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LA CARNE

20 de Junio de 2016

Columna La Carne: Sola Caliente

Por lo general con alcohol tiendo a perder el norte, a gesticular más de lo habitual, a contar más de lo permitido y a transformarme en un monstruo sin control que dependiendo de la circunstancias se manifiesta ya sea en la mina punk (esa es la agresiva) en la grave (la mina con discurso atorador) y/o en la caliente... Esa loca es la peor, porque no tiene dios ni ley y en un entorno un poco relajado puede llegar a desbordarse. Le importa un carajo los que están al lado, baila como condenada, se frota por las cortinas, atraca en los baños, se sube a los autos y se saca el sostén, tira, tira y tira, pero cuando llega a la casa, llora como una niña porque si quiere que se la tiren es para ver tele cucharita.

Por

carne

Me pasa que cuando ando sola por el mundo la calentura me toma por el cuello. Más que las noches, las mañanas son las insoportables. A esa hora -aunque media cochinilla por efectos matutinos- siento el cuerpo más rico, calentito, suave y como antes de bajarme de la cama no he recuperado del todo la consciencia, me concentro más en que al lado mío no está ni Cristo o que las pechugas están más calientes y grandes que anoche, porque en estos días de seguro que me enfermo, o que revolcarse con un hombre antes de salir al mundo real es bueno, o que necesito pegarme como una lapa por al menos unos minutos a la espalda de un hombre, o que los hombres amanecen duros y que tienen la mejor y más saludable erección justo a esa maldita hora…Todo esto lo pienso antes de pasar a la etapa más despierta, en que compruebo que hace un frío de puta madre en las calles, que tengo el pelo cerdo, que tengo un listado de pendientes aterrador, que no tengo qué ponerme, que entre el cuello y el hombro tengo un nudo doloroso que no se me desarma ni con el hediondo calorub y que la mañanas sola pueden ser a veces una misma mierda. Aunque en la ducha recapacito. Las mañanas mal acompañadas pueden ser mucho, mucho peor. Además no tengo de qué quejarme porque desde hace un tiempo -sin mediar presión alguna- he adquirido la costumbre de tener sexo, pero salir corriendo antes que aparezca un rayo de sol en el cielo. Lo terrible es que si la noche anterior tuve sexo y no amanecí con el tipo, igual me levanto con el síndrome de abstinencia. Esta es una huevada mental -diría una persona seria. ¿Y qué?

Otra situación calenturienta es la que me viene cuando estando sin hombre, quedo borracha. Por lo general con alcohol tiendo a perder el norte, a gesticular más de lo habitual, a contar más de lo permitido y a transformarme en un monstruo sin control que dependiendo de la circunstancias se manifiesta ya sea en la mina punk (esa es la agresiva) en la grave (la mina con discurso atorador) y/o en la caliente… Esa loca es la peor, porque no tiene dios ni ley y en un entorno un poco relajado puede llegar a desbordarse. Le importa un carajo los que están al lado, baila como condenada, se frota por las cortinas, atraca en los baños, se sube a los autos y se saca el sostén, tira, tira y tira, pero cuando llega a la casa, llora como una niña porque si quiere que se la tiren es para ver tele cucharita.

Por eso jamás ando sola. Para que la loca me deje en paz. Para no enyeguecer.

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