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LA CARNE

12 de Mayo de 2017

Crónica de una adicta al porno: “He llegado a pasarme un sábado entero encerrada y masturbándome hasta 20 veces”

"Te tienes que cambiar cuatro o cinco veces las bragas. Entonces caigo en la cuenta de que estoy fuera de control y me doy una ducha".

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El País de España viraliza un artículo que narra la historia de Montse, una mujer que se reconoce como adicta al porno, al punto de dejar de salir los sábados por la noche para mirar videos XXX y masturbarse hasta el hartazgo.

“Los amateur me parecen más naturales. Me gusta ver la cara de alguien que no actúa. Por otra parte, en las escenas de sexo en grupo siempre hay alguien que propone algo novedoso. He llegado a quedarme un sábado entero aquí encerrada, viendo esto todo el tiempo y masturbándome hasta 18 o 20 veces. Te tienes que cambiar cuatro o cinco veces las bragas. Entonces caigo en la cuenta de que estoy fuera de control y me doy una ducha. ¿Quién deja de salir un sábado con los amigos, o a ligar, para quedarse viendo porno en casa? Entre semana es distinto. Me centro cuando estoy trabajando. Por la noche, ya en casa, miro vídeos del portátil en mi habitación antes de dormir. Si encuentro lo que me deja a gusto, me quedo tranquila y me duermo. Buscarlo es un chute de adrenalina. Da morbo que se trate de algo secreto. Nadie más sabe que hago esto. Ni mi compañero de piso. Aunque creo que sospecha algo. Bueno, hace 15 días conté todo lo que me pasa en la terapia de grupo a la que voy cada semana”, narra Montse al medio español en una publicación que data de 2014.

Cuenta el artículo que el sexo no fue tema de conversación en la vida familiar de Montse, ni con sus padres ni con sus hermanos. Ella es hija de un ingeniero y de una profesora de inglés y secretaria, descubrió el placer sexual a los 13 años. Vivió una adolescencia normal y una etapa universitaria que se truncó cuando un novio suyo tuvo un accidente de tráfico, permaneció en estado vegetal y murió años después.

Después de aquello Montse entra en una etapa donde cunden los ataques de pánico y comienza a tomar antidepresivos. Entonces es que instala en Barcelona y empieza a sostener una desenfrenada vida nocturna. “Primero, los fines de semana. Poco a poco, también con más frecuencia al salir del trabajo. Una noche cumplió su fantasía: acostarse con dos militares a los que conoció en un after. Alternó incontables escarceos con novios más o menos formales y algún amigo especial que, según ella, aguantaba su ritmo en la cama”.

“Él y yo éramos capaces de encerrarnos aquí en casa y solo dejar de follar para comer algo. Con el tiempo, mi consumo de alcohol y droga fue en aumento. Perdía el control y me tiraba al primero que encontraba por la noche. También empecé a entrar en chats para conocer gente con la que liarme. Y a ver páginas porno para masturbarme compulsivamente. Hace un año y medio entré en terapia para quitarme de las anfetas que solía tomar para aguantar las guardias en el hospital. Y acabé en la consulta del doctor Navarro Sanchis”, cuenta.

“La adicción al sexo online podría considerarse una derivación de la adicción al sexo físico, como le ocurre a Montse. El porno deja de ser un entretenimiento cuando la mayor parte del tiempo se destina a visualizarlo. A nivel cerebral se activan sistemas de recompensa que producen la sensación de placer que buscan los pacientes. Cuando genera problemas a nivel social, laboral y familiar, estamos ante un caso de enganche que precisa la ayuda de profesionales”, explica este profesional.

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