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Opinión

14 de Enero de 2018

Columna de Paula Poblete, secretaria general RD: Nostalgia social cristiana

"Estoy segura que muchos católicos desearían vivir en un país diverso, inclusivo y multicultural, donde la tolerancia y el bien común orienten cada decisión pública. Los mismos que aspiran a que esta visita papal ayudara a recuperar la inspiración progresista de aquella Iglesia del Movimiento Obrero de Acción Católica en los años 40, esa que fundó el Hogar de Cristo poco antes de los ’50, esa que se comprometió con la reforma agraria en los 60 y esa que defendió los derechos humanos en los ’70".

Paula Poblete
Paula Poblete
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Quisiéramos que la visita del Papa Francisco levantara de su letargo aquellos principios igualitarios de la doctrina social de la Iglesia Católica, que empujaron las transformaciones en Chile durante buena parte del siglo XX. En lugar de eso, hemos asistido a un escandaloso dispendio de recursos públicos y a la irresponsable decisión de declarar un feriado, impuesta sin contemplaciones sobre los que aspiramos a convivir en una sociedad diversa, inclusiva y regida por un Estado democráticamente laico.

Resulta penoso que la visita de un líder moral sea organizada como si se tratase de un rock star que viene al Festival de Viña, aunque claro, esta suerte de carnaval entona muy bien con el espíritu mercantilista que domina otras tantas decisiones de política pública.

Por cierto que Chile ya no es el país oprimido por la dictadura que encontró el Papa Juan Pablo II en 1987, pero a pesar de su desarrollo económico y democrático, es un país agobiado por el totalitarismo del mercado y sometido a una desigualdad en franca contradicción con los valores humanitarios del cristianismo.

Tal como dijo el sacerdote Felipe Berríos, “Chile es un pueblo creyente, pero se siente abandonado por sus pastores y desilusionado con los casos de abusos sexuales”. Justamente por eso es relevante distinguir entre el sector que hoy domina la jerarquía eclesial criolla y esa Iglesia popular del Padre Alberto Hurtado, que destacó como motor de los cambios en favor de los desposeídos.

Juan Pablo II se encontró con pobladores de La Bandera, La Victoria y La Legua, liderados por curas-símbolo de la resistencia contra la dictadura, como el asesinado André Jarlán, Pierre Dubois, José Aldunate y Mariano Puga. El Papa Francisco, en cambio, hallará un poder fáctico conservador, que ha protegido a pedófilos como Karadima y O”Reilly; y se ha opuesto al desarrollo social, cruzándose en el camino de leyes como el divorcio, la filiación, unión civil, aborto, matrimonio igualitario; además de boicotear políticas públicas de salud como el uso del condón, la píldora del día después y la educación sexual.

Estoy segura que muchos católicos desearían vivir en un país diverso, inclusivo y multicultural, donde la tolerancia y el bien común orienten cada decisión pública. Los mismos que aspiran a que esta visita papal ayudara a recuperar la inspiración progresista de aquella Iglesia del Movimiento Obrero de Acción Católica en los años 40, esa que fundó el Hogar de Cristo poco antes de los ’50, esa que se comprometió con la reforma agraria en los 60 y esa que defendió los derechos humanos en los ’70.

Esperamos que en esta visita el Papa ponga sobre la mesa esos desafíos pendientes y marque un punto de inflexión con lo que ha sido una estructura que dejó de lado la inspiración cristiana por un mundo justo de mediados del siglo pasado.

*Paula Poblete, Secretaria General de RD

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