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Opinión

5 de Octubre de 2018

Columna de El Tetera: Un brindis por Evo

El otro día entré a Internet para enterarme sobre el fallo de La Haya y lo primero que vi fue una foto de Piñera agarrándose la cabeza con las manos. Al ver el gesto del mandatario creí que habíamos “perdido”, pero al mirarlo más de cerca me di cuenta de que en realidad estaba alzando […]

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El otro día entré a Internet para enterarme sobre el fallo de La Haya y lo primero que vi fue una foto de Piñera agarrándose la cabeza con las manos. Al ver el gesto del mandatario creí que habíamos “perdido”, pero al mirarlo más de cerca me di cuenta de que en realidad estaba alzando sus brazos en señal de victoria.

Como yo soy de los chicos buenos, mi primera reacción fue empatizar con los “perdedores”. De inmediato me puse en el lugar de nuestros hermanos bolivianos para sentir en carne propia su dolor. Confieso que lloré, pero poco, aguanté lo que más pude el llanto para no convertirme en un mar de lágrimas y así evitar que todo se transformara en una ironía.

Pensé en el gran Evo Morales, que con su incesante lucha por conseguir que su pueblo pueda remojar las patitas en alguna playa, ha logrado despertar en mí una gran admiración y simpatía.

La vida de Evo no ha sido fácil, desde que vió la luz ha tenido que luchar contra viento y marea (en realidad, contra viento no más) y se ha mentalizado de tal manera que ha podido lograr todo lo que se ha propuesto (excepto una salida al mar). A pesar de ser Aymara y de haber crecido en la extrema pobreza ha logrado vencer los prejuicios raciales, estigmas sociales y estereotipos de belleza. En fin, Evo se ha paseado hasta al mismísimo Darwin, ha roto todos los paradigmas, ha desafiado todas las normas y ha llegado a convertirse en nada más ni nada menos, por más de 10 años, en el presidente de su nación (pero que en más de una década no ha conseguido una salida al mar).

Es por eso que hoy quiero hacer un brindis por Don Juan Evo Morales Ayma, ex pastor de llamas, ex trompetista, ex futbolista, ex líder de los cocaleros del Chapare-Cochabamba, ex sindicalista, ex activista y muy pronto (después de su cagazo en La Haya) ex Presidente del Estado Plurinacional sin mar de Bolivia.

¡Salud por Evo!
Porque es un patriota de verdad, un hombre que lucha por su pueblo, defensor de su cultura, de su historia y del mar que dice que es suyo pero es de otros. Usted nunca verá a Evo poniendo una bandera pequeña de Bolivia al centro de la de Estados Unidos, ya que eso solo lo hacen los lacayos serviles y sin orgullo, esos arribistas políticos que son capaces de dejar en vergüenza a todo su pueblo a cambio de la simpatía de los imperialistas.

¡Salud!
Porque a pesar de haber nacido en Orinoca, a orillas del lago Poopó y del lago Titicaca, huele a rosas.

¡Salud!
Porque estoy seguro de que si Evo fuese el presidente de Chile todos lo amaríamos, menos las 7 familias. Hasta creo que tendría su propio partido político, tal vez llamado “Evópoli”. El Indio Pícaro tendría su cara, la punta de la Torre Costanera tendría la forma de su corte de pelo y el alcalde Lavín estaría feliz porque tendría chipe libre para hacer playas artificiales donde quisiera.

¡Salud!
Porque Quintero y Puchuncaví no tendrían miles de intoxicados si él estuviera al mando de nuestro país. Muy por el contrario, las tendría como joyitas, limpiecitas y libre de toda poluta y contaminante empresa. Evo jamás permitiría que los intereses económicos de unos cuantos prevalecieran sobre la salud de su pueblo.

¡Salud!
Porque cualquiera desearía tenerlo como capitán en su equipo de fútbol, ya que a pesar de haber perdido por una abrumadora goleada (12-3, por ejemplo), haría sentir a su equipo como ganador; le echaría la culpa a los árbitros y le levantaría la moral a sus compañeros en menos de 24 horas.

¡Salud!
Porque en su vida ha hecho más cosas que Forrest Gump, es más carismático que Hugo Chávez, Kim Jong-un y Leonardo Farkas juntos. Escribe tweets más incendiarios que Elon Musk y lee discursos mejor que cualquier alumno de primero básico.

Aunque podría seguir, voy a dejar hasta aquí los brindis porque ya me tomé casi toda la botella. Me serviré el último conchito de vino que me queda mirando una imagen captada por la sonda Voyager 1 en 1990, en donde la tierra aparece como un diminuto y casi imperceptible punto celeste suspendido en la nada. Si no la ha visto, véala, se dará cuenta de que a esa escala está bien difícil creer que los Chilenos (o las 7 familias) ganamos algo, o que Evo y los bolivianos perdieron algo con el fallo de la corte de La Haya.

Estoy hablando puras huevadas, mejor me voy a acostar, parece que ya me curé.

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