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Mundo

8 de Octubre de 2018

La izquierda forzada a cuadrarse con Haddad para intentar frenar a Bolsonaro

El capitán de la reserva del Ejército, conocido por declaraciones de tinte racista, machista y homofóbico, tuvo un triunfo aplastante en la primera vuelta, con un 46,1 % de los votos, pero se quedó corto y se citará para una segunda vuelta con Haddad, candidato del Partido de los Trabajadores (PT), que logró el 29,2 %.

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El campo progresista brasileño, que llegó profundamente dividido a las elecciones presidenciales de hoy, se verá obligado a cerrar filas con Fernando Haddad para contener a su adversario en la segunda vuelta, el ultraderechista Jair Bolsonaro.

El capitán de la reserva del Ejército, conocido por declaraciones de tinte racista, machista y homofóbico, tuvo un triunfo aplastante en la primera vuelta, con un 46,1 % de los votos, pero se quedó corto y se citará para una segunda vuelta con Haddad, candidato del Partido de los Trabajadores (PT), que logró el 29,2 %.

Esa disputa entre la ultraderecha y la izquierda moderada será el próximo día 28 y para entonces Haddad deberá unir a un campo que dividió con otros tres candidatos (el laborista Ciro Gomes, el socialista Guilherme Boulos y la trotskista Vera Lucia Salgado) y sumar apoyos en el centro.

En la primera vuelta de hoy, Gomes quedó en tercer lugar con un 12,5 %, pero Boulos y Salgado tuvieron apoyos casi testimoniales, con un 1,5 % de los votos entre ambos, por lo que aún si consigue el apoyo de estos tres candidatos, Haddad precisará más para frenar al fenómeno Bolsonaro.

En sus primeras declaraciones, Gomes declinó anunciar su apoyo a Haddad, pero dio alguna pista: “Una cosa que puedo adelantar ahora es que mi historia de vida es de lucha en defensa de la democracia y contra el fascismo” que le atribuye a Bolsonaro, al que no citó.

Boulos fue más directo y dijo que “a partir de ahora” estará en las calles “para derrotar al fascismo y elegir a quien representa la democracia en la segunda vuelta: Fernando Haddad”.

Haddad también podría pescar entre los partidarios de la líder ecologista Marina Silva, una dirigente con cierta influencia pero que hoy, en su tercer intento por llegar al poder, sufrió su mayor descalabro y obtuvo apenas del 1 % de los sufragios.

Silva no aclaró su posición de cara a la segunda vuelta, pero sí anunció que “independientemente de quien sea el vencedor” estará en la oposición y, en un posible guiño a Haddad, agregó: “No tenemos ninguna identificación con proyectos totalitarios”.

Pese a esas manifestaciones, la izquierda brasileña tiene grietas profundas que en parte responden a la situación del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien intentó aspirar a la Presidencia pero fue inhabilitado por la justicia debido su condición de preso y condenado por corrupción por un tribunal de segunda instancia.

Aun cuando esa situación jurídica impedía su postulación, Lula fue hasta registrado como candidato del Partido de los Trabajadores (PT), que mantuvo su nombre hasta que fue vetado expresamente por el Tribunal Superior Electoral a inicios de septiembre pasado.

Las posibles alianzas que se podrían haber establecido en el campo progresista fueron perjudicadas por esa insistencia, que hizo más evidentes las divisiones causadas por la situación de Lula y además fortaleció a Bolsonaro, quien se vendió como el candidato capaz de “derrotar al PT, al comunismo y a la corrupción”.

El laborista Gomes intentó presentarse como factor de “unidad” de las izquierdas, pero su esfuerzo hasta fue combatido desde la cárcel por Lula, quien le negó cualquier tipo de apoyo del PT.

A lo largo de la campaña, Gomes aún intentó tender puentes con Haddad, pero también lo convirtió en blanco de sus ataques y llegó a descalificarlo por su condición de “candidato de Lula”, de quien insinuó alguna vez, así como hizo Bolsonaro en forma directa, que gobernaría desde la cárcel si su pupilo ganase las elecciones.

También pesó la dura propaganda de los sectores conservadores contra el PT y la izquierda en general por la corrupción que en los últimos años salpicó a esa formación y en particular a Lula, el indiscutible líder de un espectro ideológico cuyo apoyo, a tenor del resultado de hoy, podría ser poco para Haddad.

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