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Cultura

18 de Diciembre de 2017

Locura y cordura en la familia Edwards

Miguel "El loco" Edwards, a estas alturas un clásico de nuestro pasquín, es tío del destacado economista y novelista Sebastián Edwards. Antes de las elecciones en primera vuelta, se reunieron en el Mercado Central y rememoraron pasajes de infancia, pelaron a sus familiares y sacaron más de algún trapito al sol. Un inolvidable pimponeo entre dos extremos de una misma saga familiar.

Por

S: ¿Te arrepientes de algo en tu vida?
M: No, no me arrepiento del karma. El que siembra cosecha. Conozco la cordura y la locura. La cordura antes de la locura y la cordura después de la locura. La verdadera locura, la que se encierra, se empastilla, se le practica el electroshock, lobotomías y camisas de fuerza, cuando rompes contra las normas de la dictadura social que ustedes llaman democracia. ¿Y quién te condena?, ¿quién dice que eres loco? El siquiatra, por las normas y las costumbres. Si caes en sus manos, caes para siempre.
S: Yo me arrepiento de muchas cosas que he hecho en mi vida.
M: ¿Eres muy cristiano tú, entonces?
S: No, para nada. Soy ateo.
M: ¿Crees en el pecado?
S: No, creo que no hay que hacerle daño al prójimo y hay que ser generoso y tratar a la gente con dignidad. Yo evolucioné correctamente, pasé de ser católico a agnóstico y de agnóstico a ateo. Nunca hice la confirmación. ¿Tú te confirmaste?
M: No, conscientemente no me confirmé.
S: Pero estudiaste en el Seminario Menor.
M: Pero no me confirmé. Mi colegio era de la Izquierda Cristiana, muy relajado. Hice la primera comunión y estuve seis años internado ahí.
S: ¿Por qué te pusieron interno?
M: Porque hacía mucho la cimarra, además que mi mamá no me podía cuidar porque estaba muy loca.
S: ¿No crees que tu locura tiene algo que ver con haber estado internado?
M: No, todo lo contrario, ahí gané la cordura y un montón de enseñanzas. Lo pasaba estupendo. Era un colegio de clase media, no una prisión, todo lo contrario, tenía libertad de estar en la biblioteca, en el gimnasio.
S: ¿Algunos compañeros tuyos fueron abusados por curitas?
M: No, nunca. Pero sí conocí muchos pecados del campesino. Había un loco de Limache con el que siempre conversaba en la noche, con las luces apagadas, y me contaba cómo se enchufaba a las gallinas.
S: ¿Y te convidó alguna vez? ¿Nunca te enchufaste una gallina? Ja, ja.
M: No, nunca.
S: ¿Ningún animal?
M: No, eso es privado. Ja ja ja… Nunca gallinas, sólo gatos y perros.
S: Pero los gatos te pueden arañar.
M: Rico po’ hueón, soy sádico.

***

M: Hay una duda en el ambiente político, desde cuando veraneábamos en Concón, cuando teníamos como 14 años: ¿Eras militante del Mapu o de la Jota?
S: Era militante del PS, ni del Mapu ni de la Jota.
M: ¿De la JS o del PS?
S: Bueno, en esa época se llamaba la Federación Juvenil Socialista, FJS. Era tal el desorden que cabían adentro distintas facciones, por eso era una federación y no un partido. Yo militaba ahí, porque militar en el MAPU era como estar en una reunión del Villa María.
M: O del Saint George, como tus primos, la Consuelo o Pablo.
S: ¿Sentiste en algún momento que llamarse Edwards en este país era una carga enorme?
M: Nunca, a mí me encanta, porque soy un Edwards alternativo y, además, soy el “Loco Edwards”, soy dueño del Merculo.
S: Yo tampoco he sentido nunca una carga, puede ser que de niño haya sentido una pequeña carga.
M: Pero esa es una carga para los otros Edwards, pero nosotros venimos de Joaquín Edwards Bello, un dirigente, poeta y anarquista.
S: Y del tío Jorge, que no es muy poeta ni muy anarquista, pero es novelista.
M: Hablé con Jorge un día, le dije “oye Jorge, yo soy Miguel Edwards Rosas ¿Somos parientes?”, ¡Sí!, me dijo, somos todos parientes. Entonces, hay varios locos.

