Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

6 de Marzo de 2016

Columna: La memoria, la justicia y la ley del talión

La memoria es el mecanismo que busca el hombre para vencer los peligros de la deshumanización, la memoria individual y colectiva le permite a las personas y a los pueblos modelar su futuro, sin memoria no es posible echar bases solidas para la reconstrucción de una sociedad que ha experimentado en su seno el exterminio.

Carmen Hertz, Apolonia Ramírez y Manuel Salazar
Carmen Hertz, Apolonia Ramírez y Manuel Salazar
Por

Recuerdan a víctimas de la dictadura militar en Temuco

En la edición de hoy domingo el diario El Mercurio entrevista al padre Fernando Montes, quien se refiere al perdón de los crímenes de la dictadura y alude a declaraciones mías. Señala que si perdono no miraré “más al pasado”. También alude a la ley del talión.

Ante estos dichos quisiera precisar lo siguiente:

1) El Perdón a crímenes atroces es un concepto de sociedad premoderna. Las sociedades modernas instauran, a partir de la Revolución Francesa el Estado de Derecho para que los crímenes sean juzgados por los tribunales.

2) Los crímenes de lesa humanidad son los que más repugnan a la conciencia civilizada de la humanidad, porque afectan LA CONDICIÓN HUMANA y ponen en peligro la paz mundial. Por esas razones la comunidad internacional ha declarado estos crímenes como Imprescriptibles, Inamnistiables y de Jurisdicción Universal.

3) Perseguir la Justicia por estos crímenes no es “quedarse en el pasado”, sino por el contrario: la Justicia es la fuente primera de la Memoria, y la Memoria en una sociedad traumatizada por prácticas genocidas en una herramienta liberadora, que permite construir un presente y un futuro moralmente decente.

Es la justicia la que permite que no se aplique “la ley del talión” que el padre Montes cita.

4) Nadie en Europa pretendería calificar a quienes persiguen los crímenes nazis como anclados en el pasado ni tampoco serían acusados de aplicar la “ley del talión”.

Hace un tiempo lo dije en la Bnai Brith, en un discurso de agradecimiento al premio Rene Cassin y hoy lo reafirmo: Podemos afirmar que no existe para la conciencia civilizada de la humanidad crímenes mas repugnantes que el genocidio y los crímenes de lesa humanidad, es decir los asesinatos masivos de personas, la tortura sistemática y las desapariciones forzadas de personas.

Precisamente a partir del descubrimiento horrorizado que hace la comunidad internacional de las atrocidades y perversiones del holocausto nazi, al liberarse campos como Auschwitz-Birkenau y Buchenwald, se asumió la necesidad de regular penalmente diversas conductas criminales, que a partir de entonces se conocen como crímenes contra la humanidad, consagrados por vez primera en el estatuto de Nuremberg y considerados como crímenes que ofenden no sólo a las personas que los padecieron, no sólo a los familiares de esas víctimas sino ofenden y agravia la conciencia de la humanidad y comprometen la paz y la seguridad mundial.

Por estas consideraciones y porque el genocidio y los crímenes de lesa humanidad atentan contra la condición humana como los definió el fiscal francés de Nuremberg, son crímenes imprescriptibles, inamnistiables y de jurisdicción universal.
En la década de los setenta estos crímenes atroces se cometieron en el cono sur de América Latina por las dictaduras que se impusieron en nuestros países.

Los ideólogos del terror en Chile, Argentina o Uruguay no fueron originales. El método de la desaparición forzada, el crimen mas global contra el ser humano se inspira en el decreto nazi de diciembre de 1941 “noche y niebla” que en una de su partes ordena “ que los prisioneros se desvanezcan en la noche y en la niebla sin dejar rastros…”

Han transcurridos muchos años de incansables esfuerzos en pos de la verdad y la justicia, y de la construcción de nuestra memoria colectiva.

Ha sido una travesía árida, difícil, llena de obstáculos al desafío de instalar como bienes jurídicos, políticos y sociales la verdad, la justicia y la memoria, valores que corresponden a anhelos y sentimientos profundos de la mayor parte de la sociedad chilena.

La revisión del pasado y la confrontación de la memoria en torno al hecho traumático del exterminio de un sector de la población ha sido siempre un proceso desgarrador y complejo pero necesario e imprescindible de enfrentar.

La memoria es el mecanismo que busca el hombre para vencer los peligros de la deshumanización, la memoria individual y colectiva le permite a las personas y a los pueblos modelar su futuro, sin memoria no es posible echar bases solidas para la reconstrucción de una sociedad que ha experimentado en su seno el exterminio.

Rescatar del silencio lo que fue persistentemente negado es un deber ético de justicia y reparación para con las víctimas, pero es también una responsabilidad con la sociedad chilena que se enfrenta hoy mas abiertamente con la posibilidad de mirarse y reconocerse en su historia.

Notas relacionadas