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Opinión

13 de Septiembre de 2015

Carlos Peña sobre los correos de Errázuriz y Ezzati: “Se trata de más o menos lo mismo que haría cualquier político doméstico y banal”

El rector de la UDP desmenuzó la polémica por los correos electrónicos de los cardenales Ezzati y Errázuriz y señaló que lo que ahí se discute, entre persignaciones y deseos de buena fe, "revelan la omnipotencia y los rasgos eternos del poder". Además defendió la labor de los medios para informar sobre temas que tienen interés público y desmenuzó el poder que ejerce Enrique Correa, también aludido en los e-mails. "Ha erigido así un poder privado tejido no sobre el dinero (el que tampoco está ausente) sino sobre los pasillos del poder y el acceso al poderoso", sostiene.

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carlos peña A1

En una nueva entrega de su ya clásica columna dominical en el diario El Mercurio, el rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, aprovechó su tribuna para referirse al escándalo de los correos electrónicos revelados entre los cardenales chilenos Francisco Errázuriz y Ricardo Ezzati.

Según el abogado, “los correos electrónicos entre el cardenal Errázuriz y el cardenal Ezzati, y entre el primero y Karadima, revelan la omnipotencia y los rasgos eternos del poder. Y al hacerlo transforman en ridículo el alegato de que se trata de comunicaciones privadas. Atendido su contenido, alegar que son privados equivale simplemente a enarbolar la vieja doctrina del arcana imperii: que el poder tiene derecho a tener secretos para afectar los intereses de terceros”.

Peña señala que entre las apelaciones a la Virgen y los deseos de buena voluntad de Dios “hay una reflexión cruda acerca de la conveniencia que ciertas personas (Felipe Berríos y Juan Carlos Cruz) accedan a posiciones de notoriedad e influencia (la capilla de La Moneda y la comisión papal para la tutela de los menores, respectivamente)”.

“No hay en esos mails ninguna deliberación sustantiva, relacionada con la misión pastoral o dogmática de la Iglesia. En ellos hay simplemente cálculo de consecuencias, un juego de poder, tosco y astuto, como el que habría entre un candidato a diputado y un ejecutivo de Soquimich, o entre un empresario de la basura y un concejal. Ni más ni menos. Ni Ezzati ni Errázuriz requirieron estudiar teología y asomarse a los abismos de la condición humana para tejer ese tipo de consideraciones. En otras palabras, los mismos sujetos que ejecutan el rito de la transubstanciación, son los que se dedican a tejer conspiraciones domésticas”, agrega.

Sobre los corroes entre Errázuriz y Karadima, Peña señala que lo que hay “es un esfuerzo de Errázuriz por que Karadima se aparte de su ministerio y de su parroquia, pero que ello no trascienda y aparezca en cambio como un asunto regular. Se trata de más o menos lo mismo que haría cualquier político doméstico y banal para apartar a alguien de su cargo por haber tenido mala conducta, salvando al mismo tiempo al partido”.

Punto aparte lo tienen las alusiones al lobbista Enrique Correa, el rector de la UDP señala que el ex ministro ha hecho “invaluables aportes a la democracia chilena” y que como consecuencia de ello “alcanzó un acceso a los pasillos y los recovecos del poder, un acceso que los ciudadanos de a pie no poseen”.

“Y el problema es que él usa el acceso a esos pasillos y esos recovecos de maneras múltiples y ubicuas: remuneradamente a veces, gratuitamente otras, y en todas para incrementar su poder. Ha erigido así un poder privado tejido no sobre el dinero (el que tampoco está ausente) sino sobre los pasillos del poder y el acceso al poderoso. Agobiado Errázuriz por la probabilidad de que Felipe Berríos (ese cura que comparte la extraña locura de la cruz) sea nombrado capellán de La Moneda no recurre al Gobierno para plantear sus puntos de vista”, sostiene Peña.

Pero agrega que la alusión a Correa para que éste haga de intermediario con el gobierno es incomprensible, pero ayuda a entender el poder de Enrique Correa: “un poder que en realidad no tiene, sino un poder con el que inexplicablemente lo invisten quienes, entre ellos el cardenal Errázuriz o el ministro Burgos, se relacionan con él”.

Finalmente, el académico señala que a pesar de que los aludidos aleguen que se violó su privacidad no es razonable sostener que los medios que divulgaron estas cartas hayan hecho eso.

“Porque lo que los medios han hecho es difundir una información que juzgaron, correctamente además, ser de interés público. Y ocurre que los medios no tienen el deber de ser discretos con la información de interés público que reciben. En cuestiones de interés público el deber de los medios es ser indiscretos. La discreción es un deber de quien tiene obligaciones de confidencialidad, no de quien tiene el deber de informar en asuntos que atingen a todos. Esperar que los medios no sean indiscretos, es tan absurdo como esperar que un cirujano de vocación (Freud dixit ) no tenga algo de sádico. ¿O es que acaso en democracia se puede jugar con las cartas marcadas y al mismo tiempo enojarse porque la argucia se revele?”, finaliza.

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