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Nacional

1 de Julio de 2015

La última matriculada de Arcis

Angélica Carvajal (47) eligió la Universidad Arcis para cumplir su sueño: ser profesora de enseñanza media. A pesar de la acusación de lucro contra el PC y una deuda de más de 2 mil millones de pesos, se convirtió en la última matriculada de la universidad. Angélica forma parte hoy de la resistencia estudiantil y está en contra del administrador provisional anunciado por el Mineduc. “Nosotros queremos titularnos en la Arcis”, exige.

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Angélica Carvajal atravesó el patio central del Campus Libertad de la Universidad Arcis con la mochila cargada de cuadernos y se detuvo frente a la puerta de acceso a una de las salas de clases. Iba acompañada de la secretaria de pedagogía vespertina en matemáticas y se sentía como una niña en su primer día de colegio. Después de quince años ejerciendo como profesora de educación básica, volvía al aula desde el otro lado del pizarrón.

-Les presento a su compañera nueva- dijo la funcionaria.

El sueño de Angélica de adquirir una especialización en matemáticas para convertirse en profesora de enseñanza media empezaba a tomar forma aquel día. Se sentó en uno de los bancos vacíos del salón y abrió uno de los cuadernos en blanco que traía. Antes de comenzar la clase, inquietos por el destino incierto de la casa de estudios, sus compañeros bombardearon al profesor de álgebra con preguntas. Hablaban de una posible quiebra, la invalidación de los títulos y enfrentamientos con carabineros. Angélica comenzó a preocuparse hasta que el profesor del ramo, Eduardo Novas, pese a no recibir sueldo hace ocho meses, animó a los estudiantes a mantenerse firmes y les dijo que él iba a “seguir enseñándoles hasta que lo echaran, porque lo hacía por vocación”.

El comentario del profesor, lejos de desalentarla, la inyectó de un ánimo especial. Sus compañeros le contaron que el año pasado ellos mismos le traían algo a los “profes” para comer. “Imagínate, Eduardo tiene deudas, préstamos para sobrevivir y sigue haciéndonos clases”, recalca.

Pese las alertas sobre el inminente cierre de la universidad y que la carrera ni siquiera estuviera acreditada, Angélica desembolsó los 170 mil pesos de la matrícula. La profesora, desde entonces, se convirtió en la última de los once alumnos nuevos matriculados este año en la Universidad Arcis.

Morosidades
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“No nos van a tirar abajo porque un par de imbéciles andan hablando mal de la universidad”, comenta uno de los auxiliares mientras pinta con témpera roja la U de Universidad Arcis sobre la puerta de lata que da a la calle Erasmo Escala. Tras el retiro de poco más de la mitad de los estudiantes, luego de la fuerte crisis que golpeó el año pasado a la universidad, los que van quedando son aquellos que aún tienen esperanza en que el proyecto educativo no desaparezca, pese a las constantes acusaciones de lucro que se remontan a fines del año 2012 y que involucran a miembros del PC.

Pese a las investigaciones en curso y las dudas respecto al destino de las platas, Angélica Carvajal asegura que “mientras no se compruebe lo contrario, el acusado tiene derecho a defenderse”. Luego, intentando matizar los hechos, agrega: “Sería una lástima que se haya tomado ese dinero para cosas que no eran en beneficio a la educación”.

Las autoridades de la universidad, más que en las acusaciones sobre lucro, han preferido enfocarse en la mala administración. El vicerrector de finanzas, Fernando Reveco, lleva meses revisando cerros de papeles y calculando la deuda de la universidad en una estrecha oficina ubicada en el segundo piso. El resultado que obtuvo fue de 2.371 millones de pesos. De la cifra total adeudada 1.500 millones corresponden a proveedores y 871 millones a profesores. Reveco dice que día por medio, detrás del mismo escritorio donde está ahora, se agarra la cabeza cada vez que descubre errores, negligencias o decisiones “mal tomadas”.

-Acá había un funcionario cada ocho estudiantes, cuando el estándar internacional es uno cada 40. Inversiones en infraestructura con plata del ejercicio corriente y millonarias campañas publicitarias para captar estudiantes, cuando sabemos que el estudiante de la Arcis no llega por gigantografías. En ese sentido había un poco de desidia- explica.

