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Opinión

29 de Diciembre de 2015

Columna: PODEMOS Revolucionar la Democracia

PODEMOS se fundó a comienzos del 2014 denunciando la falta de representatividad de los partidos políticos tradicionales españoles. PODEMOS propuso la necesidad de recoger el descontento ciudadano y transformarlo en un partido político nuevo que, por vía institucional, llegara a gobernar con la ciudadanía y para la ciudadanía. PODEMOS, a pesar de una abierta campaña […]

Isidora Cepeda
Isidora Cepeda
Por

MARCHAS

PODEMOS se fundó a comienzos del 2014 denunciando la falta de representatividad de los partidos políticos tradicionales españoles. PODEMOS propuso la necesidad de recoger el descontento ciudadano y transformarlo en un partido político nuevo que, por vía institucional, llegara a gobernar con la ciudadanía y para la ciudadanía. PODEMOS, a pesar de una abierta campaña mediática en su contra y de tener que lidiar con una ley electoral diseñada para el bipartidismo, obtuvo en las elecciones del 20 de diciembre más de 5 millones de votos y hoy es la tercera fuerza política de España.

Estuve con ellos el 20D en Madrid representando a Revolución Democrática y me di cuenta que ellos estaban igual de curiosos de aprender de la experiencia chilena de lo que nosotros de la suya. La mayoría me comentó que recordaban haber seguido expectantes el movimiento estudiantil el 2011 y que muchas veces sintieron sana envidia de la masiva convocatoria y compromiso de los estudiantes, anhelando que alguna vez llegara a replicarse en Europa. Hubo desde el principio un ambiente de compañerismo y complicidad que no dejó de sorprenderme, ya que yo llegué a España con una imagen de PODEMOS como ese ‘gran fenómeno’ que aborda la prensa y estudia la academia.

En realidad, se trata de un colectivo que, como nosotros, crece en el entusiasmo de poder realizar un proyecto amplio que haga participar y empodere a la ciudadanía para proteger derechos y estando ahí, se me hizo evidente que, viniendo de contextos distintos, nuestros objetivos son comunes.

Su programa de gobierno para las elecciones del 20D fue abiertamente contrario a las políticas de austeridad y estuvo cargado de propuestas orientadas a subsanar las problemáticas sociales. Asimismo el bipartidismo, la corrupción, la desigualdad y la “fuga de cerebros” en busca de mejores oportunidades, fueron los pilares que sostuvieron tal propuesta.

El discurso empleado por las principales figuras –quienes en su mayoría no superan los 40 años— llama recurrentemente a la ciudadanía a ‘apoderarse’ de las instituciones; a participar y militar por un proyecto colectivo más que a ser representados y votar por una propuesta levantada por unos ‘otros’. De la misma manera, se sostiene insistentemente la necesidad del reconocimiento de las múltiples identidades y la garantía de su convivencia: de la pluriculturalidad, de la plurinacionalidad.

Si bien en Chile deberíamos tomar nota de la experiencia de PODEMOS, hay que ser capaces de dimensionar el hecho de que los movimientos sociales en nuestro país han sido ejemplo para muchos en todo el mundo, incluyendo a PODEMOS. Y no sólo es nuestro presente, es también nuestra historia, escuchar a miles de españoles entonar al unísono ‘El pueblo unido jamás será vencido’ de Sergio Ortega y Quilapayún simplemente estremece.

¿Cuál es la gran lección que nos deja Podemos? Que la vía institucional sí puede convertirse en la plataforma desde la cual la ciudadanía llega al poder y puede disputar sus más diversos intereses. Es cierto que el pueblo chileno históricamente ha sufrido el trauma de tener un Estado paternalista, que ciertas veces castiga y otras veces ampara, pero el pueblo español también ha sido víctima de la violencia empleada por un Estado opresor. Como lo demuestra el proyecto de Podemos, la mejor forma de superar ese trauma, es comprender que el Estado y sus instituciones en democracia, no son enemigos de la ciudadanía, sino que, debidamente administrados, son la plataforma que garantiza el derecho y la articulación de distintas redes de identidades que promocionan y disputan sus más diversos intereses. Por eso es que la ciudadanía debe ser participativa y debe saber levantar y mantener el poder de la sociedad civil.

Me quedan las ganas de continuar aprendiendo y de estrechar los vínculos que nos unen con esto y muchos otras iniciativas para fortalecer este proyecto, el de la realización de la promesa de la democracia.

Los resultados que obtuvo PODEMOS a su favor en las recientes elecciones demuestran que las iniciativas que emergen desde los barrios donde vive, estudia y trabaja la ciudadanía sí pueden transformarse en propuestas políticas de alcance nacional, y los ciudadanos sí pueden convertirse en un actor político determinante, capaz de ingresar a las instituciones emprendiendo un proyecto propio para, desde ahí, revolucionar la democracia.

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