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Mundo

27 de Mayo de 2018

Elecciones en Colombia: Iván Duque, el candidato que arrastra lo mejor y lo peor del expresidente Uribe

A sus 41 años, el candidato del Centro Democrático es el aspirante más joven a la presidencia de Colombia en las elecciones de este domingo. A su favor cuenta con el apoyo del expresidente Uribe y su fiel electorado. Pero la clave de una eventual victoria puede radicar en cómo gestione este apoyo. De ser elegido presidente, promete cambios en el acuerdo de paz con las FARC.

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“Dijeron que yo era un pollo, pero ya se dieron cuenta que lo que aquí hay es un gallo de pelea”. Al micrófono está Iván Duque, candidato de la derecha y favorito en las encuestas para convertirse en el nuevo presidente de Colombia. A su lado aplaude y saluda a las masas Álvaro Uribe, líder del Centro Democrático a quien muchos en el país (dentro del propio partido y entre sus rivales) señalan como el verdadero líder de la campaña.

Es el último evento público antes de las elecciones de este domingo en las que se elegirá al sucesor de Juan Manuel Santos. La escena es importante: representa la influencia del expresidente, quien lejos de retirarse de los actos electorales tras convertirse en las elecciones al Congreso de marzo en el senador más votado en la historia de Colombia, ha sido una presencia constante al lado de Duque estos últimos meses.

Familias de los estratos altos de Bogotá (los barrios que están al norte de la ciudad, los más caros) y una amplia representación de la comunidad religiosa (católicos y evangélicos) se arremolinaban este pasado fin de semana en el parque El Tunal a las afueras de la capital. Entre un bullicio ensordecedor, mezcla de música vallenata, pitos y vítores, una pancarta se repetía: “Yo voto por el que diga Uribe”.

La clave de la victoria de Duque radica en cómo gestione este apoyo, que puede ser la poción mágica que le dé fuerzas para obtener los votos necesarios y ganar en la segunda vuelta del 17 de junio (una victoria en primera vuelta, para lo que necesita obtener el 50% de las votaciones más una, parece imposible) o el talón de Aquiles que movilice a la izquierda contra él.

Uribe ha demostrado que controla un electorado por encima de los seis millones de personas en un censo electoral de más de 36 millones. Son los mismos que votaron por su candidato Óscar Iván Zuluaga en la recta final de las elecciones de 2014, los mismos que acudieron a las urnas con la papeleta del ‘No’ en el plebiscito sobre los acuerdos de paz con la guerrilla de las FARC y los mismos que participaron en la consulta conservadora de marzo, donde Iván Duque fue elegido.

En una sociedad tan polarizada como la colombiana, tener al lado a Uribe puede ser negativo: su hermano Santiago fue detenido hace dos años por vínculos con paramilitares y gran parte de los movimientos progresistas vinculan el uribismo con la extrema derecha. Por eso, Duque se presenta como “un gallo de pelea” y no como “el títere de Uribe”, como le bautizó la prensa colombiana. Por eso, siempre que tiene la ocasión él se desliga con disimulo de su partido. “Voy a hablar como ciudadano, no como miembro del Centro Democrático”, me decía con insistencia en una entrevista en 2016.

“Iván Duque no es ningún títere”, contesta a Univision Carlos Flores, coordinador de los grupos de jóvenes que apoyan al candidato en Bogotá. “Pero que una cosa quede clara: nosotros somos orgullosamente uribistas. Tras ocho años de Gobierno (del 2002 al 2010) el presidente Uribe dejó el cargó con uno de los índices más altos de popularidad. Ahora será el consejero de Duque desde el Senado”, aclara.

A la cabeza de las encuestas

Si él mismo insiste en que es mucho más que el candidato elegido a dedo por Uribe, ¿quién es realmente Iván Duque? “Es alguien muy humano, un hombre paciente y cercano, le gusta escuchar los problemas de la gente. A pesar de su juventud (41 años), está preparado intelectualmente y es capaz de construir consensos y ofrecer soluciones”, responde Carlos Flores, voluntario de su campaña.

Su capacidad de diálogo es una de las claves que le ha situado a la cabeza de las encuestas. Con un 35% de los apoyos en los últimos sondeos, saca más de 10 puntos al segundo, Gustavo Petro, con el 24%. Detrás de ellos están el Sergio Fajardo, candidato de la Coalición Colombia, el exvicepresidente Germán Vargas Lleras y Humberto de la Calle, del Partido Liberal.