Efectivamente no fue una gigantografía con estudiantes sonrientes lo que captó el interés de Angélica Carvajal por estudiar en la Universidad Arcis. Hace años sacó, estudiando de noche, la pedagogía básica en la Universidad Arturo Prat (UNAP) y ahora trabaja haciendo clases en un colegio subvencionado en San Miguel. Como siempre ha querido hacer clases en media, el año pasado empezó a averiguar dónde cursar los ramos que le permitirían hacer el ascenso.

Buscó un buen tiempo dónde estudiar, pero ninguna de las universidades en las que preguntó le permitía tener los sábados libres. Y ese era el requisito clave para Angélica, que estaba decidida a seguir compartiendo los fines de semana con su marido y sus dos hijos. Ya estaba a punto de resignarse, cuando un par de colegas que estudiaron en la Arcis le contaron que no hacían clases los sábados y que además podía estudiar con el Crédito con Aval del Estado (CAE). Entusiasmada, Angélica pidió un día libre y partió al Campus Libertad.

-Ni un problema, vamos a respetar tu decisión de no venir los sábados—, le dijo la secretaria esa vez.
Además, recuerda Angélica, le ofrecieron convalidar los ramos de pedagogía básica que había hecho en la UNAP. “¡Voy a poder sacar la especialización en sólo dos años!”, celebró. Pero había un gran inconveniente: el proceso de acreditación de la universidad había quedado congelado con la crisis y, por lo mismo, el Estado había detenido el traspaso de beneficios económicos para los alumnos nuevos de la Arcis.

Angélica se desanimó. Su ingreso familiar no supera los 850 mil pesos y la carrera tiene un arancel mensual de 180 mil; la probabilidad de poder estudiar sin CAE era casi nula. La secretaria de carrera, sin embargo, le dijo que fuera igual a clases y que cuando pudiera se matriculara. Angélica comenzó a ir de oyente, hasta que consiguió la plata para matricularse.

Tomás Moulian, exrector de la Arcis y precandidato presidencial del PC, dice que en casos como el de Angélica él hubiera recomendado no matricularse. “Los profesores que siguen haciendo clases son muy buenos, pero es el título el que se va a desprestigiar. Estos estudiantes van a estar haciendo esfuerzos y luego van a tener una situación para buscar trabajo que no va a ser positiva”.

De lunes a viernes la rutina de Angélica es la misma. Se levanta a las 5.15 de la mañana, va al colegio en San Miguel, después a la universidad en el barrio Yungay y luego regresa a su casa, en Puente Alto, poco después de las 11 de la noche. Todavía no paga la primera cuota en la universidad. Está esperando a que un familiar le preste cheques: “Me sale como 10 mil pesos menos”, dice.

Desde que entró a estudiar se consiguió un trabajo de profesora particular para juntar unos pesos extra y pagar su carrera. “Yo sé que si un alumno no paga se va creando un vacío… La Arcis sobrevive de la misericordia de los que quieren sacarla adelante”, agrega Angélica.

El único ingreso con el que cuenta la universidad son las matrículas y los aranceles que pagan los casi mil doscientos estudiantes que se matricularon este año. Con ese dinero pagaron hace algunas semanas el primer sueldo del año a todos los profesores que trabajan a honorarios. Pero no alcanza para mucho más porque la tasa de morosidad de los alumnos ronda el 30%.

—Hay como 2 mil millones de pesos en morosidad. No les estoy echando la culpa a los estudiantes, pero si ellos cumplieran con sus compromisos financieros quizás ya no tendríamos esta crisis. Pero así como la universidad está atravesando por una crisis económica, quizás ellos también. No creo que no paguen porque no quieran— afirma Eduardo Novas, profesor y vicerrector académico.

Para Ramón Griffero, ex director de carrera de teatro, en cambio, es una falta de respeto que la universidad siga funcionando. “Es insólito que se sigan impartiendo clases en condiciones que no son dignas de la educación universitaria. Se está entregando una baja calidad en la formación, hay ausencia de ingresos para generar el nivel con el que se deben impartir los cursos. Es una universidad que está, lamentablemente, para ser intervenida”, dice quien dejó la Arcis a fines del año pasado y hoy encabeza una demanda por 17 millones de pesos de sueldos no pagados.

