Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

1 de Noviembre de 2016

Carmen Andrade, Directora Oficina de Género U. de Chile: “En las universidades hay una actitud de no querer saber de acoso”

El 27 de septiembre pasado, Fernando Ramírez, exprofesor de la Facultad de Historia de la Universidad de Chile destituido por acoso y abuso de poder, presentó una querella en contra de las estudiantes que lo denunciaron, por el delito de “injurias agravadas por la publicidad”. El caso, que fue revelado por The Clinic el 4 de febrero pasado, entregó detalles de la investigación que concluyó con su salida y con imposibilidad de ejercer cargos en entidades públicas por cinco años. Ante este escenario, la universidad asumió la defensa de las estudiantes, representadas por Davor Harasic, Decano de la Facultad de Derecho. Carmen Andrade (PS), exministra del Sernam y hoy Directora de la Oficina de Igualdad de Oportunidades de Género de la U. de Chile, es una de las articuladoras de la estrategia que está llevando a cabo la casa de Bello. Aquí cuenta detalles de este proceso inédito en Chile y responde al cuestionamiento que este lunes hizo el profesor Fernando Ramírez en La Segunda, asegurando que el resultado del sumario está directamente relacionado con que la fiscal del caso era feminista. “Queremos que en la Chile se vaya rompiendo el silencio”, sentencia.

Daniela Yáñez
Daniela Yáñez
Por

Carmen-Andrade-foto-cristobal-olivares

“La querella fue una muy mala sorpresa. Supe a través de una académica de la Facultad de Historia, apenas la presentaron en el Octavo Juzgado de Garantía de Santiago. Las feministas que trabajamos aquí tenemos una red de comunicación para hablar los temas que nos interesan y que muchas veces son vistos con hostilidad en nuestros ambientes laborales. De esa manera, todas nos enteramos. Apenas confirmamos la información, llamamos a las estudiantes. A esas alturas, desde la Vicerrectoría de Extensión, nos pareció obvio que debíamos ser parte en la defensa.

En la Universidad de Chile hubo un proceso, una investigación que llegó a la conclusión que el profesor había acosado a las alumnas. Él fue desvinculado, sancionado. Y si las alumnas finalmente sufren represalias por eso, sabiendo lo difícil que es denunciar, es tremendo. Queremos que en la Chile se vaya rompiendo el silencio. Por eso hablamos con la Facultad de Derecho para solicitar su apoyo y ellos dieron una respuesta rápida y potente. La defensa quedó en manos del Decano de la Facultad, Davor Harasic, ni más ni menos. Las alumnas se sintieron apoyadas y agradecieron el gesto, pero también exigieron que esta acción se institucionalice. Este es un hito que debemos transformarlo en una conducta permanente.

La violencia contra las mujeres y el acoso en general, me indigna. Cuando se trata de profesores hacia alumnas, me indigna aún más. Me resulta intolerable, porque creo que hay una relación de tanta asimetría de poder, que es un abuso extremo. Ellas piensan que si denuncian, van a tener efectos devastadores en sus vidas: de estos tipos dependen sus ramos, las prácticas, sus tesis. Y luego veo a este señor -Fernando Ramírez-, declarado culpable por la Universidad, ¿acusándolas de injurias y calumnias? ¡Qué rabia! La solidaridad que sentí con las alumnas fue inmediata. ¡Tienen 21 años, Dios mío! podrían ser mis hijas.

Pero esa empatía, no significa pérdida de rigurosidad. Acá nunca hubo una persecución. Cuando Fernando Ramírez descalifica a la fiscal de su caso por ser feminista, es no entender qué es ser feminista. El feminismo lo que establece es que los hombres y mujeres debemos ser iguales en la sociedad, en oportunidades, derechos, acceso al poder. Queremos una sociedad más justa. Es como que yo dijera que un abogado con formación en temas de Derechos Humanos no puede jamás involucrarse en una causa de violación de los mismos, porque perdería objetividad. Pero eso jamás se cuestionaría.

