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Opinión

7 de Septiembre de 2015

Primavera histérica (¡qué chuchas pasa!)

No me gustan los jardines en primavera, porque me dan alergia. Prefiero la temporada otoño-invierno y los veranos frutosos. En los meses primaverales aumentan los índices de depresión y salen al aire libre deseos escénicos que se guardan en las otras estaciones. Todos sabemos que septiembre está cargado de símbolos, y todos los delirios buscan […]

Marcelo Mellado
Marcelo Mellado
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Festival Primavera Fauna 2014

No me gustan los jardines en primavera, porque me dan alergia. Prefiero la temporada otoño-invierno y los veranos frutosos. En los meses primaverales aumentan los índices de depresión y salen al aire libre deseos escénicos que se guardan en las otras estaciones. Todos sabemos que septiembre está cargado de símbolos, y todos los delirios buscan su momento. En el escenario actual, la ficción política dice más o menos lo siguiente:

–Que eso que llaman vacío de poder es lo mejor que nos puede estar pasando y que la exageración de la crisis económica es un indicador saludable, porque los agentes reaccionan a la incertidumbre, que en este caso tiene que ver con una gestión reformista frente a la que todos parecen estar de acuerdo (al menos de palabra, que es lo que importa), pero con diferentes modos de aplicabilidad. Yo también estoy depre, como la presidenta, y esa condición me provoca un optimismo atroz. Me cansé de fracasar, lo que es equivalente al “pare de sufrir” de los canutos. Por eso, ante el vacío de poder que se verifica, hay que tener una actitud como de oportunidad.

–Que un modo de salir de la crisis política es ubicarse fuera de la misma política. Yo creo que el sentido común de la gente prefiere la continuidad del sistema democrático, con todo lo que eso significa, y, lógico, acordar y negociar cambios.

–Que la judicialización de la política también es sana.

–Que a nivel narrativo podemos lamentar que las reformas sigan una lógica parlamentaria irremediable, pero hay que asumirlo. Y que eso que llaman problema mapuche, sabemos que la única solución es asumir que no la tiene, es decir, hay que convertirlo en un problema de baja intensidad, más controlable, asumiendo que somos multiculturales (que es un estándar internacional).

–Que lo que ahora falta es un gran acuerdo, pero hay que llamarlo de otra manera para que no parezca una mera reposición; podemos hablar de “negociaciones de primavera”, centradas siempre en la ciudadanía y su relación con el poder. Se trata de continuar con el relato de posibilidad de la República.

–Que si es necesario que Lagos cumpla con un papel de restitución del orden, es decir, que haga de Alessandri (uno paradójico), esto podría aprovecharse para una buena negociación, amplia, con todos los sectores, y asegurar la continuidad de las reformas y las acciones necesarias para una nueva Constitución. No es un tema de personas, Lagos es un factor, igual que Michelle, que era la carta de un grupo que luego habría fallado en los niveles de gestión. Hay que recordar que este es un país aseñorado, por lo que apurar la demanda puede ser fatal.

–Que esta vez Lagos no debiera ser el hombre de los empresarios, el capataz eficiente; debiera, en cambio, consolidar trámites de entendimiento democrático. Más aún, debiera dirigir una nueva revolución, con casi todos los sectores. Este país culiao endógeno no necesita de un relato épico. Lo que se nos impone es una compleja trama de negociaciones a nivel de cocinería con distintos protagonistas y algunos sacrificios lógicos.

–Que más complicado es controlar la histeria estudiantil y la derecha política. Pensemos que es un gran triunfo de eso que llaman progresismo, el hecho de que los empresarios tengan a Lagos como carta. Así la derecha política debiera desaparecer, están de más, porque los empresarios son la derecha y con ellos hay que hablar.

–Que esto es lo que me dice el jardín en primavera, entre picazón de narices y síntomas de asma. Porque MEO y el Velasco son basura narcisista, y eso es fatal para el acontecer democrático. Hasta me imagino que el tontizquierdismo puede llevar a la Violeta Parra de los historiadores, al Salazar, para protagonizar otra farsa electorera. Tiene que venir el tatita Lagos, pero muy bien pauteado. Y renovar radicalmente el nivel de los actores y hacer retroceder a los partidos. El factor Lagos podría asegurarnos el ganar posiciones territoriales y tener una efectiva regionalización. El juego político está clarito, al menos desde este jardín de senderos que no llevan a ninguna parte.

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