Resistencia
Angélica Carvajal cruza la puerta de entrada y se sumerge en el laberinto de mamparas, salas y pasillos que finalmente desembocan en el patio central de la universidad. Un centenar de alumnos estudian, comen, conversan y fuman en el epicentro de Campus Libertad. Cuando llega a la sala de clases, saluda a todos sus compañeros de beso en la mejilla. Al rato, el profesor Eduardo Novas entra a la sala de clases, saluda a los alumnos, saca un plumón y a las 19.15 hrs. en punto da inicio a la clase de álgebra escribiendo en la pizarra rodeada de grafitis. Angélica escucha atenta la introducción de la unidad de sumatorias.

-La forma natural de conteo siempre comienza en el uno, porque nadie dice ‘hay nada’- explica Novas.

-¿Y los profes de la Arcis? – lanza un alumno en broma.

-Yo le presto luca, profe – dice otro estudiante y toda la clase, incluido el profesor, se ríe.

A Novas le deben 14 millones desde el año pasado y el sindicato N°1 de trabajadores de la universidad acumula noventa demandas por no pago de sueldos ni cotizaciones. Por eso muchos funcionarios han decidido irse. Otros, como Novas, han decidido quedarse para tratar de sacar a flote el proyecto y, hasta el día de hoy, hacen clases en las 18 carreras de la universidad que todavía tienen alumnos.

“Llevo trece años, he dado mucho por esta universidad, muchas canas me han salido. Sé que hay momentos en que la plata no va a estar, pero ni siquiera el año pasado busqué otro trabajo. Todavía mantengo la esperanza”, afirma Novas.

El profesor se ha transformado en un referente para Angélica. La mujer cuenta que, hace un par de días, estaba trabajando en el colegio cuando unos colegas empezaron a alegar porque se había cumplido el horario de trabajo y todavía no los soltaban. “Chiquillos, mis profesores me hacen clases gratis porque ellos no saben si les van a pagar. Y ustedes alegando por cinco minutos”, les recriminó.

La misma convicción de Angélica es la que transmiten quienes deambulan por los rayados recovecos de la sede. La mayoría coincide en que hay que evitar el cierre de la universidad. Es como si se plegaran lealmente al discurso que Fernando Reveco lanza desde su oficina casi sin respirar:

-Esta es la única universidad que hoy tiene un pensamiento crítico, algo muy necesario para este país. Nosotros mostramos una visión distinta para que los estudiantes reflexionen y lleguen a su propia verdad. Por eso quieren que esta universidad no sobreviva. Para la Concertación o Nueva Mayoría es una piedra en el zapato que alguien les esté mostrando a los estudiantes una visión más crítica- alega el vicerrector.

Reveco dice que hace malabares con los recursos y que llama a los proveedores día por medio para decirles que ya les va a pagar y que se armen de paciencia. Mientras, trabaja en dos alternativas para salir de la crisis: la venta de una de las dos sedes de la universidad y un aporte internacional de 9 millones de dólares cuyo origen, asegura, es confidencial. La cifra hace recordar el polémico crédito del banco Bandes de Venezuela, por el mismo monto, entregado a la universidad en el año 2008.

El rumor de la misteriosa plata extranjera ha llegado hasta el último rincón de la Arcis. Nadie sabe de dónde proviene el dinero, pero todos creen que va a llegar y que los va a sacar del hoyo financiero. Confiados en eso, hace un par de semanas, los alumnos comenzaron a conformar centros de estudiantes con un objetivo claro: enfrentarse a un posible administrador provisional por miedo al cierre de la universidad.

El Campus Libertad comenzó a llenarse de urnas y Angélica Carvajal votó por un representante de su curso. Está convencida de que si profesores y alumnos se organizan, podrán evitar que el Mineduc intervenga el proyecto educacional de la universidad con el administrador provisional, que fue decretado el 5 de junio por incumplimiento de deberes financieros, administrativos, laborales y posible afectación a los compromisos académicos. De concretarse la medida, la figura legal debutará en la Arcis, convirtiendo a la universidad en la primera entidad de educación superior en ser intervenida.

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