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Opinión

13 de Julio de 2016

La búsqueda de Lukas

En medio de una de sus sesiones de biomagnetismo, Lukas Tudor (47), otrora figura del Mundial juvenil disputado en Chile en 1987, recibió a The Clinic para conversar largo y tendido. Del socialismo en la ex Yugoslavia, de cómo se transformó en el primer jugador chileno elegido por Marcelo Bielsa, y de su práctica diaria de autosanación que lo ha ayudado a dejar atrás el estrés de convivir con “tanto chanta que abunda en los negocios del fútbol”, entre otras cosas. Además, aprovechó de comentar el último título de la selección y de repasar al extimonel del fútbol chileno. “Para mí, Jadue es un hijo de puta”, disparó a las redes el hombre récord, quien, a través del método Isha, aún busca su equilibrio espiritual.

Jonás Romero Sánchez
Jonás Romero Sánchez
Por

Lukas Tudor

Lukas Tudor está recostado sobre una camilla en el octavo piso de un modernísimo edificio en Avenida Las Condes, sede de un centro médico integral que ofrece, entre otros tratamientos, biomagnetismo, acupuntura y stiperpuntura, una técnica basada en la colocación de almohadillas de celulosa vegetal cuya función es regular la energía vital en los pacientes.

Pero aunque se trata de una clínica que mezcla la kinesiología con terapias alternativas, aquí no hay velas aromáticas, ni inciensos o piedras milenarias. Se trata de una sala de blanco impecable con vista al Cerro Manquehue, donde la humanidad del exseleccionado chileno descansa sobre una camilla y es parcialmente cubierta por tres pequeñas mantas negras conectadas a una máquina búlgara, la que en pocos minutos promete dejar sus chakras totalmente alineados. Mientras aguarda a que eso suceda, Tudor usa su celular para responderle con mensajes de voz a su empleada doméstica, quien le consulta sobre qué corte de carne debe comprar para el asado de la final del domingo frente a Argentina.

Faltan 36 horas para el partido definitorio de la Copa América Centenario, pero asegura, aún en posición horizontal, que Chile se va a quedar con el título. “Fírmalo donde quieras. Soy como ese pulpo que adivinaba resultados, sólo que más grandecito. Soy el ‘Chancho Paul’”, bromea. Lukas Tudor llegó a pesar 115 kilos: sabe reírse de sí mismo.

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Lukas Tudor Bakulic nació el año 1969, hijo de madre coquimbana y padre croata. “Mi mamá era bailarina, y dice que de ella obtuve mi elasticidad; el viejo era médico otorrino en la ex Yugoslavia”, cuenta. Ambos se conocieron en un viaje que ella realizaba por Europa y, tras unos meses de residencia en el viejo continente, decidieron radicarse en Chile. “De haberse quedado, a mí y a mis hermanos nos hubiera tocado pelear en los Balcanes. En vez de eso crecí en Santiago, fui al Saint George y me hice futbolista”, afirma el exjugador, con pasos por Colo Colo, Universidad Católica y Newell’s Old Boys entre otros.

— ¿Qué sabes de la ex Yugoslavia?
Mucho, mi papá nos hablaba todo el tiempo de su vida allá. Sé que cuando Tito murió, se desgranó el choclo en una guerra espantosa. Fue tremendo. Habían serbios casados con croatas, familias metidas en el campo de batalla: la gente se mataba entre primos. Y más que por el territorio, esta fue una guerra religiosa. Desde chico aprendí que la religión ha sido la gran causante de las guerras en la historia.

Mi papá también me hablaba de lo duro que fue crecer durante la Guerra Fría. El socialismo tenía cosas buenas, había igualdad, salud y educación; derechos básicos. Pero también me dijo que te impedían surgir. Si querías ser una persona creativa, tratar de ganar más lucas por otra parte, estabas cagado.

