Assassins Creed: Unity lleve a los jugadores a buscar información por sí mismos en los libros de historia.

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