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Nacional

1 de Octubre de 2017

Carlos Peña desmenuza todas las veces que la derecha ha sido ultra “cavernaria”, como dijo Vargas Llosa

El rector y abogado enfatiza que asegura que "los ejemplos sobran", poniendo sobre la mesa "la píldora del día después, donde estuvieron acompañados de algunos decé; la oposición al matrimonio homosexual, y, claro, la reciente votación sobre el aborto".

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“¿Existe la derecha cavernaria?”, es la pregunta que el rector Carlos Peña se hace en su tradicional columna en el diario El Mercurio y que llega luego de la reciente visita a Chile del escritor Mario Vargas Llosa, instancia en la que apoyo la candidatura de Sebastián Piñera, al mismo tiempo que liquidaba a los que se oponen al aborto.

Ante tal interrogante, el académico se apura en contestar que “por supuesto que sí; aunque no se reduce a quienes se opusieron al aborto. Es cosa de recordar”.

Al respecto detalla que “a fines de los años noventa se discutió modificar el estatuto de la filiación. Por esos días, y aunque hoy suene increíble, se distinguía entre hijos legítimos e ilegítimos, según mediara o no matrimonio de los padres. La distinción era obviamente discriminatoria y resultaba opuesta al principio que subyace a los derechos humanos (según el cual no deben reprocharse a las personas cualidades adscritas sobre las cuales carecen de todo control, entre las cuales están obviamente las circunstancias en que cada uno fue concebido). ¿Cuál fue entonces la posición de la derecha? Se opuso con dientes y muelas (sus argumentos no eran demasiados) y solo consintió en el nuevo estatuto una vez que se garantizó que los derechos hereditarios del cónyuge se fortalecieran (de manera que la igualdad de los hijos no los desmedrara)”.

“Entonces, no cabe duda, fue cavernaria”, afirma el también abogado, al mismo tiempo que precisa que “más tarde se debatió la ley de divorcio. Hasta esa fecha el matrimonio en Chile era indisoluble y seguía a pie juntillas el modelo del Concilio de Trento. ¿Cuál fue entonces la posición de la derecha? Se opuso. De aprobarse el divorcio, dijo entonces, la familia desaparecería, la infancia se desenvolvería en un desierto de abandono, la vida nacional sería herida en lo más profundo. Entre quienes se opusieron estaban nombres como el de Andrés Allamand y Andrés Chadwick (aunque hoy parecen haberse redimido de su condición cavernaria). El Instituto Libertad y Desarrollo auguró que la aprobación de la ley traería a la familia el peligro de la drogadicción, inestabilidad emocional, abandono y otros males semejantes”.

Peña asegura que “los ejemplos sobran”, poniendo sobre la mesa “la píldora del día después, donde estuvieron acompañados de algunos decé; la oposición al matrimonio homosexual, y, claro, la reciente votación sobre el aborto”.

Al profundizar en el guión intelectual y comportamiento de la derecha cavernaria, el profesional llega a la conclusión que “lo que tienen en común es, desde luego, la idea de que hay personas que, no obstante ser adultas, deben ser tratadas como pupilos, como menores de edad, como personas que requieren para vivir la guía de otro. La derecha cavernaria cree que hay porciones de adultos que, por ignorancia, incredulidad, desidia u origen, no son capaces de conducirse a sí mismos y requieren entonces la guía esclarecida de una clase dirigente (que coincide con los miembros de la derecha cavernaria) que les evite los tropiezos y los errores”.

En esa línea plantea que el principal error de esa derecha es que “piensa que el paternalismo (creer que hay razones para intervenir en la vida de las personas independiente de cuál sea la opinión de estas últimas) debe ser la regla general en política. En vez de creer que la tarea de la política es crear las condiciones para que los individuos gestionen y conduzcan su vida, la derecha cavernaria piensa que la política tiene por función guiar las vidas ajenas, especialmente en cuestiones de moralidad (como lo puso de manifiesto su actitud en el debate del divorcio, igualdad de los hijos y aborto)”.

Agregó que “la derecha cavernaria, en suma, no piensa que la política tenga como tarea representar a los individuos y su forma de ver la vida, sino que cree que la política consiste en representar a la sociedad, como si esta fuera una entidad intemporal, con un contenido espiritual que hay que evitar ensuciar”.

Eso sí, aclaró que los dos principales errores que cometió Vargas Llosa fueron que “su anfitrión, Sebastián Piñera, ha defendido opiniones de la derecha cavernaria, motivo por el cual es injusto que lo olvidara”, y “el segundo es que al pronunciar la expresión derecha cavernaria usó un pleonasmo, una redundancia”.

“Y eso sí que es imperdonable en un Nobel de Literatura”, sentenció.

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