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“Máster en sexo oral” se titula la columna que escribe en El País Celia Blanco y parte así: “Horas de estudio, aprendiendo, poniendo especial atención a mis educadores, ensayando cada vez que podía… Todo con un único propósito: chuparla lo mejor posible”.
Luego habla de la relación entre los vegetales y el placer sexual. Entonces cita la zanahoria.
Después, la columnista afirma que “sería absurdo pretender que, nada más empezar a tener relaciones sexuales, tuvieras la más mínima idea de cómo comer lo que fuera. Según un estudio del año 2016 de las jóvenes entre 16 y 18 años tienden a proporcionar más sexo oral que a recibirlo, entre otras muchas cosas, porque dan por hecho que a los chicos no les gusta comerlo. Y según el mismo estudio, efectivamente, a los chicos no les gusta dar placer en la misma desbordante proporción que les gusta recibirlo. (¡Nos ha jodido!) Las mujeres lesbianas no tienen tantos prejuicios; entre ellas hay mucha más cordura”.
Dice además recordar “haber pasado por esa franja de edad amatoria del estudio luchando por lo mismo que las jovencitas que lo hicieron. No me planteaba siquiera saciar mi hambre de hembra, que tenerla, la tenía. Casi era ilícito desear. A mis veinticinco chupé bastante y me lamieron lo justo. Ellos primero, siempre. Lo que me asusta del estudio es que, casi treinta años después de que yo hubiera podido ser una de las participantes, no hayan cambiado las cosas”.
“La sexualidad se aprende; nadie nace sabiéndolo todo. Y ni siquiera dominar la parte teórica te garantiza el éxito en la parte práctica”, agrega.
A modo de confesión, afirma que “muero por que un pedazo de hembra (como yo) me chupe lo que tenga entre las piernas, sea lo que sea, con la intención, dedicación, admiración y delirio que certifica un máster en chuparla. ¿Qué tiene este máster que todo lo paga? Es un tesoro. Una vez que hemos aprendido que mejorar nuestra vida sexual mejora nuestra vida en general, imaginen que aprenden a proporcionar el mayor de los placeres en la cama. A día de hoy, el sexo oral es lo que más apetece a ambos sexos. La máxima calificación del máster establece un alumnado brillante con un profesorado magnífico”.
“Reconozco que las personas que más cachonda me han puesto han sido las que directamente han ido al grano: “Voy a comértelo hasta que te corras””, cierra.