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Nacional

29 de Marzo de 2016

Extenso documento de Huenchumilla a la DC: “Hoy, el desafío es cómo enfrentamos el capitalismo y el mundo globalizado”

"La DC tiene una tarea pendiente en orden a que nunca se ha planteado, seriamente, cuál es su visión actual, en pleno siglo XXI, respecto del modelo de capitalismo que tenemos en nuestro país implantado por la dictadura; y, si dicho modelo, se aviene o no con los principios éticos que iluminan o debieran iluminar nuestra acción política. Porque la pregunta es, a estas alturas, qué nos diferencia de la derecha en esta materia. Lo digo por el debate que se ha suscitado, no sólo a propósito de la carta de los 26, sino de las declaraciones de connotados personeros democratacristianos", escribió el exalcalde de Temuco.

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A través del documento “La DC en la encrucijada: un documento para los DC”, el ex intendente de la Araucanía, Francisco Huenchumilla, plantea -dirigido sus camaradas -cuál es el debate que se viene para la falange en adelante, pensando, sobre todo, en las diferencias y dudas surgidas en torno al programa de gobierno de la Nueva Mayoría.

1.- La DC y el siglo XXI: Un cambio de paradigma

Mucha agua ha corrido bajo los puentes de la Historia, desde que la DC, como Falange, irrumpió en la vida política nacional allá por la década de los 30 del siglo XX. Eran los tiempos en que el capitalismo era desafiado por el socialismo y que, después de la Segunda Guerra Mundial, daría lugar a lo que se denominó “La Guerra Fría”, que contaminó la política mundial hasta la caída del Muro y de la Unión Soviética en 1989-1991. Eran también los tiempos del “Estado Nacional”, donde la globalización y la revolución de las comunicaciones y el transporte no estaban presentes. Era otro mundo, distinto al que enfrentamos hoy en el siglo XXI.

En ese escenario, los padres fundadores situaron a la Falange más allá del capitalismo y del socialismo. Éste había tenido la osadía de desafiar al capitalismo mediante un proyecto alternativo concreto surgido de la Revolución de Octubre, en virtud del cual, sostenía que había una manera diferente de organizar la sociedad, que se tradujo en el modelo de los socialismos reales encarnados en la Unión Soviética. Todos sabemos cómo terminó este experimento que devino en el más brutal de los totalitarismos y que llevó a un autor a señalar que la disputa había terminado con el triunfo final del capitalismo y de la democracia liberal. Era el fin de la historia según este profesor.

Terminó, por lo tanto —de la manera en que todos conocemos— uno de los elementos centrales con que los fundadores de la Falange se encontraban en su escenario político en los años ’30 al situarse más allá del capitalismo y del socialismo; éste ha salido hoy del escenario en la versión señalada.

También salió del escenario el cerrado Estado Nacional, dando paso a la globalización y a las comunicaciones mundiales en tiempo real.

Hoy, en el siglo XXI, vivimos sin el socialismo real y con un capitalismo triunfante a nivel mundial y con la revolución de las comunicaciones y del transporte. Este es el mundo en que hoy día vivimos.

¿Cómo debemos enfrentar, en consecuencia, los democratacristianos, este mundo del siglo XXI, que es diametralmente distinto al escenario que vivieron los fundadores al tomar la decisión de desprenderse del viejo tronco conservador?

Hoy, el desafío es cómo enfrentamos el capitalismo y el mundo globalizado.

Mejor dicho, qué pensamos hoy los democratacristianos del tipo de capitalismo que tenemos específicamente en Chile. Está claro que las puertas del Estado Nacional se abrieron y hoy tenemos una economía abierta al mundo y dependiente de los centros de poder mundial, económicos y financieros.

De las opiniones que hemos escuchado a diversos actores de nuestro partido, con ocasión del debate que el país ha presenciado con motivo de la implementación del programa de gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, me surgen dudas de si realmente, como sería necesario, tenemos claridad acerca del tipo y modelo capitalista que tenemos en nuestro país. Probablemente, si tuviéramos esa claridad, podríamos comprender mejor la verdadera naturaleza de dicho programa y no generar tantas dudas entre nosotros que terminan contagiando de incertidumbres a la opinión pública que busca y necesita, en el mundo de hoy, certezas para confiar en los conductores del Estado.

Los democratacristianos creemos en el ser humano y en su capacidad para crear artefactos, herramientas e instituciones; de ello da cuenta la abundancia de bienes y servicios con que hoy cuenta la humanidad. Ésta es la capacidad emprendedora del hombre cumpliendo el mandato bíblico de dominar la tierra y multiplicarse. Es la inteligencia humana que en su largo caminar ha desarrollado la ciencia y la tecnología. Por lo tanto, la DC está a favor de los emprendedores que conforman empresas de todo tipo.

Está claro también que el intercambio de bienes y servicios acompaña desde siempre a la humanidad y que mucho antes que existiera el sistema capitalista funcionaba lo que pudiéramos llamar una economía de mercado (un claro ejemplo de esto lo tenemos en Chile, donde el pueblo mapuche durante los siglos XVII, XVIII y XIX no tenía Estado ni sistema capitalista, pero contaba con una dinámica economía de mercado).

El sistema capitalista, como forma de organizar la economía, es de reciente data: unos 300 o 400 años, y su desarrollo ha estado pleno de debates y controversias, fundamentalmente en el último siglo por medio de las diversas escuelas económicas.

Entonces, el problema, para la DC, es tener claridad respecto de esta particular forma de organizar la economía nacional y mundial, considerando que el sistema capitalista tiene diversos modelos de implementación. Ése es el punto. Toco este tema, porque, según entiendo, nuestros fundamentos nos situaron más allá del sistema capitalista. Pero temo que nunca la DC se planteó este tema seriamente, más allá de las voces que uno ha escuchado en el sentido de ser un partido anticapitalista. Aunque, para ser justos, durante la dictadura camaradas encabezados por Alejandro Foxley fueron muy críticos del modelo que se estaba implantando por los llamados Chicago Boys.

Porque, seamos claros, el modelo en Chile no se instauró en democracia: se instauró por la fuerza de una dictadura cívico-militar.

Sin embargo, a mi juicio, el debate sigue pendiente con ocasión —como hemos tenido oportunidad de presenciar— de la implementación del programa del gobierno de la Nueva Mayoría, que significó un cierto cambio de rumbo respecto de lo que, como Concertación, veníamos haciendo y que puso  en cuestión la naturaleza del mismo.

Mi punto es, en consecuencia, que la DC tiene una tarea pendiente en orden a que nunca se ha planteado, seriamente, cuál es su visión actual, en pleno siglo XXI, respecto del modelo de capitalismo que tenemos en nuestro país implantado por la dictadura; y, si dicho modelo, se aviene o no con los principios éticos que iluminan o debieran iluminar nuestra acción política. Porque la pregunta es, a estas alturas, qué nos diferencia de la derecha en esta materia. Lo digo por el debate que se ha suscitado, no sólo a propósito de la carta de los 26, sino de las declaraciones de connotados personeros democratacristianos

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