***

S: ¿Tu mamá nunca te quiso poner en el colegio inglés de Viña, en el McKay?
M: No porque el McKay no era católico.
S: ¿Tu mamá era muy católica?
M: Muy, si financió la iglesia de los Padres Franceses después del terremoto, también financió el Cine Arte de Aldo Francia y de los comunistas. Era muy entretenida, tomábamos todo el día con mi mamá.
S: ¿Era buena para el copete?
M: En la mañana aperitivo, al almuerzo un vinito. En la tarde una jarra de pisco sour hecho a mano y con las viejas jugábamos a los naipes. Después en la noche se iba al casino.
S: ¿Y tú primera experiencia sexual fue con una mujer mayor o no?
M: No, de mi edad.
S: ¿Mujeres mayores no tuviste cuando eras más chico?
M: No, nunca. Siempre de mi edad.
S: ¿No te gustaban las amigas de tu mamá?
M: No, nunca. Mi mamá me gustaba, pero nunca sus amigas. No las llevaba para la casa.
S: Pero tú hermana Marcela ¿cuántos años más que tú tenía?
M: 16, pero no era mi tipo.
S: No, ella no, pero las amigas de ella. ¿No te arrepientes de eso?
M: Estás loco, mi mamá me daba la pasada con todas mis pololas y me aplaudía los polvos de la pieza de al lado.

***

S: ¿Cuándo fue la primera vez que entraste al siquiátrico?
M: Fue por ahí por el 85, una pasada corta, no más de 3 meses. Pero en los últimos años de la dictadura me radicalicé, estuve preso y escapando por todas partes. Tenía paranoia de la CNI y de todo el mundo. Ahí rayé la papa. ¿Cómo viviste tú mi llegada a la locura?
S: Lo que recuerdo es que lo viví sin ningún juicio de mi parte, veía la preocupación que tenía mi papá, cuando a veces desaparecías y te empezaban a buscar. Una vez recuerdo que hiciste una travesía por unos campos, creo que en Melipilla.
M: No, en Vicuña Mackenna hasta Puente Alto.
S: Recuerdo que mi papá estaba muy preocupado. Y como mi papá no tenía lucas, salió en busca de la tía Carmen, tu hermana mayor, que sí tenía plata, igual que tu mamá.
M: Sí, mi mamá era viuda de un almirante de la Armada, tenía una pensión fabulosa y una inmensa herencia por parte de mi abuelo. Invirtió muy bien en la bolsa, a través de un abogado gay de Patria y Libertad experto en corretaje. Teníamos una mansión estupenda. Lo pasábamos bomba. Pero sus hijos del primer matrimonio la encerraron en un siquiátrico y se gastaron toda la fortuna.
S: ¿Era loca y rica, entonces?
M: Absolutamente loca, estuvo 40 años encerrada hasta que se murió. Cuando mi mamá quedó embarazada le vino un brote psicótico. A los 7 meses mi papá dijo que había que salvar a la guagua, estábamos en Viña, y la llevaron a la clínica Santa María. Ahí nací por cesárea y nos salvamos los dos. ¿Te acuerdas cuando ibas a vernos?
S: Sí, siempre que íbamos a Viña parábamos en tu casa. Para mí era incomprensible tener un tío que era más chico que yo. Desde entonces, dudé que los adultos dijeran la verdad. Te miraba y decía “Miguel Edwards Rosas es la encarnación de la mentira”. Recuerdo que íbamos al Samoiedo, donde vendían unas gallinitas de manjar. Mi mamá nos decía que nos podíamos comer un pedacito cada día. Yo tenía la duda si empezar por la cabeza, la cola o las alas. De niño siempre te asocié comiendo esas gallinas y que eras muy rubio.
M: Igual que mi mamá y mi papá, que también dicen que era muy rubio.
S: Tu papá tenía parkinson. Era muy desconcertante porque se afirmaba de un bastón.
M: Un bastón de plata que yo heredé.
S: ¿Lo tienes todavía?
M: No, lo regalé.
S: Tú sabes que mi prima y sobrina tuya, la Isabel Jaramillo, fue una de las secretarias privadas del Presidente Allende.
M: Yo sé que salió en la ambulancia el día del golpe.
S: Con su hijito y se fue a Cuba.
M: Su hijito me cuidaba a mí en el siquiátrico. Yo decía que era mi ángel de la guarda, lo veía tan rubio y de ojos azules que pensaba que era de la CIA.

