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Cultura

31 de Octubre de 2017

Stalin versus Trotski, la eterna lucha

En el centenario de la Revolución Bolchevique las figuras históricas de Stalin y Trotski vuelven a chocar como lo hicieran tras la muerte de Lenin en 1924, pero ahora por boca de sus descendientes. “Después de Lenin, Trotski fue la figura más destacada de la Revolución de 1917. La confianza mutua en lo ideológico entre […]

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En el centenario de la Revolución Bolchevique las figuras históricas de Stalin y Trotski vuelven a chocar como lo hicieran tras la muerte de Lenin en 1924, pero ahora por boca de sus descendientes.

“Después de Lenin, Trotski fue la figura más destacada de la Revolución de 1917. La confianza mutua en lo ideológico entre los dos hombres era total y absoluta”, señaló a Efe Esteban Volkow, nieto de Trotski y residente en México.

León Trostski (1879-1940), fundador del Ejército Rojo, fue asesinado en México por orden de José Stalin (1878-1953), quien sucedió a Vladímir Lenin en el Kremlin y ostentó el poder hasta su muerte en 1953, varios días después de sufrir una hemorragia cerebral en su dacha a las afueras de Moscú.

Volkow, de 91 años, considera que tras la muerte de Lenin su abuelo no luchó por el poder, como afirman “falsamente” los historiadores, sino para “salvar la revolución”.

En cambio, asegura, el proceso fue “traicionado” por Stalin y los “genuinos revolucionarios acabaron con una bala en la nuca en los sótanos de la Lubianka (sede del KGB en Moscú) o, en el mejor de los casos, en el gulag”, los campos de trabajo soviéticos.

“Stalin se consideraba un comunista, pero no porque fuera miembro del partido, sino porque el principal objetivo de su vida era construir el comunismo”, replica Yákov Dzhugashvili, bisnieto de Stalin.

Para el hombre que dirigió con mano de hierro la URSS durante un cuarto de siglo, el comunismo no se limitaba -según su bisnieto- a repetir como un mantra a Marx y a Engels, sino a crear un nuevo sistema, una nueva civilización.

“En 1931 Stalin lo explicó así: ‘Estamos rezagados unos 50-100 años de los países más desarrollados. Debemos recorrer esa distancia en diez años'”, rememora Dzhugashvili, cuyo abuelo, también Yákov, hijo mayor de Stalin, murió en 1943 como prisionero de guerra de los alemanes.

Para cumplir esta tarea, el mandatario necesitaba un “instrumento de organización del pueblo: el Estado”.

“Pero no cualquier Estado, sino uno que estuviera el servicio del pueblo y no de una clase en concreto. Eso no lo había hecho nadie antes, sólo se había soñado, y los bolcheviques decidieron hacerlo realidad arriesgando no el café matutino o la libertad, sino sus vidas”, agrega Dzhugashvili.

Mientras, Volkow sostiene que “Stalin nunca fue el heredero de Lenin” y, aunque admite que Trotski también cometió errores, recuerda que rechazó recurrir al Ejército para tomar el poder.

“Lenin en su testamento recomienda la remoción de Stalin por su brutalidad y por el exceso de poder que había acumulado”, recuerda.

Considera importante distinguir los primeros pasos de la URSS, “lo progresista que fue la economía planificada, de lo retrógrado y reaccionario que fue el régimen totalitario de Stalin, que no tiene nada que ver con la Revolución de Octubre y el Socialismo”.

Entre los méritos de Trotski, menciona que puso las bases del partido que dirigió revolución, fundó el Ejército Rojo que ganó la guerra civil y creó la teoría de la “Revolución Permanente”.

Por “defender las genuinas tradiciones del Bolchevismo-Leninismo y de la Revolución de Octubre”, Trotski “fue abatido por la mano asesina de Stalin”, agrega Volkow, que vivía con su abuelo cuando fue asesinado por Ramón Mercader.

Dzhugashvili mantiene que Stalin intentó arrebatar el poder al partido y cedérselo al pueblo ya en 1936.

“Pero los opositores a esta reforma, los secretarios de las filiales regionales del partido, junto al jefe del NKVD (precursor del KGB), Nikolái Yezhov, lanzaron las represiones estalinistas en un intento de abortar la reforma”, añade.

Como consecuencia, señala, la reforma pretendida por Stalin fracasó y cientos de miles de personas fueron represaliados en las conocidas como purgas.

“El segundo intento tuvo lugar en 1952 en el XIX Congreso del partido. Ese intento le costó la vida a Stalin. Lo mataron. Lavrenti Beria, que identificó a los criminales, y se proponía castigarlos también fue asesinado en junio de 1953”, insiste.

Recuerda que Alexandr Zinóviev, escritor, disidente y expulsado de la URSS en 1978, admitió poco antes de morir en 2006 que el sistema soviético fue “la cumbre de la historia” y Stalin “el dirigente político más grande del siglo XX”.

Volkow protege el legado de su abuelo en el casa museo de Trotski en Ciudad de México, mientras Dzhugashvili está centrado en su carrera de pintor.

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