Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

30 de Junio de 2017

Columna de Josecarlo Henríquez: El clóset de Villouta

"Que Villouta salga del clóset de una vez por todas. Que asuma lo mucho que le quedó gustando la lógica farandulera, esa que fabrica tongos, sin investigar, con puro afán polemizador y que aprenda de la Luly, quien ha sabido armar y desarmar su personaje sin pretender parecer la inteligente del espectáculo. El clóset de la tontera también hace mal y el arribismo intelectual es vergonzoso. Quererlo todo es vergonzoso. Hacerse el mártir gay lo es también".

Josecarlo Henríquez
Josecarlo Henríquez
Por

Luego de la entrevista fallida con el pastor Soto, José Miguel Villouta ha estado circulando como un héroe gay. En sus declaraciones en otros medios ha insistido en su gran compromiso con las minorías sexuales y lo mucho que le preocupan estos actos de discriminación que protagonizaría un evangélico hiperventilado. Hace unos días Villouta renunció a El Interruptor luego que se enterara que debía interactuar demasiado con el próximo invitado que sería José Antonio Kast y porque, según cuenta a sus fans, ya no estaba teniendo control del contenido del programa con su nuevo giro a la farándula. ¿El expanelista de SQP renuncia porque no quiere farándula en El Interruptor?

El pastor Soto no es un sujeto legitimado por la Iglesia Evangélica. Muchos otros pastores, miembros de distintas congregaciones han dicho que solo es un demente obsesionado con los homosexuales y las cámaras. No es reciente su insistente figuración en los medios con polémicas peligrosamente absurdas. Si tanto le importara a José Miguel aportar a nuestra lucha, no solo formaría parte de situaciones con sujetos sin poder como el ridículo pastor Soto, sino que también enfrentaría a otros homofóbicos realmente poderosos en este país, muchos de ellos trabajando en televisión, y que, con o sin farándula, se podrían dejar en evidencia con una buena entrevista. No querer hacer farándula mientras la haces, no es una postura seria. Me huele a tongo.

Cuando fui invitado a El Interruptor, tuve que recordarle a Villouta que podíamos hablar de mi libro también. El tema que más lo entusiasmaba era un supuesto conflicto entre él y la CUDS, el colectivo del que soy parte. Fueron varios minutos donde discutimos algo que no parecía claro ni serio, una situación demasiado confusa que de seguro ni la producción sabía de qué intentábamos hablar. En un momento su delirio quedó en evidencia y tuvo que pedirme disculpas por inventar conflictos inexistentes. Necesitaba demasiado que su público se enterara que hay grupos feministas y de la disidencia sexual que no lo encuentran inteligente, como si fuese necesario parecerlo para todo el mundo y llegar a inventar conflictos para llamar la atención de quienes no le compramos su pomada de héroe gay. Nuestras luchas son mucho más importantes que la ansiedad de reconocimiento intelectual de algún cuico de derecha.

Me llama la atención esa ansiedad de Villouta. Como si necesitara sentirse legitimado por ciertos activismos para no parecer un gay tonto de gimnasio que en algún tiempo de su carrera -hace unos años, yo iba en el colegio- su tema era que leía a Susan Sontag. Formar parte de las estrategias de espectacularización de sujetos con discursos peligrosos y ridículos me parece mucho más desfavorable para un comunicador, no que vaya al gimnasio y sea burgués.

Que Villouta salga del clóset de una vez por todas. Que asuma lo mucho que le quedó gustando la lógica farandulera, esa que fabrica tongos, sin investigar, con puro afán polemizador y que aprenda de la Luly, quien ha sabido armar y desarmar su personaje sin pretender parecer la inteligente del espectáculo. El clóset de la tontera también hace mal y el arribismo intelectual es vergonzoso. Quererlo todo es vergonzoso. Hacerse el mártir gay lo es también.

Quizá fue una buena decisión renunciar y asumir cierta radicalidad frente a situaciones faranduleras que solo lucran con el espectáculo de la homofobia, es lo mínimo que podría esperarse de un comunicador que pretende luchar por los derechos lgbttiq. Este país y su televisión parecen no aprender mucho de los errores y a veces dar un paso al lado parece lo mas sensato. José Miguel Villouta no pierde mucho, al contrario, creo que gana bastante con estos “sacrificios de mártir gay” y su fanaticada le enciende aun más velas de las que ya le encendian. Ahora más blindado está el deseo de Villouta. Criticarlo en redes sociales parece un riesgo importante. Sin embargo, los grupos feministas que tanto le parecen preocupar no están lamentando su salida de El Interruptor y no le creyeron la indignación frente a un pastor demente. Que aprenda a asumir que no es una moneda de oro, ni que por ser gay tiene la audiencia ganada. Los homosexuales de derecha son tan poco confiables como los heterosexuales de izquierda. Antes de pretender hacer justicia renegando de la farándula, es mejor volver a leer a Susan Sontag y otras autoras feministas que podrían, quizás, solo quizás, hacerle entender a José Miguel Villouta que una buena entrevista puede ser un gran aporte a las luchas sociales que no tienen cabida en la televisión. No huir, no renegar, sino que hacer bien la pega.

*Prostituto feminista, activista de CUDS.

Notas relacionadas