***

M: Cuando te fuiste a la escuela de Economía de Chicago, tenías que caminar de tu casa a la universidad, y debías decidir si lo hacías por la pista de los negros o los latinos, ¿por qué decidiste que era más seguro caminar por la pista de los negros?
S: La Universidad de Chicago se fundó en un barrio que después empezó a proletarizarse y las grandes mansiones empezaron a dividirse en conventillos donde vivían familias negras. En el verano del 68, que fue muy caluroso, hubo unas grandes manifestaciones y quemaron la ciudad de Chicago, sobre todo esa parte. Era un barrio muy bravo. Cuando uno llegaba te daban un pito y si te asaltaban tenías que tocarlo.
Yo decidí que no, si no puedes vencerlos, pensé, únete mejor a ellos. Así que me empecé a mover por el lado de los afroamericanos, siempre con un billete de 5 dólares en el bolsillo, porque si te asaltaban y no tenías plata, te empezaban a zamarrear. Por eso siempre llevaba cinco dólares. Era mi plata de emergencia para los asaltos.
M: ¿De dónde sale esa locura de ser economista, graduarse en Chicago y trabajar en la bolsa?
S: Mi locura se manifiesta en ser un lobo estepario absoluto. No me llevo bien con la gente en grupos de más de cuatro personas. Creo que es por timidez. Odio los cocteles, fiestas, matrimonios, todo eso. Mi actividad principal es ser académico, profesor universitario y escribir libros de economía. Esos los escribo en inglés y los que no son de economía, los escribo en castellano. Eso es una locura. Escribir en dos lenguas es una huevá loca, medio esquizofrénica.
M: Bipolar más bien. Además, me han contado que te han tratado de nombrar ministro de la “concerta” varias veces y no te interesa. ¿Es parte también de tu locura?
S: Me han ofrecido ser ministro pero me di cuenta, cuando pasé por los bancos en Washington, que no soy bueno para trabajar en equipo. Y para trabajar de ministro hay que trabajar en equipo. Mi vida es la de un académico. Antes hacía modelos matemáticos y ahora hago investigación histórica en los archivos. Mi nuevo libro que sale en mayo es sobre de la gran depresión. Sácame de una duda tú ahora, ¿trabajaste en el Banco Edwards un tiempo, verdad?
M: Trabajaba en el Banco Santiago, pero primero trabajé en el Banco Comercial de Curicó, ex Edwards. Postulé al banco Edwards y no me dejaron entrar.
S: ¿Y eso afectó tu diatriba en el Clinic contra Agustín cuando murió o no?
M: Por supuesto, si yo tendría que haber sido gerente del Banco Edwards y me lo negó.

***

S: ¿Manejas bien tus finanzas?
M: Súper bien. Soy un buen contador. Me manejo.
S: ¿Mejor las finanzas o las pololas?
M: Las dos cosas, o sea, pololeo cuando hay finanzas. O cuando hay una amiga que tiene finanzas.
S: ¿Consigues minas con finanzas?
M: Si po’, he viajado por el mundo con ellas. Yo soy feminista, si la mina pone la estadía, yo pongo los pasajes. Ahí veo después si pago los pasajes.
S: ¿Cuál crees tú que es el mayor ingrediente para el éxito con las mujeres?
M: Jugártela, la mina que yo busco tiene que ser una compañera.
S: No sé qué piensas tú, pero creo que el mayor éxito es saber escuchar a las mujeres, porque los hombres, especialmente los chilenos, no escuchan, quieren hablar nomás. Cuando tú las escuchas, se enamoran de ti, porque ni el papá, ni el profesor de matemáticas, ni los pololos, ni el primer esposo las escucha, que es muy distinto a dejarlas hablar. Hay que escucharlas y seguirles la conversación.
M: Sí, pero tú también tienes que hablar y escribir, hacer música, pintar y hacer circo.
S: Tener un lado femenino.
M: Por supuesto, el ying y el yang.

