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Nacional

21 de Agosto de 2016

María Sazo Soto: El retrato de una endeudada en Chile

En una semana normal, María Sazo (53) trabaja 104 horas en dos turnos de guardia de seguridad y duerme, en promedio, tres horas al día. Tiene artrosis, más tarjetas de créditos de la que puede recordar, está morosa en medio millón de pesos y según sus jefes nunca ha faltado ni ha llegado tarde al trabajo. Arrastra el dolor de un hijo asesinado y su hija menor, de 14 años, está embarazada. Esta es la historia de una mujer, que recorre en micro la Avenida Santa Rosa escuchando las canciones de Sandro, y que hace décadas no ve el mar. Y de un sistema comercial descontrolado que le abrió las puertas a un mujer que, según Dicom, tiene un 98,9% de probabilidades de no pagar.

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Es domingo y María Sazo (53) se levanta a las 4.45 horas y recorre, en un troncal azul plagado de grafitis la Avenida Santa Rosa desde Puente Alto, donde nace la calle, hasta Santiago Centro.

Se dirige, escuchando la música de Sandro, a uno de los dos lugares donde ejerce como guardia de seguridad: el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM). Para ella, la semana no tiene comienzo ni fin: desde hace cinco meses trabaja todos los días en jornadas que en promedio tienen 15 horas, casi el doble de lo que permite la legislación laboral chilena. Lo hace para pagar deudas con nueve casas comerciales que le entregaron, sólo presentando su carnet de identidad y una cuenta de luz, cupos impagables con su sueldo.

María mide 1.50 metros, cojea por una artrosis que la afecta por más tiempo del que puede recordar, su educación se limita a haber terminado octavo básico, fue alcohólica y recién hace dos años se tituló de vigilante, paso que le permitió dejar atrás el oficio de auxiliar de limpieza y comenzar a ganar un salario de alrededor de $300 mil mensuales. Esa cifra le abrió las puertas del mercado financiero nacional y en pocos meses María comenzó a engrosar la lista de los 3,8 millones de chilenos que, según el “XI Informe de Deuda Morosa a Diciembre 2015 USS-Equifax”, tienen deudas impagas. Ella debe más de medio millón de pesos en cinco casas comerciales. En el resto de las tiendas, sus cuotas están al día.

Aún así, el caso de María es extremo: Según su informe de Dicom, ella tiene hoy un 98,9% de probabilidades de no pagar y como necesita de los créditos para comprar desde comida a ropa para ella, su esposo, sus tres hijas y sus nietos, realiza maratones de trabajo para las dos compañías que la tienen contratada: Defense Security en el GAM y Alfa Chile que la destina donde se requieran refuerzos:

-El día domingo tengo varios turnos. Entro a las 7 de la mañana al GAM por la empresa Defense Security, luego parto a la oficina central de Alfa que queda en Vicuña Mackenna, desde donde me derivan a hacer guardias en distintos lugares. Cuando tengo suerte, me tocan turnos en el centro, pero a veces debo ir a Cantagallo. Al terminar ese turno, vuelvo al GAM para hacer otro nocturno que dura desde la medianoche hasta las 3:30 de la tarde del lunes. Cuando los termino debo volver a Alfa para una última ronda. En total trabajo 40 horas seguidas en dos días- cuenta María sin quejarse, como si no hubiera nada anormal en su vida.

EL CAMINO DE LAS DEUDAS
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En el año 2000, mucho antes de que María encontrara trabajo como guardia, su hijo mayor, de 16 años, fue asesinado en la población El Volcán.

Tras el crimen, María pasó de bebedora social a tomar alcohol sin control.

-Desde antes yo tomaba. Con la muerte de mi hijo tomé, tomé y tomé. Pero después del nacimiento de mis nietas me dije “no po’, qué estoy haciendo, voy a cambiar”, y me fui a buscar pega. Desde hace diez años que ya no me curo, mi vida es solo trabajo- dice convencida.

En su caso, no es una exageración.

Tras la muerte de su hijo, el nacimiento de sus nietas y la superación del alcoholismo, María progresó laboralmente hasta llegar al GAM, uno de los polos artísticos más relevantes del país y donde pululan una gran cantidad de actores que antes María solo podía ver por televisión.

-Ahí cometí el peor error de mi vida, saqué y saqué tarjetas de crédito en distintas casas comerciales- sentencia.

El inicio del caos fue un crédito de doscientos mil pesos mensuales a su Caja de Compensación -los que representan más del 75% de su sueldo- para realizar una ampliación de su vivienda que solo contaba con una habitación para sus tres hijas y dos nietas. El gasto era necesario.

