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Mundo

21 de Julio de 2016

Cinco razones para agarrar cuatro pilchas y darse una vuelta por el mundo

Motivos sobran para mandarse a cambiar. Pero acá dejamos al menos cinco.

Por

playa

Viajar es posiblemente una de las experiencias más placenteras y enriquecedoras que hay en esta vida. Sólo por esos motivos, y nada más que por esos motivos, replicamos acá un artículo de El País donde hablan de las siete razones, claro que sólo seleccionaremos cinco. Acá vamos.

La crisis de los cuarenta

Al llegar a esta etapa que supuestamente es la mitad de la vida, donde se reflexiona qué se hizo y qué se hará, la publicación sostiene que “no hay nada como sumergirnos en otras culturas para reflexionar sobre todo lo que hemos hecho en la vida y, sobre todo, de todo lo que nos queda por hacer. Un viaje siempre es mejor que buscar otros alicientes, más o menos arriesgados, como buscarse una o un joven amante; hacernos la cirugía estética o comprarnos un coche deportivo. Durante un gran viaje suele surgir la posibilidad de que nuevas amistades y personas que vas encontrando en la ruta pongan en cuestión nuestros parámetros sobre qué es realmente importante en la vida. Con suerte, queda otra media vida por delante para conocer las otras caras del planeta”.

Cambiar de vida (lo más lejos posible)

Es otra de las alternativas que propone El País.

“Para cambiar verdaderamente, un primer paso puede ser un paquete turístico lo más lejos posible de nuestro punto de partida: un destino donde probablemente podrás rentabilizar mejor tus ahorros o buscar un trabajo alternativo, que tal vez aquí nunca te plantearías en tu lugar de procedencia”, apunta el medio español.

Jubilación viajera

Una alternativa para pocos, de seguro pensará usted, pero bien “al final de su vida laboral, hay muchos jubilados que deciden no resignarse a dedicar su tiempo exclusivamente al cuidado de los nietos. Después de todo, ya han criado a sus hijos y ahora merecen un descanso. Es el momento de invertir los ahorros de toda una vida o la pensión de jubilación en viajar y hacer todo cuanto, por falta de tiempo o de dinero, han ido posponiendo a lo largo de los años”.

La solidaridad

“Los espíritus generosos están hechos de otra pasta: son capaces de irse al otro rincón del planeta sin dudarlo solo para ayudar a quienes lo necesitan. Desde fuertes inundaciones en China a un terremoto en Haití o, simplemente, para mejorar las condiciones de vida de alguna pequeña comunidad en el continente africano. Los viajes solidarios tienen cada vez más adeptos, porque suele aprenderse más de lo que se enseña y es una de las formas más enriquecedoras de viajar que existe”.

Y por último, y quizá sea la idea de muchos… porque lo hemos soñado.

“¿Hay que tener realmente una razón para dar la vuelta al mundo? Seguramente no. De alguna forma, muchos de nosotros tenemos ese viaje en el subconsciente, figura siempre entre los deseos de los grandes viajeros. Cada uno a su modo; para degustar los mejores manjares del planeta, recorrer las grandes maravillas naturales o visitar lugares destacados en la historia de la humanidad. Puede que hayamos leído relatos de grandes aventuras viajeras que nos hayan hecho soñar con algún tipo de hazaña, desde las gestas de navegantes como Magallanes y Elcano hasta la novelesca vuelta al mundo de Julio Verne”.

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