***

M: Tú escribiste un libro medio perdido donde hablaste cosas que yo leí entre líneas sobre tú papá…
S: Sí, es un libro de memorias, se llama Conversación Interrumpida donde le hablo a tu hermano. Ahí me hago cargo de no haberle hablado todo lo que quería y cuando quise hacerlo él tenía Alzheimer.
M: ¿Por qué no le hablaste, le tenías miedo como yo?
S: ¿Tú le tenías miedo?
M: Sí.
S: ¿Por qué le tenías miedo?
M: Porque me paqueaba mucho. Pero ahora lo entiendo, ahora que se fue del cuerpo físico y pasó a la eternidad de mi memoria.
S: Recuerdo que te llamaba la atención, con mucho cariño, pero también te sacaba de problemas.
M: No solo en eso, también decía que yo era muy extremo en temas políticos.
S: Claro, porque él era DC, era humanista cristiano, de esos que ponen la otra mejilla.
M: Andaba mucho con el Padre Hurtado en Zapallar. Yo una vez fui a comulgar con él. Quería hueviar, fue un acto de rebeldía.
S: ¿Ser católico es un acto de rebeldía?
M: Ser católico anarka sí, romper con las normas. Entonces, cuando el cura me da la hostia la tomo y le digo
“Arturo te saluda”. Me creía el Rey Arturo. Estaba psicótico. Pero volvamos al tema. ¿Qué es lo que tenías pendiente con tu padre?
S: Es que yo le mezquiné mucho. Él tenía gran curiosidad e interés por mi carrera académica, pero yo en esa época pensaba que se inmiscuía en mi vida privada y no le contestaba nada. Me quedaba callado.
M: ¿Por qué le tenías temor?
S: No le tenía temor. Quizás le tenía rabia porque pensaba, en el subconsciente, que nos había abandonado cuando se separó de mi mamá y cuando le quise hablar, él ya tenía alzheimer.
M: Te demoraste mucho.
S: Cuando él se murió, empezamos a ver sus cosas y encontré una carpeta que tenía con cientos de recortes de entrevistas que yo había dado pegadas con scotch y yo, en vez de sentirme orgulloso, me dio rabia y boté todo eso a la basura. Me sentí violado, es una huevá muy loca.
M: Te sentiste sobreescrutado…
S: Claro, después me arrepentí como loco.
M: Cada uno se arrepiente como puede.

***

S: Hablemos de tragos ¿Solo chela o trago duro?
M: Yo me automedico y el trago fuerte me hace mal. Cuando tomo trago fuerte, tomo pisco bueno y solo, no combinado. Pero una puntita, una petaca me puede durar 2 o 3 días. Pero lo que más consumo son cervezas. Tomo Báltica de 900 pesos
S: ¿Esas son de 1 litro?
M: Sí, ¿quieres probarla?
S: Otro día mejor.
M: No, al tiro. Vamos a mi cuarto de ahí, me quedan varias.
S: ¿Y cómo las mantienes heladas, tienes un refrigerador?
M: No, yo tomo natural, le tengo terror a la cerveza helada. Lo hago para prevenir el cáncer a la próstata.
S: ¿De dónde sacaste esa huevá?
M: La cerveza helada te da cáncer a la próstata hueón. Todos los viejos lo saben. La sabiduría de los abuelos es más sabia que la de los médicos universitarios.
S: Lo sé, pero la cerveza por algo la venden fría.
M: Para que a los hueones les dé cáncer a la próstata.
S: ¿Crees que los dueños de las cervezas están coludidos con los médicos que meten el dedo en el culo?
M: Claro, son todos sádicos. Si me leí completo a Sade.
S: ¿Y cuál es la parte que más te gustó, la parte de la gallina?
L: Cuando se meten en un tonel de caca y un negro se lo hace por el chico a la mina.
S: Parece que ese capítulo me lo salté.

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