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Nacional

18 de Febrero de 2016

Alemania y Chile estudian planes para construir memorial que recuerde los crímenes de Colonia Dignidad

"La Colonia Dignidad requiere de un memorial como lo requieren otros crímenes infames que se cometieron en Chile", afirmó el embajador chileno en Berlín, Mariano Fernández.

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Los planes de construir un memorial que recuerde los crímenes de Colonia Dignidad, enclave alemán en Chile donde se cometieron desde abusos sexuales a menores hasta torturas a opositores de la dictadura de Augusto Pinochet, abrieron hoy un semanario organizado en Berlín sobre ese capítulo de la historia.

“La Colonia Dignidad requiere de un memorial como lo requieren otros crímenes infames que se cometieron en Chile”, afirmó el embajador chileno en Berlín, Mariano Fernández.

El acto se realizó en un lugar simbólico, la Casa de la Conferencia de Wannsee, donde se planificaron los detalles de la llamada “solución final” que, según los planes de Hitler, debía conducir al exterminio de los judíos europeos.

“Quiero empezar por manifestar mi conmoción por encontrarme en el lugar donde se planificó uno de los crímenes más horrendos de la historia humana”, dijo el director del Museo de la Historia de Santiago de Chile, Ricardo Brodsky.

La Casa de la Conferencia de Wannsee es hoy un memorial y, como tal, es un ejemplo de cómo se pueden transformar lugares en donde se planificaron o se perpetraron crímenes en sitios de recuperación de la memoria histórica.

El seminario coincide con informaciones que apuntan a que la Justicia alemana estudiará la posibilidad de que un exlíder de la Colonia Dignidad, el médico Harmut Hopp, condenado en Chile, cumpla su pena en Alemania.

Hopp huyó a Alemania en 2011 tras ser condenado en Chile como cómplice de dieciséis casos de abusos sexuales de niños de la Colonia Dignidad cometidos por el fallecido líder de ese enclave, el exsuboficial nazi Paul Schaefer.

La Colonia Dignidad fue creada en 1961 en el sur de Chile por Schaefer y, con 16.000 hectáreas, con el tiempo se convirtió en un enclave, donde los colonos vivían encerrados y sus dirigentes no cumplían las leyes.

Una de las preguntas centrales de la primera sesión del seminario fue si Chile, así como otros países latinoamericanos que vivieron experiencias dictatoriales, puede aprender algo de la manera en que se ha ido formando una cultura de la memoria en Alemania.

“No estoy seguro de que se pueda comparar una experiencia con otra, pero sin duda se puede observar cómo se ha ido construyendo una cultura de la memoria en Alemania”, indicó el director de la Casa de la Conferencia de Wannsee, Hans Christian Jasch.

Jasch recordó que el comienzo de esa cultura de la memoria en Alemania no fue espontáneo, sino forzado por los aliados con los procesos de Nuremberg que, señaló, tuvieron gran resistencia en muchos sectores de la sociedad.

En los años cincuenta hubo tímidos avances centrados en la rehabilitación de los miembros de la resistencia contra el nazismo.

En ese sentido, aludió al proceso y la condena por injuria en 1952 contra Otto Erst Remer, que había calificado de traidores a la patria a quienes participaron en la conspiración contra Hitler el 20 julio de 1944.

Según apuntó, durante mucho tiempo los esfuerzos por crear una cultura de la memoria vinieron de la sociedad civil o de personas aisladas como el legendario fiscal Fritz Bauer, que impulsó el proceso contra Remer y, una década más tarde, los llamados procesos de Auschwitz.

En ese sentido, la presidenta de la Asociación por la Memoria y los Derechos Humanos Colonia Dignidad, Margarita Romero, recordó que la iniciativa de crear un memorial salió justamente de la sociedad civil: “No ha sido el Estado, que se sumó después”, resaltó.

Para que estos lugares cumplan su objetivo pedagógico, el director de la Fundación de Memoriales de Brandeburgo, Günter Morsch, consideró que deben parecerse más a un museo que a un cementerio.

Para entender los crímenes del pasado, agregó Morsh, no basta con contar desde la empatía las historias de las víctimas, sino que hay que abordar también -desde una perspectiva analítica- las historias y las motivaciones ideológicas de los verdugos.

En eso ayuda, según Morsch, la relación permanente con la universidad y los investigadores que, además, colaboran en mantener una perspectiva crítica que rebaja el riesgo de que un memorial sea instrumentalizado políticamente en una u otra dirección.

“Lo peor que le puede ocurrir a un memorial es ser instrumentalizado políticamente”, advirtió.

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