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Nacional

28 de Abril de 2015

Dura réplica de Daniel Matamala a crítico literario que lo despedazó

El crítico literario y actual director de publicaciones de la UDP fustigó al periodista, entre otros más, por erigirse en medio de los casos de corrupción como "los nuevos acólitos de un periodismo de tono pontificante en el que brillan las inflexiones de voz y escasean las ideas y la compasión". La respuesta de Matamala fue que a Rivas "nunca le leí furia similar contra el periodismo que fulmina a lanzas de poca monta, falsos curanderos o vendedores de plumillas en los semáforos".

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matamala YT

Parece que las peleas a través de los medios de comunicación o las redes sociales están de moda por estos días. Prueba de ello es el duro intercambio de ideas que hubo por escrito entre el crítico literario Matías Rivas y el periodista de CNN Daniel Matamala.

Todo partió el fin de semana pasado cuando Rivas fustigó a Matamala, entre otros periodistas, por la forma cómo han abordado los casos de corrupción que han remecido al país a través de la aparente relación licenciosa entre el dinero y la política.

“Nada más extraño a la ética, a la filosofía, que la moralina. Es un acto reflejo disimulado con las armas de la retórica, o simplemente es un grito en el cielo de espanto tan exagerado como irracional que sirve para condenar a diestra y siniestra en base a prejuicios o ideas sin deglutir. La moralina es también, y en eso no nos hagamos los inocentes, un sucedáneo soft y espurio del resentimiento o de la envidia pura. La moralina es rabia convertida en sermones sobre la verdad, el bien y el mal”, parte diciendo la columna del crítico -del último sábado- que hasta ese momento no hacía alusión directa a nadie. Sin embargo, fue ya en el segundo párrafo donde Rivas ya se mete de lleno contra algunos periodistas que hoy ejercen su oficio en algunos medios de comunicación.

“Desde que tengo memoria no recuerdo un ruido atmosférico tan agudo y cargado de la peste de la moralina como en estos meses. Las redes sociales son reductos especialmente diseñados para espetar la inquina. Las sentencias, los monólogos condenatorios, las defensas corporativas y las frases para el bronce de los hombres buenos cunden de tal forma en los medios, que por vergüenza es recomendable prevenirse ante tanto ejercicio de estupidez y arrogancia. Escuchar el despliegue de oratorio de ciertos periodistas, como Daniel Matamala, Tomás Mosciatti, Fernando Paulsen o Matías del Río, por ponerle nombres a la trenza, es una experiencia muy similar a escuchar en AM a los predicadores de iglesias brasileras. Hablan con una certeza que da miedo. En algo recuerdan al cura Hasbún en sus momentos de fulgor mesiánico. Estos próceres nos revelan verdades y, además, se dan el trabajo de interpretarlas con una pasión que linda en el ridículo. He estado tentado de grabar sus peroratas para ver cómo sonarán en cuatro años más”.

“Sin duda, la indignación está justificada por escándalos políticos y empresariales que nos hacen pensar que estamos rodeados de felones. El problema no es lo que acusan; lo indigesto es el rol de funcionarios del bien que se arrogan. Son inspectores sociales autodesignados que llaman a las autoridades a acometer sus tareas; y son fiscales y jueces de las causas que ellos eligen llevar adelante. No tienen ningún interés en conflicto, son cristalinos, diáfanos, sin muertos en sus closets. Son los nuevos acólitos de un periodismo de tono pontificante en el que brillan las inflexiones de voz y escasean las ideas y la compasión. Curiosa forma de entender el periodismo la de estos titanes. Yo, ingenuamente, creía que esta profesión era una labor donde los escrúpulos, la duda y las medias tintas estaban presentes, sobre todo después del trauma de la dictadura”, dijo el actual director de publicaciones de la UDP en su columna publicada por La Tercera.

Sus palabras encontraron respuesta en uno de los aludidos -Matamala, ya está dicho- quien eligió el mismo medio para replicar.

“Matías Rivas escribe una columna contra la moralina, que exuda moralina por sus cuatro costados. Desde su púlpito moral me acusa a mí y a otros periodistas de “estupidez”, “arrogancia”, “fulgor mesiánico”, “inquina” y “ridículo”, para luego criticar nuestro supuesto “tono pontificante” ante los últimos escándalos. ¿Quién está pontificando aquí?”, espetó Matamala, en el primer párrafo de su carta.

El comunicador agregó que “a este Catón chilensis le molesta un periodismo que no es temeroso ni complaciente ante el poder, sino que indaga y revela sus prácticas. No parece agradarle, por ejemplo, que mis investigaciones hayan descubierto la entrega de dinero por medio de boletas irregulares de un canciller en ejercicio a un candidato a senador. O que en un reciente reportaje haya descrito cómo los 18 mayores grupos económicos de Chile han financiado la política durante la última década.

Para Rivas todo ello es “resentimiento”, “rabia” y “envidia pura”. Y en esos argumentos muestra los hilos de su indignación. Porque nunca le leí furia similar contra el periodismo que fulmina a lanzas de poca monta, falsos curanderos o vendedores de plumillas en los semáforos.

Defiendo al periodismo que pone la lupa sobre prácticas ilícitas de la elite política y económica. Creo que cumple una función relevante en una sociedad democrática, respetuosa de la igualdad ante la ley y alérgica a las injusticias y los privilegios. Aunque, desde su púlpito moral, a Rivas todo este trabajo le parezca cosa de envidiosos y resentidos”, cerró Matamala.

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