El ultraderechista se convertirá a sus 63 años en el jefe de Estado del quinto país más grande del planeta el próximo 1 de enero y contará con el apoyo incondicional de sus vástagos Flavio, Carlos y Eduardo, o como él los llama: 01, 02, 03, utilizando la jerga militar.
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Desde la Presidencia hasta la Cámara Municipal de Río de Janeiro pasando por el Congreso, el clan de los Bolsonaro
aumenta su influencia en el complejo escenario político brasileño liderados por el patriarca, Jair, y con tres de sus hijos varones en distintas esferas del Poder Legislativo.
El ultraderechista se convertirá a sus 63 años en el jefe de Estado del quinto país más grande del planeta el próximo 1 de enero y contará con el apoyo incondicional de sus vástagos Flavio, Carlos y Eduardo, o como él los llama: 01, 02, 03, utilizando la jerga militar.
Los tres comparten los valores conservadores de su progenitor, fueron fundamentales durante la campaña electoral presidencial y, a pesar de su juventud -ninguno de ellos supera los 40 años-, acumulan ya una larga experiencia en política siguiendo la estela del capitán de la reserva del Ejército.
“Siempre unidos, ahora por Brasil”, escribía recientemente en redes sociales el mayor de todos, Flavio, de 37 años, junto con una fotografía en la que posaba con sus otros dos hermanos.
Licenciado en Derecho y con un postgrado en Ciencias Políticas, Flavio (01) ocupará un escaño en el Senado a partir de febrero tras barrer en las elecciones legislativas del 7 de octubre con un 31 % de los votos en el estado fluminense.
Con un estilo más moderado que sus hermanos, Flavio se ha desempeñado como diputado regional en Río desde 2003, disputó sin éxito los comicios a alcalde de la ciudad carioca en 2016, y ahora se mudará a la Cámara Alta, en Brasilia.
Entre sus principios, la convicción de que las políticas asistenciales “sólo contribuyen a la dependencia de las poblaciones más pobres y favorecen las relaciones promiscuas” entre “la liberación de recursos públicos y el proceso legislativo”.
Carlos Bolsonaro (02), de 35 años, fue elegido concejal de Río de Janeiro en el 2000, cuando tan solo tenía 17 años, convirtiéndose en el concejal más joven de la historia de Brasil, como el mismo destaca en su perfil de Twitter.
Formado en Ciencias Aeronáuticas, es el cerebro por detrás de la estrategia en redes sociales de su padre, un factor clave para entender su triunfo en la primera (46 %) y en la segunda (55 %) vuelta de los comicios presidenciales.
Carlos, en su quinto mandato en la Cámara Municipal de Río, considera que los mayores problemas de la ciudad son “la miseria y la violencia” y para resolverlos cree necesaria “una política de control de la natalidad y la reducción de la mayoría penal”.
Esas dos propuestas fueron incluso transformadas en sendos proyectos de ley que presentó su padre mientras ejercía como diputado federal, cargo que ha ocupado por siete mandatos y que cambiará ahora por la Presidencia de Brasil.
El benjamín de los tres, Eduardo (03), es posiblemente a sus 34 años el más parecido con el mandatario electo por sus posiciones, su temperamento y su verbo explosivo.
Empezó su carrera política en 2015 directamente en la Cámara de Diputados y fue reelegido en las legislativas del pasado mes convirtiéndose en el diputado federal más votado de la historia del país al conseguir 1,84 millones de votos por el estado de Sao Paulo.
Eduardo, de profesión policía federal, ya ha sido protagonista de declaraciones incendiarias que han causado cierto estupor en el gigante latinoamericano.
En una manifestación a favor de su padre, dijo públicamente que “las mujeres de derechas son mucho más bonitas que las de la izquierda y no enseñan los pechos por ahí para protestar, tampoco defecan en la calle para protestar”.
Más revuelo causó cuando salió a la luz un vídeo en el que aparecía dando una conferencia y afirmó que si fuera necesario “cerrar” la Corte Suprema, bastaría con enviar apenas “un soldado y un cabo”.
La declaración fue condenada por varios magistrados del máximo tribunal del país, entre ellos su presidente, José Dias Toffoli, y el decano de la corte, José Celso de Mello, quien le tildó de “golpista”, y obligó al gobernante electo a pedir disculpas públicamente.
Los tres son hijos de Rogeria Braga, con quien el ultraderechista contrajo el primero de sus tres matrimonios, y hay un cuarto de su segunda esposa, Jair Renan, de 20 años, estudiante de Derecho y de perfil discreto, pero quien decidió romper su silencio tras la grave puñalada que recibió en septiembre su progenitor durante un mitin.
“A partir de hoy estoy en esta lucha junto con mi padre y mis hermanos, junto con Brasil”, dijo Jair Renan en un vídeo publicado en su cuenta de Twitter para terminar con un “Brasil encima de todo y Dios encima de todos”, el lema utilizado por su padre.
El presidente electo tiene además una hija, Laura, de ocho años, fruto de su último enlace, con Michelle Bolsonaro, la futura primera dama de Brasil. La estirpe Bolsonaro continúa.
“Tengo cinco hijos. Cuatro hombres y con la quinta me despiste y vino una mujer”, bromeó Bolsonaro, un nostálgico de la dictadura militar (1964-1985) durante una conferencia el año pasado, aunque durante la campaña electoral se emocionó en televisión al recordar la llegada de la pequeña del clan de los Bolsonaro.