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Opinión

15 de Abril de 2019

La invisibilización del acoso y abuso de poder en el mundo audiovisual más independiente

"En el mundo artístico, y en especial en el teatral y el audiovisual, existen muchos casos donde diferentes relaciones jerárquicas, como entre director y actriz o actor, o director y alguien del equipo técnico, se llevan a un plano personal y se compromete la confianza, poniendo en juego la relación laboral. Este tipo de vínculo es en cierta medida necesario al ser un área donde se trabaja con las emociones, ideas, gustos, y ahí se buscan puntos en común para una mejor comunicación. Pero esta relación se transgrede en algunos casos con propuestas verbales de connotación sexual, las cuales funcionan como amenazas indirectas. En otros casos, se comprometen intereses artísticos o económicos como los derechos sobre una obra, y las víctimas son forzadas por extorsión a mantener esos lazos o a desligarse de ellas por completo".

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*Por Jorge Yacoman, cineasta y escritor.

Tras las denuncias de acoso sexual y abuso de poder que el 2018 apuntaron a Herval Abreu y a Nicolás López, diversas personas del sector audiovisual más independiente —del cual soy parte—, me han contado que han vivido transgresiones del mismo tipo, y debido a la inexistente legislación y a la falta de un representante o de fama de las víctimas y de los abusadores, se han visto invisibilizadas por no ser “noticia”.

También por falta de compañerismo, miedo a las amenazas y el mismo modus operandi de los victimarios, las personas afectadas muchas veces prefieren olvidar el tema y alejarse del medio. La “funa” es la única justicia a la que podrían apelar, pero la exposición pública solo aumenta el trauma y no es esperanzador ver que ni siquiera juicios por violaciones resultan favorables para las víctimas.

En el mundo artístico, y en especial en el teatral y el audiovisual, existen muchos casos donde diferentes relaciones jerárquicas, como entre director y actriz o actor, o director y alguien del equipo técnico, se llevan a un plano personal y se compromete la confianza, poniendo en juego la relación laboral. Este tipo de vínculo es en cierta medida necesario al ser un área donde se trabaja con las emociones, ideas, gustos, y ahí se buscan puntos en común para una mejor comunicación. Pero esta relación se transgrede en algunos casos con propuestas verbales de connotación sexual, las cuales funcionan como amenazas indirectas. En otros casos, se comprometen intereses artísticos o económicos como los derechos sobre una obra, y las víctimas son forzadas por extorsión a mantener esos lazos o a desligarse de ellas por completo.

Los victimarios suelen aislar a las personas con las que se obsesionan generando conflictos falsos entre la gente que rodea a la víctima o que tienen en común. También se muestran cautivadores y se ganan rápidamente la confianza de quienes transgreden para que se refugien en ellos como si fuera una amistad. Al mismo tiempo suelen ofrecer grandes recompensas, como cumplir el sueño de hacer una película y alcanzar reconocimiento o éxito a su lado. Consiguen información privada para extorsionar y manipular. Para no ser descubiertos, confabulan o culpan a la víctima, y así seguir teniéndola bajo su poder.

En Chile no existe legislación referente al acoso sexual en situaciones informales como lo sería el caso de un casting o reuniones. La ley de artistas solo contempla la existencia de una relación laboral desde la firma de un contrato por medio de esta ley (Ley Nº 19.889 de Trabajadores de Artes y Espectáculos). La mayoría de las veces los contratos en la industria son a través de prestación de servicios con boletas de honorarios, lo que significa no estar protegido por el Código del Trabajo ni por la Ley de Artistas.

Frente a todo esto, nace la necesidad de una ley que proteja a los artistas para que podamos tener una industria audiovisual sana y digna. En primera instancia esta regularización expondría otras deficiencias producto de los bajos recursos con los que cuentan los proyectos, con una alta posibilidad de cancelar la realización de gran parte de ellos. Es esta misma paradoja a la que se enfrentan los artistas, en donde se intenta poner el arte por sobre normas que muchas veces coartan nuestro desarrollo humano. Pero es esencial visibilizar estas conductas nefastas para no mantenerlas normalizadas, y al mismo tiempo formar una red de apoyo, solidaridad y empatía hacia las víctimas.

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