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Opinión

31 de Agosto de 2018

Columna: Llegó la hora que los jóvenes profundicemos la democracia en América latina

Precisamente por ese interés, no es casualidad que en las organizaciones de Latinoamérica enfocadas en la formación política de los jóvenes, se debatan y se cuestione sobre qué se entiende por democracia y cómo se percibe. Ya que, a pesar de existir mayor interconexión entre los jóvenes de la región, los contextos resultan tremendamente diferentes, dependiendo del caso.

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Siempre resulta curioso preguntarse sobre qué cosas tenemos en común con otras personas. A veces, puede ser un tema de rasgos físicos, razas o nacionalidades. Sin embargo, uno de los aspectos más álgidos son aquellos relacionados con las ideas. Especialmente, en una época marcada por cambios en los valores de nuestras sociedades y una globalización que, extrañamente convive con fenómenos aislacionistas, racistas o autoritarios, a raíz de esto último, harto hemos visto cómo los sectores ultraderechistas han avanzado a lo largo del mundo.

En el caso de América Latina, una de las ideas que más debate tiene en la actualidad es la concepción de la democracia. El régimen más anhelado por las generaciones del siglo XX, hoy sufre una crisis, marcada por regresiones a nivel de los Derechos Humanos y una profunda desigualdad.

En este contexto, si se baja al plano real, esta crisis se traduce en menor participación de los ciudadanos en el espacio público, menor credibilidad de los partidos políticos y una inestabilidad permanente que se yergue sobre los Estados.

Indudablemente, esto representa grandes retos para las próximas generaciones que tienen la responsabilidad de liderar sus países para profundizar la democracia y reducir la desigualdad. Pero, existen razones para ser un poco optimistas.

Esta generación, los llamados “millennials” empiezan a permear las capas de la sociedad civil y los partidos políticos de América Latina. Algunos con tendencias más conversadoras, otros con propuestas más disruptivas. Pero, existe un interés común en ser agentes de cambio para la región, cosa no menor. En ese sentido, la tarea de esta generación es profundizar la democracia, pero para lograr lo primero, la tarea es hacer de estos espacios, lugares atractivos para los ciudadanos, espacios donde podamos de manera democrática y participativa, alcanzar reales transformaciones en las distintas sociedades del continente.

Precisamente por ese interés, no es casualidad que en las organizaciones de Latinoamérica enfocadas en la formación política de los jóvenes, se debatan y se cuestione sobre qué se entiende por democracia y cómo se percibe. Ya que, a pesar de existir mayor interconexión entre los jóvenes de la región, los contextos resultan tremendamente diferentes, dependiendo del caso.

Por ejemplo, un joven que haya nacido en Chile en la década de 1990, nació en el Chile de la vuelta a la democracia, los recuerdos son de un país con miedo, miedo a decir lo que se piensa, debido a transición pactada con las fuerzas armadas y la derecha, quienes se encargaron de recordarnos constantemente su presencia y su fuerza. Con el paso del tiempo se está logrando superar ese miedo, pero llega el minuto en que se debe discutir qué tipo de democracia se quiere, y la responsabilidad de esta generación es abrir esta discusión para que todas y todos seamos parte de ella, para que todas y todos quienes nos sentimos llamados democratizar nuestras sociedades, hagamos parte a todos quienes por mucho tiempo se han sentido excluidos de esta conversación, hay que democratizar la democracia.

En el caso de un joven de la misma época, que haya nacido en Venezuela. La percepción es diferente, los recuerdos están marcados por intentos de golpes de Estados, discursos autocráticos, una continua inestabilidad económica y política; así como una polarización que separó familias y fracturó parte del tejido social. En los jóvenes de Venezuela, existe una sensación general de decepción o estafa. La democracia puede parecer más un recuerdo de un pasado que no se conoció o el sueño de un futuro que aún no se vislumbra. Sin embargo, eso hace que la convicción de la juventud venezolana se encamine hacia aspiraciones refundacionales. Nuestros objetivos son recuperar la libertad, el régimen democrático y el bienestar de toda la población.

Hoy por hoy en Chile y en Latinoamérica estamos viviendo una oleada de enfrentamientos desde distintos sectores en torno a cómo entendemos también los DDHH, en relación a esto nos cuestionamos ¿Qué tiene para decir nuestra generación al respecto?, ¿Caeremos en las ambigüedades o vamos a ser tajantes a la hora de condenar las violaciones de los derechos humanos? La izquierda joven en el continente tiene también por misión reflexionar y tomar una postura clara en torno a estas realidades, ya lo decía Salvador Allende: “Es útil que la juventud, y sobre todo la juventud universitaria, que no puede pasar por la universidad al margen de los problemas de su pueblo(…) Que tiene que mirar lo que pasa en su país y más allá de la frontera, y comprender que hay realidades que deben ser meditadas y analizadas”, señaló.

Apenas es el inicio de un largo camino como generación, seguramente lleno de debates, posiciones encontradas y nuevas ideas. Pero, llegó la hora que los jóvenes discutamos sobre todo los temas que incumbe al espacio público latinoamericano y caribeño. Debemos hablar sobre los temas incómodos en nuestras sociedades sin caer en el cómodo terreno de la relativización o la negación complaciente. Porque esa será la forma de construir soluciones y procesos sostenibles en el tiempo. Nuestra transformación comienza ahora.

* Por Jaime Henríquez Contreras, Revolución Democrática – Chile

*Carlos David Carrasco Muro Director general de Caricuao Propone – Venezuela

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