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Cultura

10 de Julio de 2016

Carta al ministro de Cultura, Ernesto Ottone

Estimado Ernesto Ottone Ministro de Cultura Con respecto a sus declaraciones hechas en este mismo medio, y como participantes del ciclo de arte InVisible organizado por el Centex de Valparaíso, nos gustaría hacer ciertas precisiones a sus comentarios. Al recalcar el hecho de que el Centex es un espacio abierto a todo público sin restricción […]

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Estimado Ernesto Ottone
Ministro de Cultura

Con respecto a sus declaraciones hechas en este mismo medio, y como participantes del ciclo de arte InVisible organizado por el Centex de Valparaíso, nos gustaría hacer ciertas precisiones a sus comentarios.

Al recalcar el hecho de que el Centex es un espacio abierto a todo público sin restricción de edades, pareciera implícito el hecho de que otros espacios si lo son, o que hay museos o galerías en nuestro país para mayores de 18 años o Con criterio formado. La pregunta que salta a la vista es ¿Existen este tipo de espacios? y la respuesta es una y rotunda: No.
El arte no segrega sus espacios para mayores y menores, no evita exhibiciones ni accesos, el arte -o los espacios de arte que se aprecien de tal- sugieren o alertan, pero no prohíben, porque todo espacio se entiende -o debiera entenderse- como plural e inclusivo, de libre acceso y sobre todo, de libre expresión.

El Sr. Ministro confunde los términos cuando habla de “un problema de línea editorial” en su respuesta a la polémica en el diario The Clinic, porque línea editorial, es precisamente lo que justificaba que una obra como esa se inscribiera dentro de un ciclo llamado InVisible, que justamente problematizaba sobre discapacidad, género e inclusión… Pero Felipe Rivas, autor de la obra “Ideología”, es excluido en nombre de los niños, que de seguro en la era del internet, jamás han visto una eyaculación.
(Porque al parecer todo esto se resume en un problema de penes y secreciones ¿O es acaso el verdadero y oculto pie de tope, la resistencia político-socialista a ver la imagen de su ex-presidente maculada por el semen de un plebeyo?)

Pero el Señor ministro va aún más lejos, y en una actitud claramente acorde a las políticas no solo culturales, sino alineadas con las formas habituales de construir Estado en los últimos 26 años, “independiza” a la curadora del proyecto, Montserrat Rojas, y le quita todo piso y sustento institucional, catalogándola de descriteriada: “Hubo un descriterio de parte de la persona que lo programó” (The Clinic).
El Sr. Ministro no menciona que cualquier curador que trabaje para el estado será siempre un colaborador externo e “independiente”, porque así funciona la institución, de la misma forma que nosotros los artistas que formamos parte de este ciclo somos “Proveedores de Servicios”, es decir, la función del artista se externaliza al igual que si se licitara la compra de lápices Bic.
No son menos válidas ni tienen menos peso nuestras investigaciones o criterios por el hecho de ser “externos”, muy al contrario, son signo de independencia y autonomía, dos valores que el Estado de la Cultura debiera respetar y promover, en vez de menospreciar.

A nuestro parecer, la única falta de criterio existente en todo este asunto, es que no se respetan los roles ni los cargos de las personas designadas por la propia institución y luego se inventan normas cuando la leche ya está derramada.

Existen espacios de arte en nuestro país, donde se advierte al artista, previo a la firma de cualquier convenio, sobre la prohibición de aludir dentro de las obras, a ciertas temáticas específicas: Política, sexo y desnudo. Así funciona la Sala Gasco de Santiago, por ejemplo, y si bien, me parecen deplorables estas restricciones ideológicas, salva al menos el hecho de que las normas son claras y transparentes. Esto se hace precisamente para evitar que luego se hable de censura.

El Señor Ministro, como cabeza de este pulpo gigantesco, y habiendo salido personalmente al paso de esta polémica, debe asumir que cambiar las reglas del juego una semana antes de la inauguración de una muestra, apelando a un criterio pueblerino que roza la pacatería y el conservadurismo, escudándose en la familia y los niños de colegio que perfectamente son capaces de leer una advertencia de contenido inapropiado junto a sus padres, profesores y mediadores. El Sr. Ministro debe asumir y reconocer que aquello, lamentablemente tiene solamente una forma de entenderse: CENSURA.

Una palabra horrible, traumática y aún dolorosa para nosotros los chilenos. Pero más doloroso aún que los recuerdos, es no asumir que las prácticas se repiten y no solo aquí en nuestro país: es parte de las situaciones con que los artistas lidian a diario en todo el mundo. 

Reconozcan su error, su torpeza, la falta de sensibilidad para con el trabajo creativo y repongan la obra censurada por el bien de la convivencia y por la credibilidad del naciente Ministerio de las Culturas.

Atte.,

Nicolás Grum
Felipe Rivas San Martín
Rodrigo Salinas
Isabel Torres Molina
Carolina Pino

Artista participante del ciclo InVisible

Ministro Ottone sale al paso de las críticas: “Si alguien está siempre viendo el vaso medio vacío, bueno, no hay nada que hacer” – The Clinic Online

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