Este problema se ha guardado bajo la alfombra. El acoso se vive y sufre en silencio. Las frases “cuídate”, “no salgas de noche”, “avísame cuando llegues”, son típicas en toda familia. Una tiene aceptado que algo malo puede pasar. En las universidades se puede asumir que es distinto, pero es igual que en el resto de Chile. Por eso hay que ventilar esta realidad, aunque dé vergüenza, duela o sea injusto. Nosotros estuvimos dispuestos a pagar ese costo.

Las acciones que hemos llevado a cabo este año no son pocas. Hicimos documentos sobre el acoso desde la perspectiva de derechos humanos, realizamos seminarios, coloquios, conversatorios, talleres. También tenemos una Comisión de Acoso y un curso de formación general sobre violencia de género y acoso sexual. Pero hay muchas barreras. Nosotros nos regimos por el estatuto administrativo que no nos da las herramientas necesarias para tratar el problema. En Chile la violencia contra las mujeres está tipificada en el ámbito intrafamiliar, pero no la violencia de género en general. Por otra parte, está tipificado y sancionado el acoso sexual laboral, pero no en otros espacios. Por eso hacemos un llamado al gobierno para que cumpla lo que prometió en el programa: una ley integral de violencia de género que incluya el acoso sexual estudiantil.

También hicimos el primer estudio del país sobre acoso universitario. Aún está en proceso, pero puedo adelantar algunas cifras. El 26%, es decir, una de cada cuatro personas en la Universidad de Chile, ha conocido situaciones de acoso, y un 15%, declara haber sufrido personalmente acoso. Esa cifra es alta, pero al parecer estamos dentro del promedio internacional. En la mayoría de los casos, se reproduce el clásico: las víctimas son mujeres y los acosadores son hombres. Y lo más recurrente son profesores acosando alumnas y estudiantes hombres acosando a compañeras mujeres. Generalmente no hay denuncias, a pesar de que los encuestados declaran incluso haber sido testigos de situaciones de acoso en las salas de clase. Ese es el nivel de impunidad con el que estamos tratando en la Chile y no debe enorgullecernos.

En las universidades hay una actitud de no querer saber de acoso. Especialmente acá, donde hay un tema de autovaloración y prestigio muy fuerte. Yo que vengo de otros ámbitos laborales, me sorprende mucho esto de ponerse la camiseta universitaria. ¡Imagínate que los alumnos se denominan hijos de Bello! Hay una identidad muy fuerte. Lo cual es positivo, pero también puede provocar que cueste reconocer que en el espacio que yo amo y admiro, pasan estas cosas. Por eso debemos asegurarnos que nunca más una autoridad universitaria ignore denuncias de acoso, como sabemos que ha ocurrido. Sabemos el poder que cada Decano o Director goza en sus facultades y por lo mismo, hemos ideado mecanismos, como designar fiscales externos, para que el proceso se lleve a cabo lo más objetivo posible. No queremos volver a cometer errores que vulneren los derechos de nuestros estudiantes.

En la Chile se está haciendo lo que le corresponde sobre el acoso, ni más ni menos. Nos falta mucho para transformar la cultura universitaria. Esta querella es una prueba de ello, porque el exdocente incluso se atrevió a poner de testigo en la causa al ex Director de la carrera de Historia, Leonardo León, a pesar de que también ha estado involucrado y cuestionado por los mismos motivos que él. No lo comprendo, me dejó impactada. Pero no importa, sé que saldremos triunfadoras. Confío en la capacidad de Davor Harasic y también en las estudiantes denunciantes. Con ellas sí se hará justicia y podrán volver a sus vidas normales. Si el primer resultado no es a nuestro favor, apelaremos hasta conseguirlo. Es lo mínimo que esta universidad puede hacer por ellas y tantas otras”.

Notas relacionadas