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Opinión

16 de Octubre de 2016

Encuentro de lesbianas ursulinas de Vitacura: Diálogo de “ursulelas”

María José Cumplido y Cosima Zu Knyphausen, ambas de 28 años, salieron del clóset después de egresar del colegio Santa Úrsula de Vitacura hace ya 10 años. Las ganas de dialogar sobre lo que ellas llaman el “espíritu ursulelo”, las llevó a convocar al “Primer encuentro mundial de lesbianas ursulinas”, al que finalmente asistieron diez personas. Conversamos con ellas sobre religión, sexualidad, clasismo y una de las monjas más conocidas de la congregación, Sor Paula, la superiora acusada de abusos sexuales en contra de tres menores de edad.

Diego Escobedo
Diego Escobedo
Por

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Cosima Zu Knyphausen y Maria José Cumplido

¿Cómo se les ocurrió el evento?
Cosima: En verdad se nos ocurrió porque nos llegó un mail de la Liga de Fútbol Ursulina invitándonos a un encuentro de exalumnas y pensé ¿qué pasaría si organizamos un evento nosotras mismas?, sin el centro de exalumnas.
María José: Sí, y era como, oye, nosotras siempre hemos conversado esto, debe haber mucha gente que también quiere conversar con sus amigas sobre estas cosas y no ha tenido la oportunidad.

Hubo reacciones negativas también, me imagino.
Cosima: A mí no me llegó ningún mensaje mala onda. Quizás hubo más abstinencia en ese sentido. Tampoco la idea era hacer una salida pública del clóset. Era más bien como un eslogan en pos de la diversidad. Yo estuve cuatro años en el colegio, tú estuviste doce, entonces, decir “lesbianas ursulinas” no es algo contradictorio tampoco. Mal que mal, de ahí venimos. Es parte de nuestra identidad lesbiana.

¿Cómo definirían este “espíritu ursulelo”?
Cosima: Existe el concepto de “espíritu ursulino”, que es un premio que se otorga a una por generación. Refleja todos los valores que representa el colegio. Nosotras pensamos en el espíritu ursulelo, que también es la razón de por qué llegaron amigas hetero. Es por esa cosa que tenía el colegio como de comunidad y de un sitck together.
María José: Identifica a todas las que viven la alegría de la diversidad humana y estamos contentas de haberle puesto cara a este sentir unificador con un espacio inclusivo y seguro. Somos lesbianas muy buena onda.

¿En el colegio se acuerdan de haber tenido alguna compañera lesbiana?
María José: No, si el tema no existía. Hace diez años para nosotras no existían las lesbianas. La única lesbiana era como la Virginia Woolf, y piensa que si tú prendías la tele, Ellen DeGeneres no existía. En la tele abierta menos. No había, no sabías, no tenías con quién hablarlo y no había ni una referencia. Ahora prendes la tele y se está hablando del tema. Chile ha cambiado muchísimo en los últimos años. Antes era impensable que hiciéramos un evento así.

¿Y de sexualidad tampoco les enseñaban en el colegio?
María José: Sí, cosas como “puedes tener sexo después del matrimonio”. Procreación, principalmente. Teníamos estas charlas del método billing que usan los cristianos para no tener guagua de forma natural, la abstinencia era muy recomendada, pero nada más. Jamás vimos “las identidades de género”. Yo nunca vi un condón. Ni en una foto. No sé cómo será ahora.

Dijeron que nunca vieron nada lésbico mientras estudiaron ¿pero creen que hay más gente que está en las mismas?
María José: Sí, por supuesto. Debe haber como dos por curso, yo creo. O una por lo menos. Entonces, si el colegio tiene 60 años, debemos ser miles.
Cosima: Sí, vamos a hacer un censo. Ja ja.

LA CLASE

Ustedes se mueven en un ambiente de clase alta ¿nunca les tocó sentir discriminación por su condición sexual?
María José: En lo particular, a mí no me han discriminado por ser lesbiana, porque claramente vivo en una comuna más segura. Pero sí creo que cuando uno sale del clóset hay un proceso como que tu clase te desclasa, en el sentido como que erís medio raro, cachai. Y uno mismo, naturalmente, ya no va a ir a la Fiesta de la Candelaria a conocer al ingeniero comercial de la Adolfo Ibáñez. A una ya no le interesa porque, en el fondo, ya es parte de otra cultura. Y es una cultura que hasta hace muy poco cruzaba todas las clases. En las discotheques gay veías de todo. No estaban tan segmentadas como las discos de heteros donde tú sabís que ciertas clases van a ciertos lugares. Los gays, en general, tienen otro rollo. Que es muy bueno también.

¿Qué tan complicado es ser homosexual en el estrato social de ustedes?
María José: Yo siempre he tenido esa discusión. Es muy común decir ¿qué es peor? ¿ser gay cuico o ser gay pobre? A mí me parece que uno no puede jerarquizar las discriminaciones, porque uno no sabe lo que ha vivido la gente. Uno podría decir “claro, uno al ser cuico tiene miles de privilegios, entonces es más fácil”, pero hay gente de clase alta que se suicida por esto. Creo que depende mucho de la vida de las personas, del contexto, de la familia, donde se mueven, de su propia reflexión o capacidad de asumir ser gay, entonces no creo que exista una respuesta válida para eso.

¿Tienen recuerdos de Sor Paula? Igual es toda una contradicción que el colegio tuviera de autoridad a una mujer que abusara de las alumnas. A ustedes, ¿qué les pasa con eso?
Cosima: Sería un error unir esa polémica con el tabú del lesbianismo. Porque no sabemos cómo hubiera sido si ella hubiese sido la directora de un colegio de hombres. Para mí son cosas distintas. Al final de lo que fue acusada fue de abuso de poder, más allá de la identidad de género de la monja, que no nos incumbe.

Si conocieran a una monja que se puso los hábitos para reprimir su lesbianismo, ¿qué le dirían?
María José: Le diría piénsalo, que viva su vida, que no pasa nada, no es tan terrible. Y si es una monja ursulina que vaya al encuentro. Que ahí puede encontrar un lugar seguro para hablarnos de su latencia.

¿Y si Sor Paula siguiera viva, qué le dirías?
María José: Le diría que no abuse de la gente, aunque creo que ella ni siquiera se acordaría de nosotras.

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