Otra inversión “necesaria”, pero que no pudo manejar, fueron las tarjetas del retail. Primero fue una con un cupo de $300 mil, que le sirvió para comprar zapatillas, poleras, calzones y sostenes para sus niñas.

En todas las casas comerciales, recibió cupos superiores a los $77 mil de sueldo que -una vez descontado el monto que solicitó para agregar un cuarto a su casa- recibía.

Sin embargo, Claudio Ortíz, presidente del Comité del Retail Financiero de Chile, relata que algo así no es insólito en el sistema:

-Si bien se consideran las deudas morosas para otorgar un crédito, cuando una obligación se está pagando, es difícil que las empresas detecten riesgo. No existe un límite de deuda, ni de tarjetas que una persona pudiese tener. Esas son decisiones que toman las personas, no las empresas-, explica.

La “decisión” de María implicó, según lo que recuerda y lo que registra Dicom, pequeñas deudas en nueve casas comerciales: Líder, Hites, Fashion’s Park, Corona, ABCdin, Family Card, Tricot, además de la tarjeta Salud Mático asociada a la farmacia Salcobrand.

-Si uno presenta los papeles del trabajo para que vean cuánto estás ganando, te la dan. Yo me acercaba a pedir las tarjetas y siempre me las dieron sin problema. Me pedían mis datos personales, antigüedad de trabajo, fotocopia del carnet ambos lados, cuentas de la casa y ahí no tengo deudas porque eso es lo único que paga mi marido-, dice.

Tal cantidad de dinero plástico para un sueldo de$ 77 mil pesos, la llevaron a un pozo financiero que la obligó a buscar una nueva fuente laboral en otro organismo de vigilancia.

Alfa Chile se convirtió en su segundo empleo.

En un comienzo, el plan de María era trabajar un par de meses para solventar la gran cantidad de deudas que tanto le apremiaban, pero dos hechos truncaron su idea inicial. Rosa, su hija menor de catorce años, se embarazó y el padre de sus nietas, Wilson Fuentes -quien aportaba dinero de manera irregular a la familia-, fue asesinado a principios de abril a la salida de una fiesta por un hombre que, tras una discusión, lo arrolló dos veces seguidas con su auto. La vigilante entendió que ya no podría dejar su segundo trabajo y ahí se mantiene hasta hoy con una carga laboral de 104 horas a la semana. Duerme solo tres horas al día o una hora más si es que decide, en algún momento, desconectar sus audífono y dejar de escuchar a Sandro en la micro.

Jeanette Sánchez, Encargada de Seguridad del GAM y jefa directa de María, resume así la vida cotidiana de la guardia:

-A veces yo la veo muy triste y trato de darle ánimo. La reto porque nunca la he visto almorzar otra cosas que no sea su pan con café o té y por tantos turnos extras. Aún así, ella me dice que de otra manera no le alcanza el dinero para cubrir sus gastos. Es un ejemplo de persona, a veces le tocan guardias en el frío después de haber trabajado varios turnos. Yo rara vez la he pillado quedándose dormida, pero cuando pasa, es porque ya no puede más. A veces escucha música, creo que le gusta Sandro. Ella nunca falta al trabajo y es una de las primeras en llegar.

LA VIDA SIGUE IGUAL
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Tras cinco meses realizando jornadas completas en dos empresas, María dice que ya está acostumbrada y que no se cansa.

De las vacaciones prefiere no hablar. Ya no le interesa ir a la playa como antes, aunque confiesa que no ha visto el mar hace más de veinte años. Cree que la amistad no existe y que el bolsillo es el mejor compañero y prefiere estar en el trabajo antes que en su casa, donde no habla con su esposo con quien solo comparte el techo y el pago de algunas cuentas. Tampoco comparte muchos con sus hijas.

-Solo discutimos, cuando eso sucede enciendo la radio para escuchar a mi Sandro, él me aleja, por un rato, de la realidad y me enseña que la vida continúa.

Pocas cosas la hacen sonreír: sus fotos con los famosos y hablar de Nicolás, su futuro nieto que llegará en octubre de este año a una casa donde las mujeres son mayoría.

-¿Cuándo termine de pagar todas tus deudas, volverá a utilizar tarjetas comerciales?
-Uno no puede decir no. De dónde vay a sacar plata para comprar algo al chin chin, imposible. Ahora hay que tener mucha plata para ir a comprar todas las cosas al contado y pagar de un paraguazo. Yo creo que ni siquiera la gente más rica puede hacerlo.

*Daniela y Sebastián son alumnos de tercer año de periodismo de la Universidad Diego Portales.

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