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Opinión

23 de Octubre de 2018

COLUMNA| ‘Fantástica’ o cómo las narradoras de la literatura fantástica han logrado integrarse al circuito literario chileno

Cómo podrán notar, aún existen muchas voces por manifestarse no sólo en esta antología, más esta obra no pretende hacer un catastro de qué mujeres escriben fantasía, terror y ciencia ficción en y para Chile, sino más bien delatar el cómo la narración fantástica usa diversos recursos para materializarse, desde el cómic, la ilustración y la literatura, tomando y absorbiendo todo a su alrededor, como en el mejor de las visiones canibalistas de Oswald de Andrade, la intensidad de Clarice Lispector y Alfonsina Storni, la sagacidad y constancia de Silvina Ocampo, como a su vez el buen juicio y la elegancia de Ursula K. Le Guin.

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La participación de las mujeres al nivel autoral en las pocas antologías publicadas en Chile es muy baja y poco representativa a la demografía del país. Dentro de las antologías especializadas de dicho género en Chile contamos con solo dos autoras, la piedra angular del género, Elena Aldunate, y la participación fugaz de la escritora de terror, y la autora material del atentado al General Prats, Mariana Callejas. Se advierte que no existe un auténtico interés de integración del quehacer literario de la mujer bajo la escena literaria chilena por parte de los diversos agentes del libro y la lectura.

Es a partir de la década del noventa, con la aparición de editoriales que ofrecen servicios de publicación como Forja y Mago dan un impulso para que se escriba literatura fantástica no como un género funcional al sistema educativo chileno, sino como obra artística.

A principios del nuevo milenio existen tres escritoras que comienzan a incursionar en dichos tropos, Bernardita Ojeda Labourdette, Ángela González y Soledad Véliz, siendo antologadas tanto en fanzines especializados como Fobos o en Poliedro.

A mediados de la década del 2000, bajo la iniciativa del académico de la Universidad de Valparaíso, Marcelo Novoa, en una coedición entre dicha casa de estudios y la naciente editorial  Puerto de Escape trabaja en el compilatorio Años Luz, con definiciones muy difusas sobre qué es lo que se entiende por literatura fantástica, e interpretando en dicho marco de trabajo, varios clásicos de la poesía y literatura chilena como precursores del género. Si bien existen más trabajos en esa línea, como por ejemplo Alucinaciones TXT de Luis Saavedra (miembro fundador de Poliedro).

Son las filiales de editoriales trasnacionales como Ediciones SM, Santillana, Norma y otros en donde se dedican a la profesionalización del trabajo escritural de literatura fantástica, y comienzan a integrar a artistas mujeres ya no en una función educativa o moralista, sino que dejan espacio para la búsqueda de una voz propia. Es en ese proceso donde destacan Francisca Solar y Camila Valenzuela.

La literatura fantástica, al igual que los pasatiempos, vieron una nueva forma de divulgación cuando, el año 2006, aparece la web 2.0, en pocas palabras, las redes sociales y sitios web como blogger, fotolog, twitter, youtube, deviantart, fanfiction.net y tumblr comienzan a ser plataformas válidas de difusión literaria, siendo complementadas en la época posterior con wattpad.

En Chile, sitios electrónicos como Ucronía Chile, Tauzero, Chilenia ucrónicas de la República, Fantasía Austral y Chile del terror aportan con nuevas propuestas narrativas, todos al punto de desborde narrativo, desdibujando los límites de la literatura canónica y fantástica. Paula Rivera es la gran voz de ese entonces.

La masificación de la imprenta digital, a principios de la década del ’10, y esto sumado a la promulgación de la ley “arma tu empresa en un día” facilitó la aparición de microeditoriales y editoriales independientes especializadas en literatura fantástica. Las editoriales más emblemáticas se encuentran Biblioteca de Chilenia, Triada ediciones, Libros de Nébula, Ignición editorial y Loba ediciones, entre otras.

Y también aumenta la oferta de editoriales que ofrecen servicios de edición e impresión especializados en dicho género como lo son Sur Umbral, Santa Inés editorial, por sólo nombrar algunas.

La proliferación a bajos precios de las impresoras láser también ayuda a la proliferación de un circuito paralelo a la formalidad del ISBN, me refiero a los fanzines, libros cartoneros y encuadernaciones artesanales. Un caso especial es el de “Taller me pego un tiro” de Pía Ahumada, ella, incansable, ha generado no sólo la producción de folletines de poesía y literatura, en sus ciclos literarios y encuentros mensuales que hacen en La Serena, ha forjado una nueva generación de narradores y una nueva identidad literaria en una región regida por la herencia mistraliana. Otro caso importante es el de Cathartes ediciones, siendo Connie Tapia una de las directoras del sello especializado en terror y poesía, difundiendo artistas chilenos del norte grande y de otros puntos del país en los circuitos del libro en Bolivia y Perú. En Valdivia está el caso de la actual presidenta de Aguacero Cómics Camila Belem Matamala, quien, a través de la gestión cultural ha logrado integrar cómic y literatura en el evento de cómic más importante de la región de Los Ríos. Las tres artistas y gestoras culturales están compiladas, siendo dignos ejemplos tanto desde el campo artístico como en el quehacer cultural nacional y son parte del presente libro.

