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Nacional

11 de Noviembre de 2017

Historia de la primera reconstrucción de pene en Chile

"No tengo nada extraño en mi cuerpo, ya que no se usaron prótesis plásticas”. “Luego de la reconstrucción no veo ninguna limitante en mi vida y no me cierro a la posibilidad de tener pareja”, dice el paciente.

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A F.R. le diagnosticaron cáncer de pene a principios de 2015. Tres meses pasaron de aquel examen y la decisión médica fue lapidaria: había que amputar. Entonces, relata a LUN, comenzó su lucha personal. No dejarse morir psicológicamente, porque la decisión de amputarle el miembro pasaba porque estaba en juego su vida. “No me quedaba otra”.

Ahí apareció la posibilidad de operarlo, de reconstruirle el pene por medio de una prótesis. “No tengo nada extraño en mi cuerpo, ya que no se usaron prótesis plásticas”. “Luego de la reconstrucción no veo ninguna limitante en mi vida y no me cierro a la posibilidad de tener pareja”, dice.

El médico que lo operó es Alejandro Ramírez, quien refiere que se trata de una situación inédita.  “No tengo antecedentes de que este tipo de reconstrucción completa, que implicará que el paciente retomará una vida absolutamente normal, se haya realizado en Chile”.

“Es necesario tomar en cuenta que, después de la cirugía, el paciente pueda orinar con normalidad y para ello hay que reconstruir la uretra”, advierte.

El profesional de la UC explica que primero se insertó un pedazo de peroné de unos 20 centímetros en el muslo, “que después se ajustó al tamaño que originalmente tenía el paciente”. El proceso, recoge el artículo de LUN, se trató de una microcirugía para conectar los vasos sanguíneos del peroné y muslo. También se usó un pedazo de muslo para reconstruir la uretra.

Luego, en la segunda intervención, se tomó la piel del muslo, con el hueso y la uretra que se había armado. “En términos simples, se realizó un rollito, envolviendo el hueso y la uretra, para transferirlo hacia donde tiene que estar el pene reconstruido. Todo ese tejido que se movilizó, ya contaba con los nervios sensitivos del muslo, que finalmente se conectaron con los del pene”, precisa el cirujano Rodrigo González.

“El tejido con el cual se rehace el miembro tiene un nervio sensitivo que se conecta con el que inerva el pene y así se consigue la sensibilidad”, dice Ramírez.

El paciente, si bien sigue con licencia porque aún no puede hacer ningún tipo de fuerzas, afirma que hace su vida normal, “compartiendo con mis amigos y familiares. El próximo año espero volver 100% a mi trabajo”.

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