Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

20 de Enero de 2016

Pedro Peirano y el debut de 31 Minutos en Santiago a Mil: “Shakespeare no conoce algo, lo conoce TODO”

Por primera vez, la pandilla de títeres escenifica la adaptación de un texto, y nada menos que de “Romeo y Julieta”, con seis presentaciones gratuitas durante enero. ¿Cómo conservar la esencia lúdica de 31 minutos sin traicionar el drama de la obra? “Imposible suprimir el suicidio final. Pero hicimos una trampita para salir de la tragedia con una sensación de comedia”, cuenta su creador.

Andrea Moletto
Andrea Moletto
Por

Pedro-Peirano-y-el-debut-de-31-Minutos-en-Santiago-a-Mil1

¿A qué edad leíste “Romeo y Julieta”? ¿Qué impresión te produjo?
–La verdad es que la leí recién para esta adaptación. He leído o visto varias otras, mi favorita es “El Rey Lear” y los fragmentos en los que aparece Falstaff en diversas historias. Pero “Romeo y Julieta” me daba la sensación de cosa conocida, de relectura sin pasar por la lectura. Como decía Mark Twain, “un clásico es ese libro que todos alaban pero nadie lee”. Ahora, yo estaba sumido en el prejuicio. Cuando decidimos que en vez de hacer una mera parodia íbamos a tratar de hacer una “versión” de la obra, me leí varias traducciones distintas, y ahí estaban –como era obvio que iban a estar- la riqueza y el humor. Justo me tocó estar en Londres hace poco, así que fui a visitar el Teatro Globe de Shakespeare y me compré un facsímil de la primera edición de la obra. Sentí que era una especie de ritual supersticioso. O un intento de que Shakespeare me perdonara por lo que iba a hacer.

¿Por qué se te ocurrió que podía ser una buena historia de títeres para niños?
–Bueno, 31 Minutos está siempre al borde de la parodia y utiliza formatos clásicos para armar su realidad. Una obra archiconocida es un lugar natural para nosotros. 31 Minutos, en el fondo, es un medio para explorar otros lenguajes y a la vez, por su misma naturaleza titiritesca, impide que el resultado sufra de una pomposa gravedad.

¿Un niño puede entender todo lo que hay en “Romeo y Julieta”?
–Lo esencial de la obra es tan universal que los niños ya vienen con el chip para entenderla. Ahora, ¡Romeo y Julieta se casan en la obra! Eso lo omití porque la hacía muy pesada y llegábamos adonde mismo queríamos llegar. Y como es lógico, hubo que simplificar enormemente, fundir varios personajes en uno, elegir las frases que más nos gustaran y hacerlas digeribles, mezclar con diálogo cotidiano, etcétera. En verdad hice una mezcla entre lo que la obra cuenta y lo que sabemos por osmosis que pasa en ella. Obviamente lo más difícil fue afrontar el suicidio final. Porque no podíamos cambiar eso. He visto versiones en que lo suprimen. Imposible. Pero hicimos una trampita para salir de la tragedia con una sensación de comedia.

¿El humor de 31 Minutos cabe también en esta historia?
–Más bien, es esencial en esta historia. Nuestros personajes son de comedia, ese es su barrio. Esta es una versión de ellos de la obra. Hasta en los momentos más trágicos alguna ridiculez pasa, que los devuelve al lugar de donde vienen. Pero a pesar de eso, logramos el momento conmovedor cuando lo necesitábamos. Una sensación de verdadera tragedia de la que huimos rápidamente después. Y el Álvaro (Díaz) compuso canciones para todos los personajes, porque la música no podía estar ausente y la historia se volvía más divertida. ¡Es 31 Minutos! Nuestra única ambición es entretener, presentando sólo una muestra de lo que la obra es o podría ser. Y ojalá causar curiosidad para que alguien, en el futuro, se interese en la verdadera tragedia.

En una entrevista reciente, a Raúl Zurita le preguntaron qué libro podría ser un testimonio para no volver a cometer los errores y horrores más grandes de la humanidad, y contestó: “Romeo y Julieta”. ¿Estás de acuerdo?
–Viejo seco. Claro. Tiene todo lo necesario para entender los conflictos del mundo. La dimensión inhumana, desalmada, la eterna guerra y dentro de ella un amor puro que conoce su derecho a existir pese a los intereses y prejuicios de otros. Eso básico, esencial, que es más grande e importante que lo que creemos grande.
Pedro-Peirano-y-el-debut-de-31-Minutos-en-Santiago-a-Mil2

¿Las tregedias de Shakespeare sirven como alertas para no volver a pisar el palito, o son el testimonio de lo que no vamos a aprender nunca?
–En general son testimonios, creo yo. La tragedia inevitable, imparable, predicha, puebla su obra. No son manuales de autoayuda. Pero claro, cada uno puede aplicar en su propia vida lo que ve reflejado de ella en sus obras. Elegir no actuar como Otelo, ponte tú. O Lear. Dentro de lo que se puede elegir. O al menos, sus obras ofrecen el alivio de saber que los dramas que te afligen son universales.

¿Quién es Shakespeare para ti? ¿Qué lo hizo tan único?
–Es un narrador maravilloso, un poeta increíble, un humorista generoso y cruel. En general nos gustan los artistas que conocen ALGO particular del mundo y lo exploran en toda su profundidad.
Pero Shakespeare no conoce sólo algo. Lo conoce TODO. Es vertiginosamente capaz de darle voz a todo sentimiento y a todo ser humano.

Este 2016 también se cumplen 400 años de la muerte de Cervantes. ¿31 Minutos no está más cerca del Quijote que de los personajes shakespearianos?
–No demos por contradictorio lo que puede ser complementario. 31 Minutos tiene un alma clásica, como toda narrativa que se nutre de la parodia. Y admira, de algún modo, todo lo que parodia. Para el programa televisivo hicimos un especial “cultural” en que Bodoque, haciéndolas de Cervantes, hacía una pésima versión del Quijote. Ahora, interpreta a Shakespeare. Es un artista completo.

Notas relacionadas