Curiosamente aprendí el gusto por los asados de mi papá. La carne era un lujo durante el socialismo, por eso él acá hacía costillar de chancho o chuletas de cordero, ¡maravillosas! Todos los fines de semana se tiraba unas carnes el guatón. Disfrutaba como loco. Él llegó a Chile sin saber dos palabras de español, y terminó siendo profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

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Tudor usa el pelo largo peinado hacia atrás, y sobre sus orejas aparecen las primeras canas. Evidentemente, su cuerpo no es el mismo de su época como jugador profesional. El año pasado, luego de una aparición como comentarista durante un partido de la selección, cientos de usuarios en redes sociales comentaron su evidente sobrepeso.

Pocos días después, en una entrevista en el diario La Segunda, Tudor afirmó orgulloso: “Estoy gordo ¿Y qué? Me importa una raja, porque me sigue yendo bien con las mujeres”. La noticia llegó a ser replicada por medios argentinos y peruanos, pero fueron los consejos de sus hijos -y una mezcla de amor propio- los que lo convencieron de hacer algo por su salud.

Desde entonces, y gracias a las dietas y tratamientos, ha bajado doce kilos. “Acá se preocupan de las dietas, pero no contando las calorías, sino que preocupándose del tema de las energías, de lo que te hace bien y lo que te hace mal. Lo que se llama nutrición inteligente”.

Su principal aliado en la lucha contra el sobrepeso y las lesiones –acumuló más de 10 desgarros en su carrera- ha sido el descubrimiento de Isha, una maestra espiritual australiana que viaja por el mundo pregonando sobre su método de crecimiento basado en el autoconocimiento y la expansión de la conciencia.

“Esto no es una secta ni una religión, es una práctica. Yo practico una hora al día una huevada que ayuda a energizarte y a botar estrés. No es una meditación propiamente tal, lo que hago es repetir frases, a la manera de los mantras. Una práctica de autosanación consciente sobre lo que tú has pasado en la vida”, asegura.

Tudor asegura que una de sus motivaciones para probar el método, fue el estrés provocado por su paso como representante de jugadores, donde llegó a trabajar 14 horas diarias. “En vez de lidiar con los chantas y los ladrones que hay en el negocio del fútbol, preferí salirme de todo e intentar algo radical”, afirma, agregando que “llegué a Isha porque siempre he sido un buscador. Incluso, antes de hacerme conocido, durante mi adolescencia, yo escuchaba una voz interna que me decía “busca, busca”.

Adoptando una expresión seria, Tudor relata cómo el método Isha lo ayudó a superar la muerte de su padre, quien sufrió de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), la misma enfermedad que tuvo Peter Rock. “Ahora puedo hablar de estos temas sin sufrir tanto, ya no le tengo miedo a nada. La enfermedad de mi papá fue un tiempo complicado, pero al menos pudimos llevarlo a vivir sus últimos meses a Croacia, su tierra”.

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“El otro día un gallo me dijo ‘Lukas, tu tenís varios récords. El de los siete goles, de los desgarros -tuve 10-, y el de ser el primer jugador chileno elegido por Bielsa’. Y claro po, él viajó a Santiago, estuvo con mis papás, los volvió locos repasando videos”, relata.

Antes de eso, Tudor era una joven promesa de Universidad Católica. “Yo era el prototipo de un jugador de la Católica. Era rubio, tenía ojos verdes y promedio 6,4 en el Saint George; si hasta entré a sicología con 780 puntos. Después hice cursos de Ingeniería Comercial en la UDP y la Adolfo Ibáñez. ¿Viste? Tengo la pura cara de hueón”.

Luego de ser una de las figuras en el Mundial Juvenil sub 20, disputado en nuestro país a fines de los 80’, un hombre tocó la puerta de su casa. “Era José María Minguella, el mismo que descubrió a Messi y que llevó a Maradona al Barcelona. Yo entrené en La Masía con Guardiola cuando tenía 17 años”, asunto que no prosperó debido a la negativa de su club formativo, Universidad Católica. Poco tiempo después, mientras su padre se encontraba en España, el presidente del Real Madrid solicitó una reunión con él. “Al final, no me vendieron gracias a la extraordinaria visión de aquellos dirigentes. Hoy ya no me molesta, pero creo que pude haber jugado en el Barcelona”, sostiene.