Una de las iniciativas más llamativas y sui generis del último tiempo es “La ventana del sur”, dicho conjunto de escritoras se reúnen es una instancia de aprendizaje, tutoría y apoyo mutuo entre ellas para compartir experiencias y consejos creativos y literarios.

En lo autoral, el caso más destacado es el de Midori Gale, escritora, ilustradora y colorista profesional que nace desde la autogestión, con Archimago en búsqueda de los elementales a inicios de la presente década, ha sido el trabajo cómplice y respetuoso con su editor Emiliano Navarrete, quienes instauran Archimago Saga como el ejemplo a seguir de una publicación periódica de literatura de fantasía, inspirando a otras autoras a tomar riesgos y aventurarse por el arte. La autogestión en el ámbito de la narrativa gráfica está la figura de Minaya, ex directora del colectivo “Ink Shades”, CEO de Imprenta Minaya y creadora del manga El cantar de Bargat, recientemente publicado por Biblioteca de Chilenia que la autora acepta el desafío de volver a escribir literatura.

En el ámbito de la investigación, las narradoras chilenas han sobresalido bastante en cuanto a los usos e impacto de la literatura fantástica y la literatura infantojuvenil, entre ellas destacan Paula Rivera, Claudia Andrade, Soledad Véliz y la ensayista Jacqueline Herrera. Herrera, quien fue compañera del director de la editorial en el diplomado de edición de la Universidad de Santiago, se niega por mucho tiempo en participar dentro de la editorial, hasta que finalmente accede, dando como resultado que su opera prima Otaku, cuatro décadas de cultura popular japonesa en Chile ganara el Premio Lector a mejor ensayo publicado en Chile el año 2018.

En el último año, Biblioteca de Chilenia, con apoyo de Pro Chile, ha podido viajar a San Diego Comic Con y a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Estos viajes, junto con un intenso proceso de capacitación, aprendizaje y cacería de talentos ha permitido que la editorial saque la primera antología de artistas chilenos dedicados a lo fantástico en inglés con la publicación Chilenia, como también el afianzar el trabajo junto a Gabriela A. Arciniegas, figura clave de la literatura colombiana de fines de siglo. Ella, escritora especializada en terror y ciencia ficción, su vida literaria en Chile ha pasado desapercibida, ha sido la publicación Infestación y sus traducciones en Chilenia, que le han dado la confianza suficiente para traducir a Stephanie Alia, una autora total de cómic y escritora de terror y ciencia ficción en Estados Unidos. Alia es señalada por la prensa especializada en dicho país como una de las voces más llamativas de la novísima generación de escritores de ciencia ficción a su corta edad.

La búsqueda de la profesionalización también se manifiesta en Sascha Hannig, la escritora más joven de fantasía en Chile, con una producción constante en Puerto de Escape, actualmente trabaja para ambas editoriales, permitiendo la coexistencia de dos visiones del cómo debe desarrollarse la literatura fantástica, mediante la autoedición y el mecenazgo editorial.

Una nueva voz que se integra es Francisca Hale, estudiante de periodismo de la Universidad Diego Portales, ella siempre ha consumido literatura fantástica, y hace pocos años mantiene un epistolario con el editor de esta antología, supervisando y aconsejando sobre sus escritos.

Cómo podrán notar, aún existen muchas voces por manifestarse no sólo en esta antología, más esta obra no pretende hacer un catastro de qué mujeres escriben fantasía, terror y ciencia ficción en y para Chile, sino más bien delatar el cómo la narración fantástica usa diversos recursos para materializarse, desde el cómic, la ilustración y la literatura, tomando y absorbiendo todo a su alrededor, como en el mejor de las visiones canibalistas de Oswald de Andrade, la intensidad de Clarice Lispector y Alfonsina Storni, la sagacidad y constancia de Silvina Ocampo, como a su vez el buen juicio y la elegancia de Ursula K. Le Guin.

Fántastica, mujeres en la de ciencia ficción, el terror y la fantasía es el férreo deseo de una editorial que se cuestiona sobre el estado el arte de dichas manifestaciones literarias y de cómo las mujeres han encontrado una luz propia, ajenas a los miramientos y barreras impuestas por el sexismo que aún permanece en el ámbito académico, literario y comiquero en Chile, propio del espíritu de Biblioteca de Chilenia, que se encuentra más cercana y amistosa con la vanguardia y la autenticidad que con los recetarios de la literatura infanto-juvenil y los recetarios de lo políticamente correcto.

Por  Emiliano Navarrete, director de Biblioteca de Chilenia

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