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Poder

17 de Mayo de 2015

Columnista de El País: Bachelet se encontró sentenciada por el fruto de su vientre

"No podía cesar a su hijo de ser su hijo, no podía cesarse a sí misma de ser madre, pero sí podía hacer el sacrificio de pedir la renuncia de todo su Gobierno, acabando además con la época de la concertación y la convivencia entre lo malo y lo bueno”, dijo el periodista, ensayista y columnista Antonio Navalón.

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Bachelet A1

“Chile: esencia de mujer”, se titula la columna que publica en el diario El País de España el periodista y ensayista, Antonio Navalón, quien habitualmente desglosa el acontecer de latinoamerica.

En su crónica (reproducida de manera casi íntegra por The Clinic Online para no variar el sentido de ésta), Navalón, manifiesta que “resulta muy gratificante encontrar un gobernante que parece haber entendido por qué el pueblo le niega la confianza”.

Asegura que “América Latina está enferma de corrupción”, pues se sufre una profunda y definitiva crisis institucional, de identidad y de credibilidad de sus sistemas políticos.

Al respecto, sostiene que “Michelle Bachelet (“llámame Michelle”, como le gusta decir a la presidenta chilena) intentó, en una entrevista en televisión tras el escándalo por los supuestos casos de corrupción, explicar lo inexplicable: ¿Por qué la corrupción es inherente a cualquier sistema de Gobierno? En la conversación, como si fuera producto de una iluminación, anunció que pediría la renuncia de su Gabinete. Durante 108 horas, todos dejaron su cargo. Después reubicó a algunos y destituyó a cinco de sus integrantes”.

“Dudo mucho de que Bachelet lo tuviera previsto”, opina Navalón. Agrega además que la Jefa de Estado “sabe que el Chile que fue posible por el pacto entre malos y buenos está terminado y que la clase política no basta para encauzar las demandas de la gente”.

“De lo que no era tan consciente es de que la quintaesencia del fallo sistémico de la política actual iba a llegarle por la vía más insospechada. De golpe, la presidenta chilena se encontró sentenciada por el fruto de su vientre. Su hijo fue acusado de corrupción por tráfico de influencias”, explica.

Ahí es cuando, dice Navalón, “Bachelet se dio cuenta de que estaba contribuyendo a lo mismo por lo que ha sido presidenta dos veces, lo mismo por lo que vio asesinar a su padre, lo mismo por lo que tuvo que exiliarse, es decir, estaba siendo cómplice de la destrucción de la credibilidad política, solo por el hecho biológico más determinante de la especie humana: la maternidad”.

El sacrificio

A juicio del ensayista, la Mandataria chilena “no podía cesar a su hijo de ser su hijo, no podía cesarse a sí misma de ser madre, pero sí podía hacer el sacrificio de pedir la renuncia de todo su Gobierno, acabando además con la época de la concertación y la convivencia entre lo malo y lo bueno”.

“Bachelet ha hecho un Gobierno dialogante. El problema es que, en la concepción del mundo pre-Internet, lo dialogante se entendía en relación con los partidos. Ahora, el mundo pos-Internet impone que el diálogo sea con las sociedades y ese es el punto de quiebra porque todas las sensibilidades políticas pretenden estar en el Gobierno, pero eso no basta. Hay que crear unas reglas de juego para que la gente no siga sintiendo que se le roba, se le engaña y se le estafa”.

Asegura que “la manera en que Bachelet ha resuelto la crisis lleva a una reflexión profunda. Se cortó la mano derecha porque al acabar con su Gobierno acabó con su presidencia y con la constitución de la concertación”.

En opinión del columnista del país, Bachelet tuvo un acto extraordinario, tratando de frenar la corrupción. No se puede seguir conviviendo y gobernando pretendiendo que muchos padezcan para que pocos se salven. Los sistemas no merecen el holocausto de las sociedades”.

” Tras la reacción de Bachelet, todos los partidos están metidos en la misma piscina y huelen a la misma loción”, manifiesta Navalón, quien cierra su artículo apuntando a que “lo que ha pasado en Chile es importante como reacción, pero, sobre todo, como prueba para saber si es posible o no establecer un nuevo diálogo y un nuevo contrato con unas sociedades que rechazan a sus dirigentes, aunque todavía no hayan sido capaces de encontrar métodos alternativos de gobierno”.

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