En 1992 llegó a Newell’s, donde jugó muy pocos minutos. Marcó dos goles en los apenas seis partidos que disputó, aunque uno de ellos fue contra River en el Monumental de Núñez. Eso sí, de su paso por Rosario acumuló varias anécdotas con el “Loco”. “Era un hombre muy culto, pero extraño. Un pájaro raro. Te voy a contar algo. Nos tocó el debut de la Copa Libertadores, frente al San Lorenzo del Beto Acosta y Gorosito, y perdimos 6-0. Nadie entendía nada, nos habíamos sacado la cresta trabajando durante la pretemporada. Al siguiente entrenamiento llegó Bielsa, nos dispuso en círculo, se sentó sobre una pelota y se puso a llorar. ¡A llorar! ‘¿Alguien me puede explicar qué nos pasó? ¿En qué fallé?’, preguntaba. Para nosotros fue tal conmoción que después volamos, y así llegamos a la final de esa Libertadores”.

Luego vendría el retorno a Chile, las presentaciones con récords de goles (defendiendo a la UC le anotó siete a Antofagasta, marca que se mantiene hasta hoy) y, finalmente, con apenas 28 años, el retiro. Al día siguiente, lo primero que pensó al abrir los ojos fue “¿y qué chuchas hago ahora?”.

El 2000 condujo el programa Bohemia de Chilevisión, espacio cuyo set asemejaba un bar. “La gente cree que yo era desordenado y que por eso me lesionaba, pero mi primer copete me lo tomé a los 29 años”. Luego de conducir algunos espacios deportivos en noticieros, Tudor trabajó en la creación de contenidos con su hermano, hasta que este se fue a trabajar con los Luksic a Croacia.

Tras una incursión como agente de jugadores, hoy ocupa su tiempo en representar para Chile a Pro Evolution Soccer, uno de los juegos de consola más populares del mundo, mientras promueve entre amigos y futuras promesas del fútbol los beneficios de la clínica a la que asiste.

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Finalmente, y tal como lo había anunciado Tudor en la clínica, Chile venció a Argentina y se quedó con la Copa América Centenario. Para él, un resultado lógico considerando la presión sicológica que enfrentaba Argentina y la gran trayectoria de Juan Antonio Pizzi. “Al comienzo mucha gente lo criticó, pero ‘Macanudo’ les tapó la boca. Hoy nadie se acuerda del conflicto con Valdivia”.

Sobre las críticas que cayeron sobre Lionel Messi, Tudor prefiere marcar distancia. “Los argentinos tienen un grave problema de cuatripolaridad. Creo que es una falta de respeto tremenda lo que se ha hecho con él. Las lágrimas que él botó ese día demuestran lo que él siente por su país. Tengo amigos rosarinos, que me cuentan la plata que Messi ha puesto desinteresadamente allá. Maradona, Baggio y Romario han perdido penales en instancias decisivas, no es el fin del mundo”.

— ¿Qué sigue para esta selección? Muchos dijeron que después del escándalo de Jadue y de la partida de Sampaoli no íbamos a poder conseguir otro título similar al del año pasado.
Lo que hicieron Jadue y algunos dirigentes que lo rodeaban fue asqueroso. Tomaron una actividad maravillosa y la destrozaron; nada, ni la Teletón, reúne de manera tan linda a tanta gente como el fútbol. En lo que a mí respecta, es un hijo de puta.

Pero ahora las cosas se han hecho bien, y este grupo tiene calidad para rato. Muchos pensaban que después de Sampaoli nos íbamos a ir a la cresta, pero quedó demostrado que no. Para mí, Sampaoli no tuvo los ‘huevitos’ de seguir, salió arrancando. Pienso que con esta generación, perfectamente podemos ganar el mundial.

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