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Opinión

18 de Enero de 2018

Columna de Soledad Ramírez y Antonia Orellana, Movimiento Sol: “La necesidad de superar las mil siglas del Frente Amplio”

"Desde SOL proponemos la unidad de izquierda, sí, pero también una forma de llegar a ella: no basta la mera discusión y coincidencia de las directivas y figurillas destacadas, es necesario construir una fuerza común para transformar Chile".

Soledad Ramírez y Antonia Orellana
Soledad Ramírez y Antonia Orellana
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“¿Alguien fuera del Frente Amplio podría señalar las diferencias por ejemplo entre el Movimiento Autonomista, Nueva Democracia, Izquierda Libertaria y Socialismo y Libertad?”, se preguntaba el diputado reelecto Gabriel Boric hace una semana. La respuesta la sabemos y es un puñado de personas que se cuenta con la mano. Para quienes no forman parte de ese grupo, a continuación explicamos algunas ideas del proceso que viven hoy las organizaciones que reclaman para sí el nombre de “la izquierda del Frente Amplio”.

Como bien señalaba Boric, para ser una izquierda pequeña tenemos una abundancia de siglas indescifrable para las mismas personas que buscamos representar. La mayoría de las organizaciones que conformaron el Frente Amplio vienen encontrándose en los distintos ciclos de movilizaciones iniciados desde el año 2001 en adelante y es en la disputa por la conducción de esos movimientos sociales que nos conformamos, conocimos políticamente y discutimos. Discutimos harto y muchas veces eso llevó a quiebres dentro de los grupos y alianzas, desconfianzas, caricaturas e identidades asentadas en la oposición al otro/a, que desde fuera son incomprensibles.

Esta tendencia a la fragmentación y desarticulación de la izquierda tuvo su primer y humilde retroceso cuando hace un año tomó forma la iniciativa del Frente Amplio. Esto incluyó además a liberales, ecologistas y humanistas, entendiendo que en el país más neoliberal del mundo no bastamos “los mismos”, los que pensamos igual o más o menos parecido, para avanzar. Y se avanzó: hoy el Frente Amplio cuenta con una bancada propia en el parlamento y un senador y está en camino a consolidar su funcionamiento y estructura territorial con un congreso interno. La pregunta que rondó a las corrientes de izquierda desde la primera vuelta pasó a mayúsculas luego del triunfo de Piñera: ¿basta con eso?. No.

¿Cuál es el rumbo, entonces? En la misma semana Izquierda Autónoma, Movimiento Autonomista y Nueva Democracia hicieron declaraciones en torno a la necesaria convergencia de las izquierdas del Frente Amplio. Las lecturas y análisis en los medios a partir de esas declaraciones se equivocan en dos sentidos: en primer lugar, lo que une a las fuerzas hoy en diálogo es la superación del neoliberalismo como horizonte estratégico. La pregunta es cómo conformar una izquierda dentro del Frente Amplio que crezca, se fortalezca y pueda discutir democráticamente con el progresismo, impulsando y defendiendo las demandas de los movimientos sociales, no cómo “competir con Revolución Democrática”.

En segundo lugar, se equivocan cuando plantean esta discusión como una competencia de quién es más de izquierda. Lo que queremos disputar, precisamente, es el destino del Frente Amplio. De no mediar una acción decidida, unitaria y profundamente democrática, correremos el peligro de cumplir la propia caricatura que desde un principio nos impusieron: ser los cachorros de la élite, las y los jóvenes deslumbrantes que con las manos limpias y el currículum intacto llegan a “renovar” eso que llaman centroizquierda sin transformar el país.

Llega el momento entonces de tomar las declaraciones de buenas intenciones y unidad y hacernos cargo de ellas. Desde SOL proponemos la unidad de izquierda, sí, pero también una forma de llegar a ella: no basta la mera discusión y coincidencia de las directivas y figurillas destacadas, es necesario construir una fuerza común para transformar Chile.

El gobierno de Piñera nos desafía a que la unidad de la izquierda que se dice transformadora busque formas creativas de llegar a las mayorías, sea una opción atractiva para la salida del actual sistema neoliberal, recoja demandas tales como el feminismo y la diversidad que hoy son espacios de politización juvenil y fortalezca los movimientos sociales. De lo contrario estos serán nuevamente cooptados, como en los ‘90, y nuestro discurso se limitará, como buscan algunos, a “defender el legado” del gobierno de Bachelet, perdiendo la perspectiva de todas las diferencias que tuvimos durante éste, especialmente con las reformas educacionales y la nefasta reforma laboral.

Las declaraciones fueron lanzadas al aire, la invitación está hecha, la oportunidad existe. Es cosa de todas y todos nosotros aprovecharla.

Soledad Ramírez
Antonia Orellana
Movimiento SOL

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