Una de las mayores fortalezas de Duque es también su rasgo más criticado: su juventud. Nacido hace 41 años en Bogotá, a Duque le acusan de ser un novato, pues más allá de sus últimos cuatro años como senador, no tiene experiencia en política. “Gracias a eso no se ha contaminado de los vicios de la vieja política: el clientelismo y la mermelada. Él jamás recibirá votos como pago de favores”, dicen desde su equipo. “Como no tengo rabo de paja, me acerco a la candela”, añade el candidato en referencia a su lucha contra la corrupción.

“Es una persona joven, con una carrera política reciente, un hombre sin duda capaz e inteligente. Si llega a ganar las elecciones, espero que podamos tener sorpresas y eso le permita distanciarse de las ideas más nocivas del líder de su partido”, le dice a Univision Iván Cepeda, senador de la formación de izquierda Polo Democrático, quien ha protagonizado distintos enfrentamientos (incluso en los tribunales) desde hace años con Álvaro Uribe.

Para los votantes más progresistas, Iván Duque resulta la opción “menos mala” dentro del espectro conservador. Él representó el sector más dialogante del grupo del ‘No’ que se opuso al acuerdo con las FARC. Fue entonces, un par de meses antes de que se celebrara el plebiscito de octubre de 2016, cuando de verdad empezó la campaña presidencial de quien es hoy favorito y que ya en ese momento, hace casi dos años, era considerado por la prensa local como “el delfín de Uribe”.

Promete cambios en el acuerdo con las FARC

Su discurso sonaba mucho más fresco que el que mantenía el ala dura de su partido. Y tras la victoria del ‘No’ fue una de las voces de su bancada más dialogantes con el Gobierno. “Hay que reconocer la potestad institucional del presidente. Él es quien tiene la autoridad para negociar directamente con las FARC”, dijo antes de que se firmara el acuerdo de paz a finales de 2016.

Mientras tanto, otras voces que se oponían al acuerdo de paz como el exprocurador Alejandro Ordóñez o el que fuera presidente y actual líder del Partido Conservador, Andrés Pastrana (ambos hoy en su equipo), se negaban a negociar con Juan Manuel Santos los puntos más polémicos.

“Es necesario un gran acuerdo nacional”, es el mantra que repetía entonces Duque y es el lema que se ha convertido en el símbolo de su campaña. Aspira a crear una gran convergencia, una Colombia unida donde quepan “todos”. Él se presenta a sí mismo como el defensor de “la voluntad del pueblo” y pese a que se opinía al acuerdo con las FARC, ahora defiende un país “en paz, pero sin impunidad”.

Hay varios puntos del acuerdo firmado por Santos con Rodrigo Londoño, el jefe de las FARC, que Duque ha prometido cambiar si llega al poder. El más importante es que no acepta que los cabecillas de la guerrilla hagan política desde el Congreso sin pagar antes por sus crímenes. Considera a la JEP (Justicia Especial para la Paz, el tribunal encargado de juzgar los crímenes durante la guerra) como “un órgano de impunidad” y se niega a que el narcotráfico forme parte de la amnistía.

“Al principio dijeron que iban a hacer trizas el acuerdo de paz. Después corrigieron y aclararon que no lo querían destrozar. Pero en la práctica, si Duque sale presidente, van a hacer todo lo posible para debilitarlo hasta hacerlo inviable”, opina el senador Iván Cepeda.

El problema de fondo es el mismo que provocó la guerra en Colombia a mediados del siglo pasado: la propiedad de la tierra. Una de las políticas de Duque es erradicar a la fuerza los cultivos ilícitos (hoja de coca, marihuana), lo que desencadenará protestas entre los campesinos que carecen de títulos de explotación y acuden a este trabajo ilegal porque es su único sustento.

“Si la paz fracasa, será un retorno muy lamentable al pasado. Muchos territorios que han vivido más de medio siglo en guerra han recuperado la estabilidad, pese a los fallos del proceso la violencia se ha reducido. Si Duque cumple sus promesas, es posible que los guerrilleros desmovilizados vuelvan a las armas y las conversaciones con el ELN se paralicen. Eso sería muy peligroso”, advierte Cepeda.

¿Populismo de derechas?

Igual que Gustavo Petro se niega a hablar de izquierdas, Iván Duque rechaza el término de la derecha ideológica. Cita a iconos del liberalismo tradicional como el estadounidense Bobby Kennedy y se siente cómodo cuando le comparan con nuevos líderes de su generación como el español Albert Rivera, el francés Emmanuel Macron y el canadiense Justin Trudeau.

