
Cuenta El Mercurio, en su sección de Economía, que al viejo Horst Paulmann, el mismo que se calza el overol y las botas cuando su boliche se llena de agua, nadie le quita la sonrisa que por estos días le atraviesa su octogenario rostro. El asunto es que con 83 otoños, porque el invierno aún […]
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Cuenta El Mercurio, en su sección de Economía, que al viejo Horst Paulmann, el mismo que se calza el overol y las botas cuando su boliche se llena de agua, nadie le quita la sonrisa que por estos días le atraviesa su octogenario rostro.
El asunto es que con 83 otoños, porque el invierno aún no lo cruza, se encuentra ad portas de recibir a su nuevo heredero. Su pareja de varios años está embarazada y a tres meses de dar a luz. Se trata -dicen- de un varón que llega a poblar unas de las familias más ricas de Chile.
Tanto él “como su círculo familiar están muy contentos con el crecimiento de la familia”, cita el diario de los Edwards del Río.
El pequeño Paulmann se viene en camino se suma entonces a la dinastía que ya componen Heike, Manfred y Peter.