Abogado de formación, su fuerte es la economía: trabajó más de una década en el Banco Interamericano de Desarrollo en Washington e incluso colaboró con el gobierno de Santos como asesor económico, una etapa por la que los sectores más radicales de su partido le critican e incluso antes de ser candidato decían de él que era “el caballo de Troya del santismo”.

Hay una anécdota de su campaña que define bien su perfil. A principios de marzo grabó un vídeo electoral, titulado ‘Carta a Eloisa’ en referencia a su hija, en el que usaba estrategias virales (música emocionante de fondo, imágenes positivas de Colombia) para presentarse como el candidato ideal. “El día que puedas leer esta carta espero que vivas en un país mejor, sin luchas y sin bandos”, decía. Este recurso ya había sido usado antes por otros políticos jóvenes cuya campaña se basó en el cambio como Barack Obama.

Su programa sigue al dictado las nuevas políticas neoliberales. Su prioridad es recortar la influencia del Estado en la economía y bajar los impuestos para alcanzar el crecimiento. Una de sus grandes apuestas es penalizar la dosis personal de droga (hasta ahora legal en Colombia) y apostar porque los jóvenes se enganchen a la economía naranja de las industrias creativas (cine, música, gastronomía) en las que se presenta como un experto (ha publicado dos libros sobre el tema).

Desde la izquierda lamentan que en un país tan desigual como Colombia, Duque vaya a favorecer a los que más tienen. “No es ningún secreto que pretende no sólo continuar sino profundizar en el modelo económico vigente con reformas tributarias que van a benefician a las grandes empresas y a los sectores en el poder, con un modelo basado en la extracción de petróleo y carbón y privatizando la salud y la educación”, dice Iván Cepeda.

Distintos analistas han comparado a Duque con Petro porque ambos utilizan tácticas populistas para atraer al mayor número de votantes. “Duque parece de una corriente tecnócrata, pero el uribismo es altamente populista en el sentido de hacer una política de nosotros contra ellos, bastante desinstitucionalizada, bastante volcada a acomodar las reglas del juego para, claramente en el caso de Álvaro Uribe, quedarse en el poder”, le dijo al diario El País el sociólogo César Rodríguez Garavito.

Colombia es hoy uno de los países más avanzados en Latinoamérica en cuanto a derechos igualitarios (matrimonio y adopción para parejas del mismo género), aborto legal en varios escenarios y la aprobación del uso de la marihuana medicinal. Uno de los grandes temores de la sociedad progresista es que Duque vaya a recortar las conquistas sociales logradas en ocho años con Santos.

La presencia de líderes de la derecha en el equipo de Duque como la candidata a vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, otra de las voces del ‘No’ contra el acuerdo de paz y exministra de Defensa con Uribe, hace creer a parte del electorado que el propio candidato es un político de derechas. La investigadora Cristina Torres, autora del libro ‘Álvaro Uribe o el neopopulismo en Colombia’, va más lejos y califica en una columna en el diario colombiano El Espectador las propuestas de Duque como “un programa de ultraderecha”.

Petro ha invertido grandes energías de su campaña en ahuyentar el fantasma del “castrochavismo”, Vargas Lleras bajó en las encuestas al propinar un coscorrón a uno de sus escoltas, Sergio Fajardo no ha despuntado por no implicarse en los temas polémicos en un país tan polarizado y Humberto De La Calle ha sido prácticamente borrado de la terna por la inercia descendente del Partido Liberal.

El único incidente en el que se vio envuelto Duque estuvo relacionado con un par de tiras cómicas de Matador donde aparecía caricaturizado como un cerdito. El humorista gráfico, muy popular en Colombia, recibió cientos de amenazas, incluso una denuncia de un abogado próximo al Centro Democrático. Duque aprovechó para salir reforzado, abogando por “el derecho a la libertad de expresión”.

Frente al resto de candidatos, Duque cuenta con una ventaja. No es el apoyo de Uribe ni su juventud ni su formación económica. Este as en la manga es su habilidad para no molestar a nadie. Su fortaleza radica en que sabe sortear las polémicas. Pero ese rasgo también le convierte en un enigma, es el mayor misterio entre los favoritos. Los colombianos decidirán este domingo si quieren saber cómo será realmente Iván Duque de presidente.

Este texto fue publicado originalmente en Univisión.com
Autor: José Fajardo.

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